Una pasión auténtica V: El interrogatorio del gobernador

Era el viernes 14 de Nisán. Un cielo de plomo cubría la ciudad de David y una llovizna, molesta y continua, lo iba mojando todo: las agujas de los palacios, las torres de las murallas, las pequeñas cúpulas encaladas de las casas de los pobres, los mármoles del Templo y las callejas estrechas y escalonadas por donde corrían nerviosamente riachuelos de agua sucia. Cuando los gallos anunciaron el nuevo día, triste y gris, Jerusalén se despertó sobresaltada.

Mujer - ¡Vecina, vecina! ¿Ya se enteró? ¡Le echaron mano al profeta de Galilea!
Vecina - ¿A Jesús?
Mujer - ¡Sí! Está preso.
Vecina - Pero, eso no puede ser. ¿Cómo es posible?
Mujer - Pues así como lo oye. Yo le digo, vecina, que en este país todo anda al revés: los buenos en la cárcel y los ladrones en el palacio. ¡Ea, vístase pronto y vamos a ver qué está pasando!

La mala noticia corrió de boca en boca. En pocas horas, toda Jerusalén lo sabía.

Hombre - Han hecho una redada. Barrabás y Dimas están presos. Gestas, preso también. Y ahora me dicen que a Jesús, el nazareno, lo agarraron esta noche por ahí, entre los olivos del monte.
Vecina - Maldita sea, pero, ¿qué quieren los romanos? ¿Encerrarnos a todos?
Hombre - Pues prepárate, compañero. Poncio Pilato los torturará para que canten. Y si cantan, ya sabes tú, ¡media ciudad irá de cabeza a los fosos de la Torre Antonia!

En las calles, gentes de todos los barrios de Jerusalén se fueron juntando para protestar. Nosotros nos acercamos al lugar en donde sabíamos que habían llevado a Jesús.

Juan - No te desesperes, María. Al moreno lo tienen que dejar en libertad. No tienen ninguna prueba contra él.
María - Ay, Juan, no sé, pero tengo tanto miedo…
Santiago - Si le tratan de hacer algo malo, te digo que hasta los gatos afilan las uñas para defenderlo, ya verás.
Juan - Mira, Santiago, ya están saliendo los del Sanedrín. ¡Ven, corre!

Se abrieron las puertas del palacio y comenzaron a salir los magistrados del Tribunal Supremo, muy encopetados, con sus altas tiaras y sus lujosos turbantes. Ya habían cumplido su misión y se dispersaron por las calles del barrio alto. Detrás de todos, apareció el sumo sacerdote José Caifás. Iba acompañado de cuatro sanedritas y caminaba con mucha solemnidad. De allí se fue derecho a la fortaleza romana. A Jesús lo llevaban amarrado y rodeado de guardias, que se abrían paso entre la gente a fuerza de gritos y bastonazos. La comitiva atravesó la ciudad y entró por la puerta occidental del Templo. Las mujeres y los del grupo íbamos detrás, empujando y dando codazos. Ante nosotros se alzaba ya la torre maldita que protegía entre sus muros al gobernador Poncio Pilato. Las banderas amarillas y negras de Roma estaban empapadas por la lluvia.

Soldado - ¡Alto ahí! ¿Quiénes son ustedes? ¿Qué quieren?

Una hilera de soldados romanos, inmóviles, acorazados, detuvieron a los sanedritas. El sumo sacerdote Caifás se adelantó a responder.

Caifás - Necesitamos ver inmediatamente al gobernador. Es un asunto grave.
Soldado - Pase usted, excelencia. Y ustedes, los magistrados. Pero toda esta chusma, fuera.
Caifás - Ellos no vienen con nosotros. De todas maneras, tampoco nosotros podemos entrar hoy en la fortaleza. Es víspera del gran Sábado de Pascua. Lo prohibe nuestra Ley. Ve y dile al gobernador que se digne salir un momento y atendernos.

Al rato, se abrió una ventana, la que daba sobre la explanada de los gentiles, y apareció Poncio Pilato, con los brazos cruzados sobre la toga romana, la cara todavía sin afeitar y una mueca de disgusto en los labios.

Pilato - ¿Qué demonios ocurre? ¿No acaba de salir el sol y ya están alborotando?
Caifás - Ilustre gobernador, disculpe que lo hayamos molestado tan temprano, pero créanos, es un asunto urgente.
Pilato - ¿De qué se trata?
Caifás - De este hombre.

Los soldados empujaron a Jesús para que Pilato pudiera verlo desde la ventana.

