Mostrando entradas con la etiqueta Cervantes. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Cervantes. Mostrar todas las entradas

Cervantes en Valladolid, Valladolid en Cervantes



Como lo prometido es deuda, Paz Altés nos invita a ver nuestra ciudad al hilo de lo que vivió y escribió aquí el autor del Quijote, Miguel de Cervantes. Estaba pendiente desde hace tiempo, y a las 20:30 horas del lunes día 20, nos cita en la fuente de la Plaza de Zorrilla para callejear con sentido por estas calles de sobra conocidas, pero no suficientemente contempladas.
En medio de un tráfico aún sonoro, de paseantes sin prisas y de terrazas a rebosar, ante un sol potente en su ocaso, comenzamos.

Cervantes en Valladolid, Valladolid en Cervantes

Casa de Cervantes – Calle de Miguel Íscar – Casa Mantilla –Calle de Santiago esquina con calle de Santa María – Antigua Acera de San Francisco – Plaza de Fuente Dorada – Plaza de la Universidad


1.º La casa de Cervantes y familia. [Casa de Cervantes]

Es posible que Miguel de Cervantes aprendiese a leer y a escribir en Valladolid, porque la primera vez que vino a nuestra ciudad tenía 5 años. Fue en 1551 y, durante casi dos años, el niño Miguel y su familia se instalaron en una casa alquilada, de dos pisos, en la Acera de Sancti Spiritus (frente al Hospital Militar). Cervantes llegó acompañado de su abuela paterna (Leonor), su tía María Cervantes y una hija de esta (Martina), sus padres (Leonor y Rodrigo), sus hermanos Andrea, Luisa y Rodrigo. En Valladolid nació la benjamina: Magdalena. En ese tiempo, la familia vivía del dinero de la tía María (que había vendido una casa en Alcalá) y del poco dinero que ingresaba Rodrigo Cervantes, como “sacamuelas, sangrador y barbero”.

La segunda vez que Cervantes vino a Valladolid tenía 57 años –una persona bastante mayor para la época–. Era el verano de 1603 y la Corte de Felipe III acababa de instalarse en la ciudad, que ya había ganado la condición como tal (1596). Miguel de Cervantes venía de Sevilla (donde había estado en prisión) y le acompañaban: sus hermanas Magdalena y Andrea; su hija natural, Isabel; su sobrina Constanza; y una sirvienta, María de Ceballos. Muy pronto, en Valladolid, comenzó a conocérselas como “las Cervantas”. En el camino de Sevilla a Valladolid, Cervantes dejó el manuscrito de El Quijote, al impresor madrileño Francisco de Robles. En esta segunda estancia en Valladolid, la familia vivía de lo que “las Cervantas” ganaban cosiendo y lavando “para fuera”; y de los pocos ingresos que a Miguel de Cervantes le proporcionaba la literatura.

Miguel de Cervantes arrendó una de las viviendas que Juan de Nates acababa de construir en el llamado Rastro de los Carneros –matadero de reses del lugar–. A Juan de Nates, le sucedieron diversos propietarios, hasta que en 1912, Alfonso XIII –con dinero propio– (representado por el marqués de Vega Inclán) y la Hispanic Society (representado por Archer Huntington) las adquirieron a sus entonces propietarias por 40.000 pesetas. Cervantes y su familia ocuparon una de las viviendas del segundo piso del número 14. En el bajo de la casa había una taberna; y en cada piso, vecinos a izquierda y derecha. En 1866, el profesor José Santamaría de Hita, que llevaba tiempo estudiando el inmueble, descubrió en una de las paredes del portal una sencilla cruz grabada, que se interpretó como certificación de que aquella era la casa en la que había fallecido Gaspar de Ezpeleta y, por lo tanto, la casa en la que había vivido Cervantes en 1605. Cervantes y su familia residieron en Valladolid hasta 1608, dos años después de que la Corte volviera a Madrid.



2.º La muerte del caballero Ezpeleta. [calle de Miguel Íscar]

El 27 de junio de 1605, hacia las 11 de la noche, un embozado salió al paso del caballero navarro Gaspar de Ezpeleta, a la altura del puente sobre el Esgueva, frente al Rastro de los Carneros. El hombre asaltó a Ezpeleta, le propinó dos estocadas y huyó. A los gritos de socorro del herido acudió Luis de Garibay quien, con ayuda de Miguel de Cervantes (que también salió de casa para ayudar), llevó a Ezpeleta hasta casa de su madre, Luisa de Montoya, titular de la vivienda de enfrente de la de la familia Cervantes, en el segundo piso del número 14 de la calle nueva del Rastro. Ezpeleta falleció al día siguiente, de madrugada. Para entonces, el alcalde de villa y corte ya había iniciado pesquisas para averiguar qué había pasado.


3.º El hospital de El casamiento engañoso / El coloquio de los perros. [Casa Mantilla]

"Salía del Hospital de la Resurrección, que está en Valladolid, fuera de la Puerta del Campo, un soldado que, por servirle su espada de báculo y por la flaqueza de sus piernas y amarillez de su rostro, mostraba bien claro que, aunque no era el tiempo muy caluroso, debía de haber sudado en veinte días todo el humor que quizá granjeó en una hora. Iba haciendo pinitos y dando traspiés, como convaleciente; y al entrar por la puerta de la ciudad, vio que hacia él venía un su amigo, a quien no había visto en más de seis meses; el cual, santiguándose como si viera alguna mala visión, llegándose a él, le dijo: -¿Qué es esto, señor alférez Campuzano?"


5.º Cervantes, interrogado en la Cárcel de Corte. [Calle de Santiago, esquina a calle de Santa María]

Durante la estancia de la Corte de Felipe III en Valladolid, los asuntos de orden público que acontecían en el lugar los juzgaba el llamado “alcalde de villa y corte”, cuyo “cuartel general” era la “cárcel de corte”, la cual, desde 1603 se encontraba en la conocida como Casa del Canónigo (hoy calle de Santiago, 15). Tras el asesinato de Gaspar de Ezpeleta, todos los vecinos de las casas del Rastro e inmediaciones fueron interrogados en dicha “cárcel”, aunque ninguno de ellos fue realmente encarcelado sino que todos volvieron a casa bajo fianza, cuando el interrogatorio finalizó. El expediente en el que se recoge todo este proceso, viajó a Madrid cuando la Corte volvió allí, en 1606. En la actualidad se conserva en la Real Academia Española. Además de a los vecinos, el alcalde de villa y corte también tomó declaración, entre otros, a Gaspar de Ezpeleta en su lecho de muerte –en su declaración no aclaró la identidad del asaltante– y a la patrona de la pensión en la que se hospedaba Ezpeleta en la calle de los Manteros (hoy Mantería). Esta última puso a los investigadores sobre la pista de la verdadera “vida” que llevaba Gaspar de Ezpeleta y contó cómo, después de conocerse su muerte, una mujer había ido a verla diciéndole que Ezpeleta le había robado unas joyas. Al parecer, esta mujer, que estaba casada, era una de las amantes de Ezpeleta…


6.º Los consejos de El licenciado Vidriera en la Acera de San Francisco. [Plaza Mayor, antigua Acera de San Francisco]

"No pregunto eso, sino que cuál es mejor lugar: ¿Valladolid o Madrid? Y respondió: De Madrid, los estremos; de Valladolid, los medios. No lo entiendo repitió el que se lo preguntaba. Y dijo: De Madrid, cielo y suelo; de Valladolid, los entresuelos.”

