Soy más chulo que el "Punteras"; pues, ¿no acabo de numerar con el I este artículo cuando ni sé si va a tener continuación? Esperemos que sí.
El asunto que hoy me trae a escribir es destacar una ventaja de hacerlo en un blog en lugar de, por ejemplo, la prensa escrita. En el diario, o mensual o anual, lo escrito, escrito está. No hay lugar a deshacer lo que ha pasado por la impresión y subsiguientes: distribución, reparto, venta, lectura y, en según, la papelera.
En un blog se pueden realizar tantas ediciones como se desee. Puedes corregir, aclarar, añadir, explicar, aludir, comentar (no sigo no sean que me salgan otros cien verbos, y no es plan).
Recuerdo que hace un tiempo, desde la otra parte del océano alguien me llamó la atención sobre un pintor al que no le correspondían los cuadros que aquí expuse. Atendí la reclamación, investigué y puse las cosas en su sitio, es decir, afilié a cada Poblete su biografía y su obra.
En mi último artículo, confundí un nombre propio, -a Fuensanta M. Clares la llamé Fuencisla, a pesar de tener su nombre ahí, a la derecha, entre los destacados-, algo impropio de mí, aunque cada vez más frecuente, ya que si las neuronas van muriendo a lo largo de la vida, aunque al nacer tuviéramos infinitas, a mí ya me quedan unas muy finitas, en todos los sentidos de la palabra.
El caso es que Julia, (hola Julia, cómo estás, un beso) me resalta que hiciera las correcciones sobre el escrito, y lo llama superación. Pues estupendo, me iré mejorando como el vino, que cuanto más viejo, más pellejo.
Y ya puesto, propongo que los comentarios se vayan incorporando al cuerpo central de la edición, para que se vean directamente sin necesidad de abrir hoja aparte; eso sí, todo debidamente firmado y rubricado, para que no haya confusión en cuanto a la autoría y al pensamiento de cada quien.
De modo y manera que la entrada estaría siempre viva, si a quien visita le pareciera oportuno intervenir.
El asunto que hoy me trae a escribir es destacar una ventaja de hacerlo en un blog en lugar de, por ejemplo, la prensa escrita. En el diario, o mensual o anual, lo escrito, escrito está. No hay lugar a deshacer lo que ha pasado por la impresión y subsiguientes: distribución, reparto, venta, lectura y, en según, la papelera.
En un blog se pueden realizar tantas ediciones como se desee. Puedes corregir, aclarar, añadir, explicar, aludir, comentar (no sigo no sean que me salgan otros cien verbos, y no es plan).
Recuerdo que hace un tiempo, desde la otra parte del océano alguien me llamó la atención sobre un pintor al que no le correspondían los cuadros que aquí expuse. Atendí la reclamación, investigué y puse las cosas en su sitio, es decir, afilié a cada Poblete su biografía y su obra.
En mi último artículo, confundí un nombre propio, -a Fuensanta M. Clares la llamé Fuencisla, a pesar de tener su nombre ahí, a la derecha, entre los destacados-, algo impropio de mí, aunque cada vez más frecuente, ya que si las neuronas van muriendo a lo largo de la vida, aunque al nacer tuviéramos infinitas, a mí ya me quedan unas muy finitas, en todos los sentidos de la palabra.
El caso es que Julia, (hola Julia, cómo estás, un beso) me resalta que hiciera las correcciones sobre el escrito, y lo llama superación. Pues estupendo, me iré mejorando como el vino, que cuanto más viejo, más pellejo.
Y ya puesto, propongo que los comentarios se vayan incorporando al cuerpo central de la edición, para que se vean directamente sin necesidad de abrir hoja aparte; eso sí, todo debidamente firmado y rubricado, para que no haya confusión en cuanto a la autoría y al pensamiento de cada quien.
De modo y manera que la entrada estaría siempre viva, si a quien visita le pareciera oportuno intervenir.
[Técnicamente no sé si esto es posible sin entregar incondicionalmente las llaves de la propia casa a los de fuera, aunque con el tiempo esto ya parece mismamente una familia. Todo se andará…]