Pilato - ¿Qué pasa con ese hombre?
Caifás - Que es un delincuente.
Pilato - ¿Y quién no tiene delitos en este país de bandidos y rameras? ¡Júzguenlo ustedes, que para eso el Sanedrín les paga un buen salario como magistrados!
Caifás - Gobernador, se lo hemos traído a usted, porque es asunto político. Este galileo se ha rebelado contra Roma. Y a Roma le corresponde juzgarlo. Nosotros no podemos firmar la pena de muerte, que es el castigo que se merece.
Pilato - No pueden firmarla, pero, por lo que veo, casi la ejecutan. Ese hombre está muy golpeado. ¿Con qué autorización han maltratado a un prisionero político que me pertenece a mí?
Caifás - Gobernador, mil perdones… El detenido fue capturado en las afueras de la ciudad, en un lugar llamado Getsemaní. Opuso resistencia a nuestros guardias y ellos tuvieron lógicamente que defenderse. También se le encontraron muchas armas.
Todos - ¡Mentira, mentira! ¡Eso es mentira! ¡Ese hombre es inocente! ¡Suelten a Jesús!
Soldado - ¡Cállense, perros!

La voz estentórea del centurión romano y las lanzas de los soldados que nos amenazaban, nos hicieron callar. Poncio Pilato, desde la ventana, y Caifás desde la explanada siguieron hablando.

Pilato - ¿Y qué hacía este individuo en Getsemaní?
Caifás - Él y unos cuantos galileos conspiraban contra usted, gobernador. Forman un grupo bastante organizado y peligroso. Él es el cabecilla. Comenzó a agitar en el norte y ahora vino a hacer lo mismo en Judea. También instiga al pueblo para que no pague impuestos a Roma. Se burla del César y dice que él se va a coronar como Rey de Israel.

Pilato - Muy bien. Centurión, haga entrar al detenido. Voy a interrogarlo.

Poncio Pilato(1) cerró la ventana y bajó al Enlosado donde celebraba los juicios y las audiencias.(2) Era un pequeño patio interior, rodeado de columnas grises, donde también se acuartelaba la tropa. Como llovía, el Enlosado estaba vacío. Bajo un saliente de piedra, que servía de techo, el gobernador tenía un estrado y un sillón de alto respaldo con la figura del águila romana encima. Pilato atravesó el patio y se sentó. Entretenía sus manos con la fusta que usaba para montar a caballo. Después llamó a su lado a un escriba para tomar la declaración del detenido. Dos guardias de escolta hicieron entrar a Jesús y cerraron las puertas tras él. La muchedumbre quedó fuera. Maniatado, con la túnica hecha jirones, Jesús se quedó de pie, bajo la lluvia, entre los dos soldados, frente al gobernador. Parecía muy cansado.