Aquí, en la Acera de San Francisco, había a comienzos del siglo XVII, un gran convento franciscano. En él quiso enterrarse Gaspar de Ezpeleta y así se hizo. Para sufragar sus últimas voluntades, su amigo, el marqués de Falces, vendió las pertenencias de Ezpeleta. Para ello tuvo que solicitar al alcalde de villa y corte que se las entregase y fue entonces cuando, al cotejar los objetos que el finado llevaba encima y lo que de él se había recogido en la pensión en que vivía, se vio que en los bolsillos del jubón había dos pares de pendientes cuya descripción coincidía con los que la amante de Ezpeleta había echado en falta. En el mismo bolsillo se encontró también un papel escrito y bien doblado. Pero lo que allí ponía no fue registrado en el expediente, presuntamente porque el alcalde de villa y corte quiso encubrir algo o a alguien… Ahí acaba esa historia…


7.º El caño dorado en La ilustre fregona. [Plaza de Fuente Dorada]

“Los mancebos, con solo un criado y a caballo en dos muy buenas y caseras mulas, salieron a ver la fuente de Argales, famosa por su antigüedad y sus aguas, a despecho del Caño Dorado y de la reverenda Priora, con paz sea dicho de Leganitos y de la estremadísima fuente Castellana, en cuya competencia pueden callar Corpa y la Pizarra de la Mancha. Llegaron a Argales, y cuando creyó el criado que sacaba Avendaño de las bolsas del cojín alguna cosa con que beber, vio que sacó una carta cerrada, diciéndole que luego al punto volviese a la ciudad y se la diese a su ayo, y que en dándosela les esperase en la puerta del Campo.”

Hemos visto que Cervantes escribió en Valladolid El licenciado vidriera y El casamiento engañoso/El coloquio de los perros. En ambas obras, parte de la acción acontece en Valladolid. Sin embargo, hay otras obras cervantinas en la que también se nombra a Valladolid, aunque el escritor no las escribiese aquí. A saber: La gitanilla (se cita la iglesia de San Llorente), La Galatea (se cita el río Pisuerga), La ilustre fregona (se cita la Fuente Dorada) y Los habladores (se cita la plaza del Ochavo).


8.º La estatua de Cervantes y otros homenajes vallisoletanos a Miguel de Cervantes. [Plaza de la Universidad]

Desde que en 1866, se declaró oficialmente que la Casa de Cervantes en el Rastro era auténtica, Valladolid ha protagonizado diversos gestos en homenaje al autor de El Quijote: colocación de la estatua de Mariano Pérez Mínguez (1877 y 1889); asignación de nombres cervantinos a calles de la ciudad (calle de Cervantes; calle del Licenciado Vidriera; calle de La Galatea; Pasaje de Dulcinea…); asignación de nombre a un colegio público (C.P. “Miguel de Cervantes”, Delicias); asignación de nombre al teatro construido por Nicasio Pérez (operativo hasta 1929) en la calle de Santa Lucía: Teatro Cervantes; asignación de nombre a un segundo teatro en la calle del Santuario; etc. 


Buscando huesos del pasado


No consigo dar con un medio de comunicación que no comente esto de los huesos de Cervantes. Tal parece que interesa mucho más dónde fue enterrado que leerlo. ¿Será que tratan de llevarnos en peregrinación a su tumba?
Con el Quijote pasa casi como con la Biblia. Todo el mundo ha oído hablar de ellos, en cierta ocasión los ha tenido en sus manos, quién no se sabe de memoria alguna frase, pero qué poquita gente los tiene en su casa. Como ya no pasan los visitadores ofreciéndonos lujosas versiones encuadernadas en piel y con canto dorado… Ese oficio en desuso seguro que se revitalizaría organizando excursiones a las trinitarias para ver cómo más de treinta personas se afanan entre cascotes y trozos de mortaja por dar con la pepita de oro.
Cuando la encuentren, los de Madrid España tendrán asegurado el negocio del siglo.

De manco, nada



Un amable lector me solicitó desde Argentina alguna información sobre los perros de Cervantes. Fue con motivo de mi reportaje sobre Valladolid y algunas de sus plazas. Recabé toda la información que pude y se la remití. Pero al tiempo que indagaba sobre la existencia real o meramente literaria de Cipión y Berganza, los protagonistas de Coloquio de los perros, me encontré con un texto de un autor vallisoletano, que me fue llevando de éstos al Hospital de la Resurrección, y del hospital a la casa donde con toda certeza vivió Miguel de Cervantes en la ciudad de Valladolid.
Me interesó muy especialmente la imagen del Jesús Resucitado que presidió la enorme puerta de entrada del Hospital de la Misericordia. Cuando la piqueta hizo de las suyas en Valladolid, cargándose mucho de lo más histórico para poner en su lugar modernos edificios, estamos hablando del siglo XIX, milagrosamente se salvaguardaron la puerta y la imagen. La primera está en propiedad particular y la segunda en un lugar notable de la casa de Cervantes.
Esta mañana he aprovechado un viaje al centro para hacer estas fotografías y comprobar que, en efecto, al Cristo le falta una mano, como al mismo Cervantes. Pero ninguno de los dos estuvo manco.

Y ahora aprovecho la tranquilidad de la noche para colgar este texto.