Pilato - Nombre, familia y lugar de origen… ¿No has oído? He dicho que de dónde eres y cómo te llamas. ¿Qué te pasa, amiguito? ¿Tanto miedo tienes que se te traba la lengua? ¡Así son ustedes, los judíos, cobardes y fanfarrones! Mucha boca primero y, luego, cuando llega la hora de la verdad, tiemblan como conejos. ¡Habla, te digo! ¿No has oído todas las acusaciones que traen contra ti? ¡Vamos, responde! ¿Qué has hecho?
Jesús - Todos en Jerusalén saben lo que yo he hecho. Pregúntaselo a ellos.
Pilato - ¡Te lo pregunto a ti! Los jefes de tu pueblo te han puesto en mis manos. Si quiero puedo condenarte y, si quiero, puedo dejarte libre.
Jesús - Ni tú me quitas la libertad ni tampoco me la das. No tienes ninguna autoridad sobre mí.
Pilato - ¿Anjá? ¿Con que nuestro amiguito tiene agallas? ¿No sabes que ahora mismo puedo dictar sentencia de muerte contra ti?
Jesús - Sería un crimen más en tu larga lista.
Pilato - ¿No tienes miedo a morir?
Jesús - Tú eres el que debe sentir miedo. Tus manos están manchadas de sangre inocente. Las mías no.
Pilato - ¡Claro que no, las tuyas están amarradas! Y el único que puede desatarlas soy yo, ¿entiendes? Así que trata de hablar claro y decir la verdad si estimas en algo tu pellejo. A ver, confiesa: ¿Quieres coronarte como rey de los judíos? ¿Aspiras al trono de Israel?
Jesús -  ¿Esa pregunta se te ocurrió a ti o te la dijeron otros para que me la hicieras?
Pilato - ¡Maldita sea! ¿Pero ante quién te crees que estás? ¡Yo no recibo órdenes de nadie! Y a nadie le doy cuentas de lo que hago. Solamente al emperador.
Jesús - Yo tampoco. Solamente a Dios.
Pilato - A ver, amiguito, dime la verdad: ¿a qué grupo perteneces tú? Eres de los zelotes, ¿no es cierto?
Jesús - No, no soy de los zelotes.
Pilato - ¿De los sicarios entonces?
Jesús - Tampoco.
Pilato - ¿A qué partido perteneces? ¡Confiesa! ¿Para quién trabajas?
Jesús - Para el Reino de Dios.
Pilato - ¿Para el qué…? ¿No me digas? ¿Y dónde está ese Reino de Dios? ¿En el cielo? Eso me gusta más. Ocúpense ustedes de Dios y del cielo y déjennos la tierra a nosotros.
Jesús - El Reino de Dios está aquí en la tierra. Está en el mundo, pero no se deja atrapar por los jefes de este mundo.
Pilato - ¿Ah, sí? ¿Y dónde está?
Jesús - Escondido.
Pilato - Me río yo del trabajo clandestino que hagan ustedes.
Jesús - Escondido como la carcoma, que no se ve, pero va comiendo por dentro la madera.
Pilato - Pero, ¿qué dices, imbécil? ¿De qué madera estás hablando?
Jesús - De la de tu trono. Todo el poder de ustedes se vendrá abajo, carcomido.
Pilato - O sea, que tú confiesas descaradamente estar conspirando contra el poder.
Jesús - Contra los que como tú abusan del poder.
Pilato - Tome nota, escriba: conspiración, rebeldía, subversión. Y tú eres el cabecilla del grupo, ¿verdad que sí? ¿Reconoces haber agitado al pueblo?
Jesús - El pueblo hace mil años que está agitado. Es el hambre la que nos agita. El hambre y la violencia de ustedes.
Pilato -¡La violencia es la de ustedes, rebeldes, que le calientan la cabeza al populacho y quieren cambiar las cosas que no se pueden cambiar! Ustedes son los que provocan la guerra. Roma quiere la paz.
Jesús - Sí, la paz… la de los sepulcros.

Cuando Jesús dijo aquello, el gobernador levantó la fusta y se la restalló en la cara.

Pilato -¡Basta ya, maldito!
Jesús - La paz de los latigazos.
Pilato -¡Te dije que basta ya!

Jesús se tambaleó con el segundo latigazo, que le dejó una señal morada en el cuello. Seguía lloviznando. Los mosaicos blancos del Enlosado brillaban con el agua. Empapado, con la túnica pegada al cuerpo y chorreándole los pelos y la barba, Jesús no bajó los ojos frente al gobernador.

Pilato - Perro galileo, te arrancaré esa lengua rabiosa. Pero antes me vas a explicar tus planes. Vamos, habla: ¿qué estabas haciendo en ese huerto de Getsemaní?
Jesús - Nada malo. Estaba rezando.
Pilato - ¿Rezando, verdad? ¿Y piensas que te voy a creer esa estupidez?
Jesús - Rezando para que ustedes no ganen. Para que no se haga la voluntad de ustedes sino la de Dios.
Pilato - Rezando y escondiendo armas. Vamos, confiésalo: ¿dónde tienen guardadas las armas? ¡Responde, te digo!
Jesús - Aquí. Esta es nuestra única arma, la lengua. Tiene más filo que todas tus lanzas de acero. Es la espada de la verdad.
Pilato - ¡La verdad! ¡Me río yo de la verdad! ¡Te cortaré la lengua de un tajo y se acabará tu verdad!
Jesús - Tendrás que cortar mil lenguas que hacen cola para gritarte en la cara tus crímenes, Poncio Pilato.
Pilato - ¡Cállate ya, insolente! ¡Ahora vas a saber tú lo que es la verdad! ¡Escriba, tráigame la tablilla! ¡Voy a firmar la sentencia de muerte contra este charlatán!

En ese momento, se abrió una de las puertas de hierro que daba al Enlosado. Una mujer romana, alta y vestida con una lujosa túnica de seda azul, apareció en el umbral y le hizo señas al gobernador. Era su esposa Claudia Prócula.(3)

Claudia - ¡Poncio, por favor, ven un momento! Tengo algo que decirte.
Pilato - No me interrumpas, Claudia. Ahora no puedo. Vete.
Claudia - Es muy importante. Te lo ruego.

El gobernador se levantó del sillón y atravesó deprisa el patio para no mojarse.

Pilato - ¿Qué demonios quieres? ¿No ves que estoy ocupado con este maldito judío?
Claudia - Se trata de él precisamente. Poncio, por favor, no firmes nada contra ese hombre. Es un enviado de los dioses.
Pilato - Es un charlatán de los infiernos. Y un rebelde contra Roma.
Claudia - Dicen que hace milagros y que el cielo lo protege.
Pilato - Tonterías.
Claudia - Ayer soñé con él. Fue una pesadilla horrible.
Pilato - Lo siento, Claudia. Pero es mi deber condenarlo a la pena máxima. Es culpable de conspiración. Y eso es un delito grave contra el Estado romano.
Claudia - No, Poncio, no lo hagas. Hazme caso, quítatelo de encima.
Pilato - No puedo quitármelo de encima, Claudia. Compréndelo.
Claudia - Sí puedes. ¿No dicen que es galileo? Pues mándaselo a Herodes. Que Herodes haga lo que quiera. Pero no te manches tú las manos con la sangre de ese hombre. Nos traería mala suerte, estoy segura.

Y el gobernador Pilato, que también era supersticioso, dejó sin firmar la tablilla y envió a Jesús al palacio de Herodes Antipas, tetrarca de la provincia de Galilea, que había llegado a Jerusalén para las fiestas. Era cerca de la hora tercia.



Mateo 27,1-2 y 11-14; Marcos 15,1-5, Lucas 23,1-5; Juan 18,28-38.


Comentarios

1. Poncio Pilato fue un hombre cruel y ambicioso. De su gestión como gobernador de Judea (año 26 al 36) han dejado constancia los historiadores. Agripa I le describe como «inflexible, de carácter arbitrario y despiadado». Filón le acusa de «banalidad, robos, ultrajes, amenazas, acumulación de ejecuciones sin previo juicio, de crueldad salvaje e incesante». También ha quedado constancia del profundo desprecio que sentía por el pueblo israelita. Sejano, favorito del emperador Tiberio   y padrino en Roma de Pilato, era también un hombre sanguinario y cabecilla del movimiento antijudío en el imperio romano. La destitución de Pilato se debió, en el año 36, a la masacre que ordenó contra los samaritanos, acto de barbarie que le costó el puesto. Se cree que Pilato puso fin a su vida suicidándose.

2. El Enlosado («Litóstrotos» en griego, «Gabbatá» en hebreo) era un amplio patio situado en el interior de la Torre Antonia, donde estaban los cuarteles de la guarnición romana responsable del orden de Jerusalén. Su nombre viene de las grandes losas que cubrían su superficie, calculada en unos 2.500 metros cuadrados. En el evangelio, en vez de hablarse de la Torre Antonia, se hace referencia al Pretorio como lugar de residencia del gobernador romano Poncio Pilato cuando estaba en Jerusalén. Algunas investigaciones sitúan este pretorio no en la Antonia, sino en uno de los palacios que Herodes tenía en la capital y que prestaba a Pilato durante las fiestas.

Desde hace muchos siglos la tradición ha localizado el Enlosado en el lugar donde estuvo edificada la Torre Antonia. En los sótanos de un convento católico situado en la llamada «vía dolorosa» de Jerusalén se conserva un fragmento del Enlosado. Se trata de losas enormes, desgastadas por el tiempo, con inscripciones de caracteres romanos grabadas a cuchillo. En los juicios romanos no había fiscal y las acusaciones las presentaban varios individuos –en el caso de Jesús, los sacerdotes-. El juicio era público y era habitual que los espectadores que seguían el juicio expresaran en voz alta sus opiniones.

3. Sólo el evangelio de Mateo menciona las presiones de Claudia Prócula, la mujer de Pilato, para que su marido dejara libre a Jesús (Mateo 27, 19). Reflejan estas presiones el sentimiento religioso del pueblo romano, muy supersticioso y dado a temores sagrados, a la interpretación de los sueños y a los oráculos, sentimientos que contagiaron a Pilato, que también era supersticioso (Juan 19, 8) y que por eso, se lavó las manos después de decidir la sentencia de muerte de Jesús.