Cervantes en su casa

Conociendo el entusiasmo con que ha actuado la piqueta en Valladolid y sabiendo el estado de frustración en que quedó la ciudad tras el retorno de la corte a Madrid en 1606, uno no se explica por qué no fue demolida la casa de Cervantes que estaba en un sitio inapropiado, insano y alejado del núcleo urbano. Sabemos que quien la mandó construir la levantó para hacer un negociejo ante la necesidad de viviendas que provocó la corte de Felipe III al venir a Valladolid. Pero la verdad es esta: Valladolid es la única ciudad española que puede alardear de la única y auténtica "casa cervantina" de todas las que se enseñan por ahí como viviendas en la que habitó el ilustre manco.
Conviene, aunque sea repetir una historia sabida y escrita en muchas ocasiones y por plumas y ordenadores mejores que los míos, abundar en la historia de la casa de Cervantes y procurar hacer un esfuerzo para ponernos en el pellejo de aquel ex-soldado y ex-cautivo decepcionado porque la Administración del Reino le dio con la puerta en las narices cuando le pidió un cargo público de los que estaban vacantes.
Al asunto: La localización de esta casa y su conservación hasta nuestros días se debe a un grupo de cervantistas, entre los que se encontraban: el profesor de la Escuela de Comercio de Valladolid, José Santa María de Hita, que fue quien localizó y documentó la casa en 1862; el vallisoletano Benigno de Vega Inclán, segundo marqués de este título (auténtico salvador de la casa, que en 1912 se encontraba en estado ruinoso pero que llevaba cincuenta años localizada y documentada); el hispanista americano, creador de la Hispanic Society, Archer M. Huntington, y el rey Alfonso XIII.
Se cuenta que el rey Alfonso XIII puso de su propio bolsillo los dineros necesarios para comprarle a su último propietario la modesta vivienda que habitó el escritor, para que posteriormente pudiera ser rehabilitada conservada. (Se supone que el dueño ignoraba ambas situaciones: que la pagaba el rey y que en ella había vivido el autor del Quijote, pues ¡buenos son los caseros para dar facilidades y desaprovechar un negocio!) Las otras viviendas anejas que formaban el conjunto del edificio fueron pagadas por el marqués de Vega-Inclán y el hispanista Huntington.
Les pido a los lectores un esfuerzo de imaginación para que se trasladen a aquellos años en que Cervantes, sus dos hermanas, su hija natural, su mujer abandonada o "abandonadora", su sobrina y una criada montañesa, vivían en los cuartos que alquilaron. La imaginación tiene tres sólidos argumentos fidedignos: la corte estaba en Valladolid, nuestra ciudad era un ir y venir de personajes ilustres, el propio duque de Béjar, a quien dedicó Cervantes la Primera Parte del Quijote, andaba por aquí hecho un chaval, porque lo era; y de aquí no se movía nadie porque aquí estaba el negocio y el momio. Valladolid era el meollo del cogollo del bollo. Resulta curioso observar que el gran escritor, ya autor de la primera parte del Quijote, aunque todavía no había salido de la imprenta, ayudaba a su hermana Andrea en tareas impropias pero necesarias en una familia donde hay un hombre que sabe escribir y de cuentas. A Miguel de  Cervantes le tocaba escribir las facturas y las cuentas que se cobraban en la casa por trabajos de costura y lavandería. Lo demuestra una factura conservada entre los papeles del marqués de Villafranca escrita de puño y letra de nuestro escritor por trabajos realizados por su hermana mayor, Andrea. Hay en el documento una segunda cuenta en la que se detallan "los lienzos y holandas y cambrays" comprados para los arreglos de la ropa recogida en casa de Don Pedro de Toledo, marqués de Villafranca. Esta cuenta es la que de su puño y letra hizo Cervantes. Y a renglón seguido hace la cuenta al detalle, observándose en ella un renglón de 31 reales para "la lavandera", de lo que deducimos que Andrea y las demás mujeres de la casa tenían organizado un taller de costura y lavandería con el que iban tirando a la espera de que le llegaran a su hermano tiempos mejores con los negocios de la poesía y de los entremeses teatrales. Tenía entregada en la imprenta una historia de un hidalgo manchego medio loco, que iba a dar mucho que hablar y esperaban que también diera algún dinero, pues se lo había dedicado al duque de Béjar (de cuya generosidad no hay datos). La imprenta trabajó sobre el manuscrito durante algunos meses y los primeros ejemplares en pliegos sueltos llegaron a Valladolid en el invierno de 1604, pero con el taco de 1605 porque faltaban algunas licencias que habrían de concederse en Valladolid, pues, ya digo, aquí estaba el meollo del cogollo del bollo.
José Delfín Val. Cervantes en Valladolid. © El Mundo 2005




Como puede observarse en ambas fotos, de mancos, nada de nada. Simples habladurías.

Caló el chapeo, requirió la espada, miró al soslayo, fuese, y no hubo nada.


He tenido un pronto y no he podido resistirme. Hace ya un tiempo leí, en un ABC de los que compraba mi padre y luego dormitaban en la parte de abajo de la mesa del comedor acartonándose el papel con el sol del medidodía, un artículo, a propósito de no recuerdo qué cosa, que utilizaba un soneto de Cervantes, para referirse a quien alardea en palabras, pero se para en seco cuando el discurso parece que lleva a mayores.

Empezaba así, ya que Internet es la madre de todas las sorpresas y de incluso cualquier desmemoriado sin remedio: "ADMIRÁBASE un caballero de la grandiosidad del túmulo del Rey Felipe II en Sevilla y enfatizaba, según el famoso soneto de Cervantes: «Apostaré que el ánima del muerto, por gozar este sitio, hoy ha dejado la gloria donde vive eternamente». Y el propio autor aprovecha el último terceto y el estrambote para prevenirnos contra las fanfarronadas: «Esto oyó un valentón y dijo: «Es cierto cuanto dice voacé, seor soldado, y el que dijere lo contrario miente». Y luego, incontinente, caló el chapeo, requirió la espada, miró al soslayo, fuese y no hubo nada.» Esa suele ser la conducta del charlatán, jactancioso, baladrón, perdonavidas, bravucón, arrogante, parlanchín, bocazas, pendenciero. O, lo que es lo mismo, de quien fácilmente y por causas nimias arma camorras y pendencias, del que habla mucho y sin oportunidad, del que dice lo que debía callar, del que siendo miedoso, blasona de valiente…" Y lo firmaba Luis Ignacio Parada el 11 de marzo de 2005.

En realidad sólo me acordaba de los dos últimos versos del soneto cervantino, y creo que la razón reside en que se me quedó grabada la lista de sustantivos que el tal Parada engatilló, más bien ensartó, con, a mi modo de ver, sabia maestría y gracejo literario: charlatán, jactancioso, baladrón, perdonavidas, bravucón, arrogante, parlanchín, bocazas, pendenciero… A los que bien podría haber seguido añadiendo, porque nuestra lengua da para eso y para más, agresivo, alborotador, altanero, altivo, autosuficiente, belicoso, boceras, cacareador, camorrista, chivato, chuleta, chulo, comprometedor, creído, desdeñoso, despectivo, despreciativo, duro, encopetado, engreído, envarado, fachendoso, fanfarrón, farolero, fatuo, gallito, gárrulo, hablador, imperioso, impertinente, incitador, inmodesto, insolente, matamoros, matasiete, matón, orgulloso, peleón, petulante, presumido, presuntuoso, provocador, quisquilloso, soberbio, tieso, valentón, vanidoso… Y no sigo porque no quiero repetirme.