[«Un tal Jesús». José Ignacio y María López Vigil. Salamanca 1982. Volumen 2, págs. 917-925]

No hay comentarios:

Seguidores

Etiquetas

20 N Abraham Abstención Abuelez Abuso de menores Abuso de poder Abusos sexuales Acacia Acebo Aceras Actualidad Acuario Ada Colau Adán Adolfo Suárez Adviento Aféresis Afganistán Afilador Afirmación África Agricultura Agua Aguaviva Agustín del Agua Agustinos Filipinos Ain Karem Aire libre Ajo Alandar Albert Einstein Alberto Cortéz Alberto Iniesta Albino Luciani Alcalde Aldous Huxley Alegría Alejandro Guillermo Roemmers Aleluia Alemania Alex Ubago Alfabetización Alfonso Álvarez Bolado Alfredo Velasco Alicante Alicia Martín Baró Alimentos CE Alma de las cosas Almendro Álvaro Pombo Alzheimer Amando López Amanecer luminoso Amapola Aminatou Haidar Amistad Amor Amusco Ana y Simeón Anacoreta Anastasio Rojo Ancianidad André Wénin Andrés C. Bermejo González Andrés Torres Queiruga Ángel Álvarez Ángel Galindo Ángel García Forcada Animaladas Aniversario Anthony de Mello Anton Chejov Antonio López Baeza Antonio Machado Antonio Machín Año nuevo Añoranza Aparcamiento Apocalipsis Apócrifos Árbol Argentina Arguiñano Armarios Armas Armonio Arte Ascensión Ascensor Asertividad Asesinato Aspidistras Astou Pilar Asunción Ataxia Atletismo Atrio.org Auditorio Miguel Delibes Ausencia Austeridad Autoconfianza Autoridad Avaaz Avería Avisos Ayelet Shaked Aymeric Picaud Ayuntamiento Azorín Azucenas Baltasar Garzón Banco de Alimentos Banco de España Barack Obama Barcelona Barrio de Delicias Barro Bartolomé Esteban Murillo Baruck Spinoza Bautismo Baxter Keaton Beagle Beatriz Cariño Beethoven Belén Benedicto XVI Benito Prieto Coussent Benjamín Prado Bernabé Berta Berto Bertolt Brecht Biblia Biblioteca Bicicleta Bienaventuranzas Bienve Blog Bloque Blowin’ in the Wind Bob Dylan Boda Boj Bolivia Bolsa Bondad Borja Borrado Breva Breviario Buena voluntad Buenos consejos Bufanda Bujedo Cabreo Cactus Cadarso Café Cala Calabaza Calendario Calidad de vida Cáliz Calor Calzado Caminar Camino Camino Astorga Redondo Camino del Pesquerón Campamento Campeonato Mundial de Fútbol Canal de Castilla Cáncer Cancha deportiva Canela Canena Cantabria Caracoles Cardenal Martini Caritas Cáritas Carlos Carlos Aganzo Carlos F. Barberá Carlos González Vallés Carlota Carmen Tablada Carnaval Carne Castilla Castromocho Castromonte Catecismo Catecismo Holandés Catedral Catequesis Caza CCP Cedro Celibato Celina Maricet Celtas Cortos Cena de Pascua Cenar Cenizas Censura Cervantes César Vallejo Change.org Chapuzas Charlot Chetán Chile China Chiquilladas Chispa Cielo Ciencia Cine Ciro Alegría Cisne Claudio Coello Claudio Sánchez Albornoz Clint Eastwood Clonar Cocina Codex Calixtinus Codorniz Coherencia Colegio Colesterol Colón Coltán Comadreja Comedor Social Comentarios Comer Comillas Compañeros Compasión Competición Compromiso Comuneros Comunicación Comunión Concilio Vaticano II Cónclave Concurso Conferencia Episcopal Española Confesión Congo Constitución Española Consumismo Contaminación Control Córdoba Cordura Corea del Norte Corea del Sur Coronavirus Corpus Corrección Correo Corzos Cosas Cosas de la vida Cosecha Creación Credo Crisantemos Crisis Cristales Cristianisme i Justícia Cristo Crucificados Crucifijo Cruz Cuadros Cuaresma Cuento Cueva del Cobre Cuidados Paliativos Cultura Cumbre sobre Clima de Copenhague Cumpleaños Curiosidad Dalí Dámaso Alonso Daniel Barenboim Daniel González Poblete Dante Dante Pérez David Déficit de atención Delacroix Delatar Delibes Delito informático Democracia Dentadura