Dado que no conocía íntegro el soneto he buscado y he encontrado esto, que me ofrezco a mí mismo como premio por recordar algo tan sin ánimo de lucro, que es que ni siquiera se come. Y digo yo, ¿cómo me he acordado de esto, a mis años y después de tanto tiempo transcurrido? ¡A ver si resulta que conforme envejezco me encuentro cada vez más joven! Ja, ja, ja…

Y resulta que no sabía que su autor es

Miguel de Cervantes
Miguel de Cervantes Saavedra tuvo una vida azarosa de la que poco se sabe con seguridad. Nació en Alcalá de Henares (Madrid), probablemente el 29 de septiembre de 1547. Pasó su adolescencia en varias ciudades españolas (Madrid, Sevilla) y con poco más de veinte años se fue a Roma al servicio del cardenal Acquaviva. Recorrió Italia, se enroló en la Armada española y en 1571 participó con heroísmo en la batalla de Lepanto, donde comienza el declive del poderío turco en el Mediterráneo. Allí Cervantes resultó herido y perdió el movimiento del brazo izquierdo, por lo que fue llamado el Manco de Lepanto. En 1575, cuando regresaba a España, los corsarios le apresaron y llevaron a Argel, donde sufrió cinco años de cautiverio (1575-1580).Liberado por los frailes trinitarios, a su regreso a Madrid encontró a su familia en la ruina. Se casa en Esquivias (Toledo) con Catalina de Salazar y Palacios. Arruinada también su carrera militar, intenta sobresalir en las letras. Publica La Galatea (1585) y lucha, sin éxito, por destacar en el teatro. Sin medios para vivir, marcha a Sevilla como comisario de abastos para la Armada Invencible y recaudador de impuestos. Allí acaba en la cárcel por irregularidades en sus cuentas. Después se traslada a Valladolid. En 1605 publica la primera parte del Quijote. El éxito dura poco. De nuevo es encarcelado a causa de la muerte de un hombre delante de su casa. En 1606 regresa con la Corte a Madrid. Vive con apuros económicos y se entrega a la creación literaria. En sus últimos años publica las Novelas ejemplares (1613), el Viaje del Parnaso (1614), Ocho comedias y ocho entremeses (1615) y la segunda parte del Quijote (1615). El triunfo literario no lo libró de sus penurias económicas. Dedicó sus últimos meses de vida a Los trabajos de Persiles y Segismunda (de publicación póstuma, en 1617). Murió en Madrid el 22 de abril de 1616 y fue enterrado al día siguiente.

Al túmulo del Rey Felipe II en Sevilla

Voto a Dios que me espanta esta grandeza
y que diera un doblón por describilla;
porque ¿a quién no sorprende y maravilla
esta máquina insigne, esta riqueza?

Por Jesucristo vivo, cada pieza
vale más de un millón, y que es mancilla
que esto no dure un siglo, ¡oh gran Sevilla!,
Roma triunfante en ánimo y nobleza.

Apostaré que el ánima del muerto
por gozar este sitio hoy ha dejado
la gloria donde vive eternamente.

Esto oyó un valentón, y dijo: "Es cierto
cuanto dice voacé, señor soldado.
Y el que dijere lo contrario, miente."

Y luego, incontinente,
caló el chapeo, requirió la espada,
miró al soslayo, fuese, y no hubo nada.

Hoy voy a dormir en sábanas nuevas


A Ramón ya lo conocéis, que he hablado de él algunas veces y más o menos ya está presentado. Lo metí aquí hace algo más de un año.

Él, por su parte, también hizo lo que pudo para darse a conocer, que tuvo tiempo de mirar viejas fotos familiares y recordar tiempos pasados felices y fructíferos, de juventud y de madurez. A ratos y según el humor que mantenía,  fue hilvanando la historia suya y de los suyos, con la pretensión de darle él mismo el cosido definitivo. Tuvo, sin embargo, la previsión de ir dejando flecos para que otros completaran las lagunas o descuidos que él no pudiera o no supiera atender y rellenar.

Ramón era como un libro abierto. Se dejaba conocer sin ofrecer ninguna resistencia. Desde que llegó acompañado de Tere y de sus hijos, quien quiso le trató; y quien no, también supo de él. Sin forzar, te hacía hablar; sin molestarte, ocupabas sitio a su lado; sin ofender, se le escuchaba; con agrado recibíamos sus saludos, interpelaciones y reflexiones.

No tuvo, pues, nada de extraordinario que, a la vista del deterioro físico que fue sufriendo, unos preguntándole directamente y otros enterándose a través de unos, todo quisque estuviera al cabo de la calle de lo que le pasaba y él expresaba sin cortarse ni dar rodeos innecesarios: me ataca un cáncer de páncreas.

Un año entero vivimos sufriendo con él, y también alegrándonos, según el día que tuviera, las fuerzas o debilidad que mostrara, las ganas de hablar o de silencio. La operación que le realizaron apenas sirvió para mantener una esperanza colgada de un hilo… demasiado débil.

Aún así, Ramón siguió haciéndose presente donde ya era habitual, salvo en el trabajo, manteniendo un tono sobradamente alto al saludo de "aquí estamos, todavía".

El bautizo de sus nietas, Blanca y Nines, -nacidas en el invierno-, un 24 de abril, fue la última vez que le tuvimos con nosotros. Ya no volvió, hasta el 26 de mayo. Ese día le despedimos.

Muchas visitas le hice, muchos ratos pasamos charlando, otros casi sin palabras. Vi, él me enseñó, cosas de su vida, fotos, instrumentos de trabajo raros y ya fuera de uso, libros y papeles; en fin, esas cosas que se almacenan con el paso del tiempo y algún día se vuelven a sacar, se desempolvan y se curiosean para, qué se yo, hacer, por ejemplo, un blog personal y familiar.

Él sabía más de mí que yo de él. Tal vez porque Fidela, mi patrona del pueblo, le informó en su momento cuando él y Tere decidieron plantar casa en aquel lugar en las faldas de Torozos, mirando a Campos. Tal vez porque mirándome descubría más de lo que yo mismo expreso. Tal vez, que también puede ser, porque soy más transparente de lo que me apetece y quiero.

El caso es que Tere y él hablaron de tener conmigo algún detalle. Ya lo habían tenido, hace años. De un viaje que hicieron a la América Austral me trajeron este precioso belén hecho en madera de radal.


No pudo ser esta vez que la entrega fuera sino por encargo. Tere delegada se presentó con este ejemplar de Entremeses de Cervantes, adobado con la foto de la pareja en singular trance escénico y con la reseña manuscrita de las obras que interpretaron, quién sabe si fueron más, que no lo dice.


Entre paréntesis figuran los personajes que Ramón encarnó. Nada se dice, y debiera hacerlo, de los que interpretara Tere. Mecachis…

El caso, y es a lo que voy desde el principio, el caso es que Tere, junto con el libro que ahí os muestro, traía dos juegos de fundas nórdicas, para quita y pon, que Ramón y ella pensaron que yo no tenía y que me vendrían bien, cualquiera que fuera la manera en que yo duerma.

Y eso es lo que os quería decir, que esta noche estreno lienzo, que voy a dormir en sábanas nuevas. Estoy de suerte. Mañana os lo cuento.

¿De verdad esa maquinita mola tanto?


     Me han dicho que tiene una sola pega el invento: usa la palabra book. ¿Es que libro no es un término decente e inocente?
    