Denuncia Deporte Derecho Derecho a la intimidad Derecho Canónico Derecho de propiedad Derechos Humanos Desagües Desahucio Desaparición Desarrollo sostenible Descalificación Descubrimientos Desiderio Desilusión Despedida Despertar Día de los Sin Techo Diálogo Diapositivas Dietrich Bonhoeffer Difuntos Dignidad Dinamarca Dinero Dios Dios con nosotros Distopía Diversidad Dolor Dolores Aleixandre Domingo Don Dionisio Don Domnino Donald Jhon Trump Donald Zolan Doñana Droga Duda Duende Duero Ébola Ecce Homo Eclesalia Ecología Economía Edad Edelweiss Edición Eduardo Galeano Eduardo Haro Tecglen Ejercicios espirituales El Cid El club de los poetas muertos El Corazón de Jesús El factor humano El Gordo y el Flaco El Mal El muro de Berlín El Norte de Castilla El País.com El Papa El pinar El Pino El Roto El Salvador El tiempo Elba Julia Ramos Electricidad Eloy Arribas Eluana Emaús Emigración Emilia Pardo Bazán Emilio Calatayud Emisión Emma Martínez Ocaña Emoción En Portada Encinas Energía Enfermedad Enrique Barquín Sierra Enrique Estencop Equilibrista Erlich Ernestina de Champourcin Ernesto Cardenal Escalera Escritura Escuela Escultura Esfuerzo Esgueva Esopo España Esperanza Esperanza Aguirre Espíritu Estafa Estandarte de San Mauricio Estrellas Estrellita Castro Estudios Eta Eucaristía Eugenio Europa Euros Eurovisión Eutanasia Eva Evangelio Evidencia Evo Morales Expectación Extranjeros Eylo Alfonso Ezequiel Ezequiel Zaidenwerg Fabio Nelli Facundo Facundo Cabral Familia FAO Fe Febrero Federico García Lorca Feedly Felicidad Felicitación Felipe Felipe VI Félix López Zarzuelo Félix María Samaniego Fernán Caballero Fernando Altés Bustelo Fernando Fernán Gómez Fernando Lorenzo Fernando Manero Ficus Fidel Castro Fidela Fidelidad Fin de año Fiódor Mijáilovich Dostoievski Florence Nihtingale Florentino Ulibarri Flores Florián Rey Folk Fontanería Forbes Forges Foto palabra Fotos Fotos raras Fra Angelico Francia Francis Francisco Cerro Chaves Francisco de Asís Francisco Pino Frases Friedrich Engels Friedrich Wilhelm Nietzsche Frutas Frutos Fuego Fuencisla Fuensanta Fumar Funeral Fútbol Futuro G. B. Ricci Gabriel Celaya Gabriel Fauré Gabriel García Márquez Gabriela Mistral Gaillot Gala Galarreta Gallinas Gamberrada Gandhi Garoña Gas Gatos Gaza Género Generosidad Gente Gerhard Ludwig Müller Girasol Gitanos Gloria Fuertes Godspell Góngora Google Docs Goya Goyo Ruiz Granada Grecia Greda Gregoriano Gregorio Fernández Gripe A Gripe porcina Grupo sanguíneo Guernica Guerra Guerra española Gumi Gustavo Adolfo Béquer Gustavo Gutiérrez Gustavo Martín Garzo Gustavo Poblete Catalán Gutenberg Hacienda Haiku Haití Hambre Hamlet Lima Quintana Händel Hans Küng Harina Haruki Murakami Helecho Hemodonación Hermanitas de los pobres Hermanos Marx Higo Higuera Hiperactividad Hirosima Historia Historias HOAC Hobbes Hodegética Hogar Horacio Horario de invierno Horario de verano Hormigas Hortensia Hosta Huelga Humanidad Humildad Humor Ibrahim iDVD Iglesia Ignacio Ignacio Ares Ignacio Ellacuría Ignacio Manuel Altamirano Ignacio Martín Baró Ildefonso Cerdá Ilusión iMac iMovie Imperio Argentina Impresora Impuestos Incendios Indagación India INEA Infancia Infierno Informe Semanal Ingenuidad Inmaculada Inmigración Innocenzo Gargano Inocencia Interesante Intermón Internet Invictus iPhone iPhoto Irak Irán Isaac Isabel Isabel y Jesús Isaías Isla Islam Israel ITV J. Ratzinger James Dean James Mollison Jan van Eyck Japón Jara Jardín Javier Domínguez Javier Fesser Jazmín Jefté Jenny Londoño Jerusalén Jesús Jesús de Nazaret Jesús