Pues sí, hoy es el Día del Libro, merced a Don Miguel de Cervantes Saavedra (29 de septiembre de 1547 - 23 de abril de 1616) y/o a Mister William Shakespeare (Stratford-upon-Avon, Reino Unido c. 26 de abril de 1564 - ibídem, 23 de abril de 1616) [Las malas lenguas dicen que el isleño falleció el 3 de mayo, claro que esto según el calendario juliano, que no hay que confundir con el otro, el calendario gregoriano, que le sustituyó enmendándole la plana.) Aunque probablemente sea el Día del Libro porque así ha parecido a quienes tienen algo que ver con dicha cosa.
     Respecto a esta dicha cosa, es público y manifiesto que España es toda una potencia editorial, aunque no llegue a la media en cuanto a la lectura. Se publica mucho, y parece que es negocio, pero no se lee. No se sabe qué hace el personal con los libros que compra, si los coloca de adorno en el cuarto de las visitas, lo almacena para combustible de la estufa o lo utiliza como calce para los armarios y muebles que cojean. That is the question!, que diría un personaje del inglés.
    
El caso es que ha salido al mercado un artefacto que no es un libro, pero se le asemeja como “un huevo a una gallina”. Aunque de precio no anda por los abajos, las colas para adquirirlo sí han dado varias vueltas de manzana, y no precisamente de las que se comen. Incluso ha salido por ahí un video con una cuchufleta sobre el tal, que un servidor no pone, porque NO. Que lo busque el que lo desee.


    
Yo, que leo malamente sobre la pantalla, y eso que tengo una panorámica, no me veo en absoluto leyendo a mi paisano Delibes en un artilugio de éstos, por más que en él tenga cabida toda su obra y la de los inmortales griegos y latinos juntos.
    
Y no es que yo sea muy lector. Tampoco soy perseverante. Mi media de adquisiciones es muy baja, y mantengo al tiempo abiertos unos cuántos, tantos que ya me pierdo cuando vuelvo y ni me acuerdo de a dónde me llegaba. Paso tiempo buscando el hilo, y cuando encuentro el ovillo originante, ya me ha dado por pasarme a otro. Y así…
    
En fin, que aunque uno no se come los libros por el lomo, sin embargo mantiene con ellos una buena relación. Por eso, en este día tan señalado, me invento este pequeño decálogo, que no tiene ningún valor, pero que me ha salido de improviso y lo cuelgo por simple vanidad.
    
Decálogo del buen lector de libros de toda la vida, o séase, como dios manda:

  1. El regusto de oler olor tan agradable
  2. El placer de mojar el dedo índice en la lengua, tanto da si propia o ajena, para pasar página. Y que no me digan que es una guarrada.
  3. La posibilidad de personalizar el marcapáginas. Mi madre usaba la hebra de hilo más a mano de su costurero. Yo, el primer trozo de papel que pesco.
  4. El ennegrecido de las hojas, propio del paso del tiempo y del sobeo natural de quien lee sin lavarse antes las manos.
  5. La gozada que da ver el precio puesto a lápiz en la primera página interior por el o la librero de turno hace 20, 30 ó más años, y descubrir que tienes un libro que valió 2,50 pts, o menos.
  6. El disfrute de coger uno empezado hace ya ni me acuerdo cuándo, y ver que sigue esperándome pacientemente, sin requerir mi atención a base de pitidos estereofónicos.
  7. Unido a lo anterior, lo molesto del polvo depositado entre sus páginas.
  8. La erudición que denotan los subrayados a colores, las notas y apostillas en los bordes, las citas a otros lugares y autores relacionados.
  9. La molestia agradable de cargar con cajas y paquetes que debe suponer para quien se traslada de lugar y no quiere perder lo que es su más precioso tesoro: “Mis libros”.
  10. El cosquilleo en la oreja de tener ahí el lápiz con que tomar notas, tachar, subrayar, garabatear, añadir, pintar…


    
Estos diez mandamientos se encierran en dos: Amarás al libro con todas tus fuerzas, y te propondrás leer un capítulo al día, por lo menos.

http://www.elpais.com/recorte/20100423elpepivin_4/XLCO/Ges/20100423elpepivin_4.jpg 
El Roto, en El País, 23/4/2010

Sansón, en El Norte de Castilla, 23/4/2010


N.B. También hoy es el día de Villalar, y es ya costumbre arraigada en mi historial irme de bureles por los campos anchos de mi Castilla. No esperéis que lea nada que no sean los carteles, si los hay, que señalen rutas montañeras, o las guías de recorridos andariegos por lugares pintorescos.
Es verdad que la climatología que avisan no parece acompañar para estos menesteres, pero voy a intentarlo o moriré en el afán. En cualquier caso si consigo hacer una jornada interesante, mañana o pasado tendréis reportaje gráfico asegurado.

Chorreazo de adrenalina

Todos los 23 de abril tienen nombre propio. Poco importa el año que se considere.

Para unos es el Día del Libro, onomástica de don Miguel de Cervantes, sí el del Quijote, y de mister William Shakespeare, el de Otelo. Y con tal motivo se ponen muy serios, encerrados en aulas de alto copete y pónense igualmente a disertar, leer, celebrar, a Gutenberg, por lo de la imprenta, a la cultura escrita en particular, y a la lectura diversa en general. Y siempre, entre aplausos y gente de alto nivel de sensibilidad y del saber hacer, decir y escribir, se lamentan de lo mucho que se edita y de lo poco que en fin se trajina en lectura personal, esforzada, cuidadosa y re-pensada, o sea, reflexionada.
Es el día en que se lamenta toda la humanidad de lo mucho que se gasta la dicha humanidad en madera para estanterías que van a soportar televisores de plasma, relojes a pilas, figuritas de plastilina, fotos de aquí y de allá, y algún que otro libro de pastas resplandecientes y páginas inmaculadas de no haber sido nunca maculadas.



Para otros, en mi tierra, es el día de la tierra castellana, Villalar, Los Comuneros, el extranjero malencarado y dictador que se cargó de raíz las raíces propias de esta tierra. Y se van a la campa a cantar y bailar jotas, a leer y escuchar manifiestos contra esto y contra aquello, a poner flores en monolito pétreo que ya no dice gran cosa para los de esta hora, que es la era de la globalización globalizada, todos laminados por una igualdad fatal e interesada, que olvida lo propio y ensalza lo que no es absolutamente nada, pero ojo, que esa nada es como la peste que avanza cual nube negra de Tolkien.
Y también llevan tortillas, y botas con buenos caldos, y alguno y alguna se ponen hasta la cabeza de otros productos, de los que no da esta tierra. ¿O sí? Es que ya ni sé lo que es de aquí.



Para mí y para los míos, sin embargo, es el primer día de primavera. Y no hacemos otra cosa sino largarnos a la montaña, y estrenar nieve sin pisar, dejar que el aire y el sol nos desvirgue la piel invernal, permitir que nuestros cuerpos se espurran en ejercicios de subida y de bajada, y al final, después de muchas horas de santo ejercicio físico, mental y espiritual, aparezcan por fin, las primeras agujetas del año nuevo, que como he dicho anteriormente, empieza siempre para nosotros en este espléndido día, en que nos rebautizamos con botas de alta montaña, mochila a la espalda, crema por doquier anti-quemazón en cara y brazos, y polainas por si acaso. Bueno a esto ahora lo llaman finamente guetres, que polainas ya es muy antiguo y recuerda, qué historia, a los guardias terribles de mi infancia y juventud, a quienes llamábamos “los grises”.

Pues eso, que ayer nos fuimos a desburrarnos al alto de Peñalara, y fuimos muy poquitos los que subimos, y entre todos, los más jóvenes, éramos nosotros, que doblábamos la edad al más mayor de todos ellos.

Esta mañana me he levantado con el cuerpo maltrecho, la mente despejada y las manos y dedos un poco torpes; tanto que me he comido una h al escribir en un blog amigo huso horario. Y he tenido que volver para corregirme y pedir perdón y que me disculpen, que no es incultura ni iletralez, sino simple agarrotamiento de miembros.



Pues eso, que ayer fue el Día de Villalar, y mientras sindicales pedían medidas concretas, nosotros pedíamos ¡más madera!



Post Data:

¡Cómo me voy a olvidar de Don Miguel! Eso en mí es imposible por impensable. (¿Será al revés: impensable por imposible? No sé, pero ya me entendéis: que no, que no puede ser y se acabó). Ayer, en la campa de Villalar, se juntó jota, vino, tortilla, banderolas al viento y lectura continuada de El Camino, de Delibes, ¡sí señor!, que este señor se lo merece por castizo, castellano, cazador, católico de libre vía, capacitado amador de su amada Mariángeles, casi compa de mi también apreciado José Velicia, amigo mío al bies pero entrañable, y cantamañanas reidor de quienes usan tan mal su pulcro, bello, fino, escueto y universal castellano.
¡Viva don Miguel Delibes!