Espeja Jesús Visa JMJ Joaquín López JOC Johann Baptist Metz John Carlin John Martyn John P. Meier John Selby Spong Jon Sobrino Jorge Cafrune Jorge Manrique Jorge Negrete José Afonso José Antonio Pagola José Arregui José Delicado Baeza José Gómez Caffarena José Hierro José I. González Faus José Jiménez Lozano José Luis Borges José Luis Cortés José Luis Cuerda José Luis Martín Descalzo José Luis Martín Vigil José Luis Saborido Cursach José Luis Sampedro José Manuel Calzada José Manuel Vida José María Castillo José María de Pereda José María Díez-Alegría José María Manso Martínez José Martí José Mugica José Zorrilla Juan Antonio Marcos Juan de Juni Juan Goytisolo Juan José Tamayo Juan José Tamayo Acosta Juan Martín Velasco Juan Masiá Clavel Juan Pablo II Juan Ramón Jiménez Juan Ramón Moreno Juan Valera Juan Vicente Herrera Juan XXIII Jubilación Judit Juegos Jueves Santo Julia Ardón Juliana Vermeire Julio Lois Justicia Justicia y Paz Juventud Karl Marx Karl Rahner Kaunas Khalil Gibran Konrad Adenauer La Alhambra La Arbolada La Cañada La Codorniz La Fontaine La radio La Ser La Virgen de Guadalupe Labordeta Lacomunidad.elpais.com Lágrimas Laico Lampedusa Lanuza Las Cambras Las Edades del Hombre Las mañanitas Las Villas Laurel Lawrence Ferlinghetti Lenguaje Leocadio Yagüe León León Felipe Leon Gieco León Gieco Léon L'hermitte Leonard Cohen Leonardo Boff Leopoldo Panero Lesbos Ley Ley del aborto Leyendas Libertad Libertad de expresión Libia Libros Lilas Lilit Limonero Limpieza Lina Lince Linda Literatura Lituania Liu Xiabo Liuba María Hevia Llano Llaves Lluis Llach Lluvia Lola Lombarda Lope de Vega López Vigil Loquillo Luar na lubre Lucía Caram Ludwig Feuerbag Luis Argüello Luis Darío Bernal Pinilla Luis Espinal Luis García Huidobro Luis García Montero Luis González Morán Luis Guitarra Luis Mariano Luis Pastor Luis Resines Luna Lunes Lunes Santo Lutero Machismo Maestro de escuela Mafalda Magisterio eclesiástico Mal Maltrato Malvarrosa Mamá Manifiesto del día internacional del Voluntariado Manifiesto por la Solidaridad Manos Manos Unidas Manuel Azaña Manuel del Cabral Manuel Mujica Láinez Manuel Sánchez Gordillo Manuel Vicent Manuela Carmena Máquina Marc Chagall Marciano Durán María María Magdalena María y José Mariamma Mariano Cibrán Junquera Maricas Marinaleda Mario Benedetti Mark Twain Marruecos Marte Martes Santo Martha Zechmeister Martín Jelabert Martin Luther King Martin Niemöller Martirio Marzo Máscara Matilde Moreno rscj Matrimonio Matteo Ricci Maximino Cerezo Barredo Mayo'68 Medicina Médicos sin frontera Medina de Rioseco Medio ambiente Mediterráneo Membrillo Memoria Mentiras Mercado Mercedes Cantalapiedra Mercedes Navarro Puerto Mercedes Sosa Meses México Mi canario Mi casa Mica Michael Czerny Michel Quoist Miedo Miedo escénico Miércoles de Ceniza Miércoles Santo Miguel Ángel Baz Miguel Angel Buonarroti Miguel Ángel Ceballos Miguel Ángel Mesa Miguel Cabrera Miguel de Unamuno Miguel Hernández Miguel Ligero Miguel Manzano Milagro Millán Santos Ballesteros Minueto Miradas Mirlo Mis Cosas Mistagogia Moda Moderación Moisés Moli Molino Monasterio de Moreruela Monseñor Algora Monseñor Romero Montaña Montealegre Moral Moral de la Reina Morgan Freeman Morir con dignidad Morten Lauridsen Mosca cojonera Mosqueo Mouse Mucho queda por hacer Muerte Mujer Mundo rural Munilla Muros Muros de la vergüenza Museo Museo del Prado Museo Oriental Música Nacimiento Nadal Narcisos Natación Natalicio Naturaleza Navidad Neil Armstrong Neila Nelson Mandela Nevada Nicodemo Nido vacío Nieve Niñez