Seguidores

Etiquetas

20 N Abraham Abstención Abuelez Abuso de menores Abuso de poder Abusos sexuales Acacia Acebo Aceras Actualidad Acuario Ada Colau Adán Adolfo Suárez Adviento Aféresis Afganistán Afilador Afirmación África Agricultura Agua Aguaviva Agustín del Agua Agustinos Filipinos Ain Karem Aire libre Ajo Alandar Albert Einstein Alberto Cortéz Alberto Iniesta Albino Luciani Alcalde Aldous Huxley Alegría Alejandro Guillermo Roemmers Aleluia Alemania Alex Ubago Alfabetización Alfonso Álvarez Bolado Alfredo Velasco Alicante Alicia Martín Baró Alimentos CE Alma de las cosas Almendro Álvaro Pombo Alzheimer Amando López Amanecer luminoso Amapola Aminatou Haidar Amistad Amor Amusco Ana y Simeón Anacoreta Anastasio Rojo Ancianidad André Wénin Andrés C. Bermejo González Andrés Torres Queiruga Ángel Álvarez Ángel Galindo Ángel García Forcada Animaladas Aniversario Anthony de Mello Anton Chejov Antonio López Baeza Antonio Machado Antonio Machín Año nuevo Añoranza Aparcamiento Apocalipsis Apócrifos Árbol Argentina Arguiñano Armarios Armas Armonio Arte Ascensión Ascensor Asertividad Asesinato Aspidistras Astou Pilar Asunción Ataxia Atletismo Atrio.org Auditorio Miguel Delibes Ausencia Austeridad Autoconfianza Autoridad Avaaz Avería Avisos Ayelet Shaked Aymeric Picaud Ayuntamiento Azorín Azucenas Baltasar Garzón Banco de Alimentos Banco de España Barack Obama Barcelona Barrio de Delicias Barro Bartolomé Esteban Murillo Baruck Spinoza Bautismo Baxter Keaton Beagle Beatriz Cariño Beethoven Belén Benedicto XVI Benito Prieto Coussent Benjamín Prado Bernabé Berta Berto Bertolt Brecht Biblia Biblioteca Bicicleta Bienaventuranzas Bienve Blog Bloque Blowin’ in the Wind Bob Dylan Boda Boj Bolivia Bolsa Bondad Borja Borrado Breva Breviario Buena voluntad Buenos consejos Bufanda Bujedo Cabreo Cactus Cadarso Café Cala Calabaza Calendario Calidad de vida Cáliz Calor Calzado Caminar Camino Camino Astorga Redondo Camino del Pesquerón Campamento Campeonato Mundial de Fútbol Canal de Castilla Cáncer Cancha deportiva Canela Canena Cantabria Caracoles Cardenal Martini Caritas Cáritas Carlos Carlos Aganzo Carlos F. Barberá Carlos González Vallés Carlota Carmen Tablada Carnaval Carne Castilla Castromocho Castromonte Catecismo Catecismo Holandés Catedral Catequesis Caza CCP Cedro Celibato Celina Maricet Celtas Cortos Cena de Pascua Cenar Cenizas Censura Cervantes César Vallejo Change.org Chapuzas Charlot Chetán Chile China Chiquilladas Chispa Cielo Ciencia Cine Ciro Alegría Cisne Claudio Coello Claudio Sánchez Albornoz Clint Eastwood Clonar Cocina Codex Calixtinus Codorniz Coherencia Colegio Colesterol Colón Coltán Comadreja Comedor Social Comentarios Comer Comillas Compañeros Compasión Competición Compromiso Comuneros Comunicación Comunión Concilio Vaticano II Cónclave Concurso Conferencia Episcopal Española Confesión Congo Constitución Española Consumismo Contaminación Control Córdoba Cordura Corea del Norte Corea del Sur Coronavirus Corpus Corrección Correo Corzos Cosas Cosas de la vida Cosecha Creación Credo Crisantemos Crisis Cristales Cristianisme i Justícia Cristo Crucificados Crucifijo Cruz Cuadros Cuaresma Cuento Cueva del Cobre Cuidados Paliativos Cultura Cumbre sobre Clima de Copenhague Cumpleaños Curiosidad Dalí Dámaso Alonso Daniel Barenboim Daniel González Poblete Dante Dante Pérez David Déficit de atención Delacroix Delatar Delibes Delito informático Democracia Dentadura Denuncia Deporte Derecho Derecho a la intimidad Derecho Canónico Derecho de propiedad Derechos Humanos Desagües Desahucio Desaparición Desarrollo sostenible Descalificación Descubrimientos Desiderio Desilusión Despedida Despertar Día de los Sin Techo Diálogo Diapositivas Dietrich Bonhoeffer Difuntos Dignidad Dinamarca Dinero Dios Dios con nosotros Distopía Diversidad Dolor Dolores Aleixandre Domingo Don Dionisio Don Domnino Donald Jhon Trump Donald Zolan Doñana Droga Duda Duende Duero Ébola Ecce Homo Eclesalia Ecología Economía Edad Edelweiss Edición Eduardo Galeano Eduardo Haro Tecglen Ejercicios espirituales El Cid El club de los poetas muertos El Corazón de Jesús El factor humano El Gordo y el Flaco El Mal El muro de Berlín El Norte de Castilla El País.com El Papa El pinar El Pino El Roto El Salvador El tiempo Elba Julia Ramos Electricidad Eloy Arribas Eluana Emaús Emigración Emilia Pardo Bazán Emilio Calatayud Emisión Emma Martínez Ocaña Emoción En Portada Encinas Energía Enfermedad Enrique Barquín Sierra Enrique Estencop Equilibrista Erlich Ernestina de Champourcin Ernesto Cardenal Escalera Escritura Escuela Escultura Esfuerzo Esgueva Esopo España Esperanza Esperanza Aguirre Espíritu Estafa Estandarte de San Mauricio Estrellas Estrellita Castro Estudios Eta Eucaristía Eugenio Europa Euros Eurovisión Eutanasia Eva Evangelio Evidencia Evo Morales Expectación Extranjeros Eylo Alfonso Ezequiel Ezequiel Zaidenwerg Fabio Nelli Facundo Facundo Cabral Familia FAO Fe Febrero Federico García Lorca Feedly Felicidad Felicitación Felipe Felipe VI Félix López Zarzuelo Félix María Samaniego Fernán Caballero Fernando Altés Bustelo Fernando Fernán Gómez Fernando Lorenzo Fernando Manero Ficus Fidel Castro Fidela Fidelidad Fin de año Fiódor Mijáilovich Dostoievski Florence Nihtingale Florentino Ulibarri Flores Florián Rey Folk Fontanería Forbes Forges Foto palabra Fotos Fotos raras Fra Angelico Francia Francis Francisco Cerro Chaves Francisco de Asís Francisco Pino Frases Friedrich Engels Friedrich Wilhelm Nietzsche Frutas Frutos Fuego Fuencisla Fuensanta Fumar Funeral Fútbol Futuro G. B. Ricci Gabriel Celaya Gabriel Fauré Gabriel García Márquez Gabriela Mistral Gaillot Gala Galarreta Gallinas Gamberrada Gandhi Garoña Gas Gatos Gaza Género Generosidad Gente Gerhard Ludwig Müller Girasol Gitanos Gloria Fuertes Godspell Góngora Google Docs Goya Goyo Ruiz Granada Grecia Greda Gregoriano Gregorio Fernández Gripe A Gripe porcina Grupo sanguíneo Guernica Guerra Guerra española Gumi Gustavo Adolfo Béquer Gustavo Gutiérrez Gustavo Martín Garzo Gustavo Poblete Catalán Gutenberg Hacienda Haiku Haití Hambre Hamlet Lima Quintana Händel Hans Küng Harina Haruki Murakami Helecho Hemodonación Hermanitas de los pobres Hermanos Marx Higo Higuera Hiperactividad Hirosima Historia Historias HOAC Hobbes Hodegética Hogar Horacio Horario de invierno Horario de verano Hormigas Hortensia Hosta Huelga Humanidad Humildad Humor Ibrahim iDVD Iglesia Ignacio Ignacio Ares Ignacio Ellacuría Ignacio Manuel Altamirano Ignacio Martín Baró Ildefonso Cerdá Ilusión iMac iMovie Imperio Argentina Impresora Impuestos Incendios Indagación India INEA Infancia Infierno Informe Semanal Ingenuidad Inmaculada Inmigración Innocenzo Gargano Inocencia Interesante Intermón Internet Invictus iPhone iPhoto Irak Irán Isaac Isabel Isabel y Jesús Isaías Isla Islam Israel ITV J. Ratzinger James Dean James Mollison Jan van Eyck Japón Jara Jardín Javier Domínguez Javier Fesser Jazmín Jefté Jenny Londoño Jerusalén Jesús Jesús de Nazaret Jesús Espeja Jesús Visa JMJ Joaquín López JOC Johann Baptist Metz John Carlin John Martyn John P. Meier John Selby Spong Jon Sobrino Jorge Cafrune Jorge Manrique Jorge Negrete José Afonso José Antonio Pagola José Arregui José Delicado Baeza José Gómez Caffarena José Hierro José I. González Faus José Jiménez Lozano José Luis Borges José Luis Cortés José Luis Cuerda José Luis Martín Descalzo José Luis Martín Vigil José Luis Saborido Cursach José Luis Sampedro José Manuel Calzada José Manuel Vida José María Castillo José María de Pereda José María Díez-Alegría José María Manso Martínez José Martí José Mugica José Zorrilla Juan Antonio Marcos Juan de Juni Juan Goytisolo Juan José Tamayo Juan José Tamayo Acosta Juan Martín Velasco Juan Masiá Clavel Juan Pablo II Juan Ramón Jiménez Juan Ramón Moreno Juan Valera Juan Vicente Herrera Juan XXIII Jubilación Judit Juegos Jueves Santo Julia Ardón Juliana Vermeire Julio Lois Justicia Justicia y Paz Juventud Karl Marx Karl Rahner Kaunas Khalil Gibran Konrad Adenauer La Alhambra La Arbolada La Cañada La Codorniz La Fontaine La radio La Ser La Virgen de Guadalupe Labordeta Lacomunidad.elpais.com Lágrimas Laico Lampedusa Lanuza Las Cambras Las Edades del Hombre Las mañanitas Las Villas Laurel Lawrence Ferlinghetti Lenguaje Leocadio Yagüe León León Felipe Leon Gieco León Gieco Léon L'hermitte Leonard Cohen Leonardo Boff Leopoldo Panero Lesbos Ley Ley del aborto Leyendas Libertad Libertad de expresión Libia Libros Lilas Lilit Limonero Limpieza Lina Lince Linda Literatura Lituania Liu Xiabo Liuba María Hevia Llano Llaves Lluis Llach Lluvia Lola Lombarda Lope de Vega López Vigil Loquillo Luar na lubre Lucía Caram Ludwig Feuerbag Luis Argüello Luis Darío Bernal Pinilla Luis Espinal Luis García Huidobro Luis García Montero Luis González Morán Luis Guitarra Luis Mariano Luis Pastor Luis Resines Luna Lunes Lunes Santo Lutero Machismo Maestro de escuela Mafalda Magisterio eclesiástico Mal Maltrato Malvarrosa Mamá Manifiesto del día internacional del Voluntariado Manifiesto por la Solidaridad Manos Manos Unidas Manuel Azaña Manuel del Cabral Manuel Mujica Láinez Manuel Sánchez Gordillo Manuel Vicent Manuela Carmena Máquina Marc Chagall Marciano Durán María María Magdalena María y José Mariamma Mariano Cibrán Junquera Maricas Marinaleda Mario Benedetti Mark Twain Marruecos Marte Martes Santo Martha Zechmeister Martín Jelabert Martin Luther King Martin Niemöller Martirio Marzo Máscara Matilde Moreno rscj Matrimonio Matteo Ricci Maximino Cerezo Barredo Mayo'68 Medicina Médicos sin frontera Medina de Rioseco Medio ambiente Mediterráneo Membrillo Memoria Mentiras Mercado Mercedes Cantalapiedra Mercedes Navarro Puerto Mercedes Sosa Meses México Mi canario Mi casa Mica Michael Czerny Michel Quoist Miedo Miedo escénico Miércoles de Ceniza Miércoles Santo Miguel Ángel Baz Miguel Angel Buonarroti Miguel Ángel Ceballos Miguel Ángel Mesa Miguel Cabrera Miguel de Unamuno Miguel Hernández Miguel Ligero Miguel Manzano Milagro Millán Santos Ballesteros Minueto Miradas Mirlo Mis Cosas Mistagogia Moda Moderación Moisés Moli Molino Monasterio de Moreruela Monseñor Algora Monseñor Romero Montaña Montealegre Moral Moral de la Reina Morgan Freeman Morir con dignidad Morten Lauridsen Mosca cojonera Mosqueo Mouse Mucho queda por hacer Muerte Mujer Mundo rural Munilla Muros Muros de la vergüenza Museo Museo del Prado Museo Oriental Música Nacimiento Nadal Narcisos Natación Natalicio Naturaleza Navidad Neil Armstrong Neila Nelson Mandela Nevada Nicodemo Nido vacío Nieve Niñez Nochebuena Nombres Nona Nuevo Mester Obediencia Obras Obsolescencia Ocas Octavio Paz Oliver Sacks Olivo Olor ONU Opera Oración Ordenador Oro Ortega y Gasset Oscar Wilde Oslo Otoño Pablo Milanés Pablo Neruda Pablo Picasso Paciencia Paco Alcántara Padre nuestro Paellada País Vasco Paisajes Pájaros Pajarradas Pala Palabras Palacios de Campos Palacios del Alcor Palencia Palestina Palomas Pamplona Pan Pancho Pancho Aquino Papá Papa Francisco Paquistán Para pensar Paradilla Paraguas Parlamento Europeo Paro Parque infantil Parquesol Parras Parroquia de Guadalupe Parroquia La Inmaculada Parroquia Sagrada Familia Parroquia San Ildefonso Parroquia San Pedro Apóstol Partenia Partidos Políticos Partituras Pasado Pasatiempos Pascua Pasión Pastores y ángeles Patata Patines Patxi Loidi Pavo real PayPal Paz Paz Altés PDF Pedro Ansúrez Pedro Antonio de Alarcón Pedro Calderón de la Barca Pedro Casaldáliga Pedro José Ynaraja Pedro Miguel Lamet Pentecostés Peñalara Peñalba de Santiago Pep Lladó Perdón Pereza Periodismo Periquito Perplejidad Perroflauta Perrunadas Persianas Personas Pesetas Pete Seeger Peter Menzel Pez Piano Picasa Pico Pie Jesu Pierre Teilhard de Chardin Pilar Pilar del Río Pintada Pinturas Pirineo Piscina Pisuerga Plaga Plantas Plaquetas Plasma Plástico Plata Platón Plaza de Tian'anmen Plegarias Pluralidad Pobreza Poda Poder Poesía Pol Política Pornografía Portugal Pozo Predicación Pregón Prejuicios Premio Nobel de la Paz Premios Goya Presencia Presentación Presente Preservativos Primavera Primavera de Praga Primera Comunión Profetas Prohibir Protesta Proyección Proyecto Hombre Prudencia Prudencio Publicidad Pueblo Puertas Quemadura Quevedo Quijote Quino Quintín García Quira Racismo Radiactividad Raíces Ramadám Ramón Ramón Cué Romano Ramos Rastrojos Ratón Raúl Castro Realidad Recados Recambio Recidiva Recolección Record Guinness Recorrido virtual por el Santo Sepulcro Recuerdos Redes Cristianas Reedición Reflexión Regalo Religión Religión Digital Reloj Remuñe Renglones Repuesto Reseña Bíblica Residencia de Ancianos Resiliencia Resistencia Resurrección Retiro Reyes Magos Ricardo Blázquez Ricardo Cantalapiedra Ripios Risa Roberto Roberto Rey Rock Rogier van der Weyden Rosa Rosalía Rosario Roselen Rossini Rostros Roy Bourgeois Rubén Darío Rudyard Kipling Rut Sábado Santo Sábanas Sabine Demel Sacerdocio Sahara Sal Sal Terrae Salamanca Salomón Salud Samuel Samuel Aranda San Agustín San Antón San Antonio San Bartolomé San Benito San Esteban San Ignacio de Loyola San Isidro San Jerónimo San Joaquín y Santa Ana San José San Juan Bautista San Juan de Ávila San Juan de la Cruz San Lorenzo San Miguel del Pino San Pablo San Pedro San Pedro Regalado San Romà de Sau San Roque San Valentín Sancho Sandalias Sandro Magister Sangre Sanidad Sansón Santa Ana Santa Clara de Asís Santa Espina Santa Marta Santa Mónica Santa Teresa Santiago Santiago Agrelo Martínez Arzobispo de Tánger Santidad Santos Santos Cirilo y Metodio Santos Padres Sara Saramago Saulo Scott Fitzgerald Seattle Seguimiento Segundo Montes Selecciones de Teología Semana Santa Seminario Sentimientos Seriedad Servicio Jesuita a refugiados SGAE Shakespeare Shūsaku Endō SIDA Siega Siesta Silencio Siloé Silverio Urbina Silvia Bara Silvio Rodríguez Simancas Simone de Beauvoir Sínodo Siquem Siria Sócrates Sol Sola Soledad Solentiname Solidaridad Soltería Somalia Sopa Soria Sorolla Sotillo del Rincón Stéphane Hessel Stephen Hawking Sudor Sueños Sumisión Suni Sur T. S. Eliot Tabaco Taco Talleres López Tamarindo Tamarisco Tamiflú Tano Taray Tarifa TBO TDT Tea Teatro Teléfono Televisión Temor Tener tiempo Tensión arterial Teófanes Egido Teología Teología de la Liberación Tercera Edad Tere Teresa Forcades Ternura Terremoto Terrorismo Tetas Thomas Becket Tierra de Campos Tiken Jah Fakoly Tolkien Tomás Apóstol Tomás Aragüés Tomás Moro Tomás Segovia Tomates Torío Toro Torres gemelas de Nueva York Trabajo Tráfico Traición Transición Traveling Wilburys Trigo Trini Reina Trinidad Trufa Tsunami Tumba Twitter Ucrania Umberto Eco Unción de Enfermos Unidad Universidad Urbanismo Urracas Uruguay Utopía Uvas Vacaciones Vacuna Valladolid VallaRna Valle de Pineta Valle del Silencio Valporquero Van Gogh Vaticano Vegacervera Vejez Velázquez Velicia Ventanas Ventiladores Ventura Ventura García Calderón Verano Verdad Verduras Viajes Vicente Aleixandre Vicente Huidobro Vicente Presencio Revilla Víctor Codina Víctor Heredia Víctor Jara Vida Vídeo Viento Viernes Santo Viktor Frankl Villalar Villalón Villancicos Villaverde de Íscar Vino Viña Violencia de género Violencia en las aulas Violetas Virgen del Carmen Virgen del Pilar Visita Vladímir Mayakovski Voluntariado Vuelo 605 Whitney Houston Wikiquote Winston Churchill Wislawa Symborska Woody Allen Xabier Pikaza Yankhoba Youtube Zacarías Zenón de Elea