Nochebuena Nombres Nona Nuevo Mester Obediencia Obras Obsolescencia Ocas Octavio Paz Oliver Sacks Olivo Olor ONU Opera Oración Ordenador Oro Ortega y Gasset Oscar Wilde Oslo Otoño Pablo Milanés Pablo Neruda Pablo Picasso Paciencia Paco Alcántara Padre nuestro Paellada País Vasco Paisajes Pájaros Pajarradas Pala Palabras Palacios de Campos Palacios del Alcor Palencia Palestina Palomas Pamplona Pan Pancho Pancho Aquino Papá Papa Francisco Paquistán Para pensar Paradilla Paraguas Parlamento Europeo Paro Parque infantil Parquesol Parras Parroquia de Guadalupe Parroquia La Inmaculada Parroquia Sagrada Familia Parroquia San Ildefonso Parroquia San Pedro Apóstol Partenia Partidos Políticos Partituras Pasado Pasatiempos Pascua Pasión Pastores y ángeles Patata Patines Patxi Loidi Pavo real PayPal Paz Paz Altés PDF Pedro Ansúrez Pedro Antonio de Alarcón Pedro Calderón de la Barca Pedro Casaldáliga Pedro José Ynaraja Pedro Miguel Lamet Pentecostés Peñalara Peñalba de Santiago Pep Lladó Perdón Pereza Periodismo Periquito Perplejidad Perroflauta Perrunadas Persianas Personas Pesetas Pete Seeger Peter Menzel Pez Piano Picasa Pico Pie Jesu Pierre Teilhard de Chardin Pilar Pilar del Río Pintada Pinturas Pirineo Piscina Pisuerga Plaga Plantas Plaquetas Plasma Plástico Plata Platón Plaza de Tian'anmen Plegarias Pluralidad Pobreza Poda Poder Poesía Pol Política Pornografía Portugal Pozo Predicación Pregón Prejuicios Premio Nobel de la Paz Premios Goya Presencia Presentación Presente Preservativos Primavera Primavera de Praga Primera Comunión Profetas Prohibir Protesta Proyección Proyecto Hombre Prudencia Prudencio Publicidad Pueblo Puertas Quemadura Quevedo Quijote Quino Quintín García Quira Racismo Radiactividad Raíces Ramadám Ramón Ramón Cué Romano Ramos Rastrojos Ratón Raúl Castro Realidad Recados Recambio Recidiva Recolección Record Guinness Recorrido virtual por el Santo Sepulcro Recuerdos Redes Cristianas Reedición Reflexión Regalo Religión Religión Digital Reloj Remuñe Renglones Repuesto Reseña Bíblica Residencia de Ancianos Resiliencia Resistencia Resurrección Retiro Reyes Magos Ricardo Blázquez Ricardo Cantalapiedra Ripios Risa Roberto Roberto Rey Rock Rogier van der Weyden Rosa Rosalía Rosario Roselen Rossini Rostros Roy Bourgeois Rubén Darío Rudyard Kipling Rut Sábado Santo Sábanas Sabine Demel Sacerdocio Sahara Sal Sal Terrae Salamanca Salomón Salud Samuel Samuel Aranda San Agustín San Antón San Antonio San Bartolomé San Benito San Esteban San Ignacio de Loyola San Isidro San Jerónimo San Joaquín y Santa Ana San José San Juan Bautista San Juan de Ávila San Juan de la Cruz San Lorenzo San Miguel del Pino San Pablo San Pedro San Pedro Regalado San Romà de Sau San Roque San Valentín Sancho Sandalias Sandro Magister Sangre Sanidad Sansón Santa Ana Santa Clara de Asís Santa Espina Santa Marta Santa Mónica Santa Teresa Santiago Santiago Agrelo Martínez Arzobispo de Tánger Santidad Santos Santos Cirilo y Metodio Santos Padres Sara Saramago Saulo Scott Fitzgerald Seattle Seguimiento Segundo Montes Selecciones de Teología Semana Santa Seminario Sentimientos Seriedad Servicio Jesuita a refugiados SGAE Shakespeare Shūsaku Endō SIDA Siega Siesta Silencio Siloé Silverio Urbina Silvia Bara Silvio Rodríguez Simancas Simone de Beauvoir Sínodo Siquem Siria Sócrates Sol Sola Soledad Solentiname Solidaridad Soltería Somalia Sopa Soria Sorolla Sotillo del Rincón Stéphane Hessel Stephen Hawking Sudor Sueños Sumisión Suni Sur T. S. Eliot Tabaco Taco Talleres López Tamarindo Tamarisco Tamiflú Tano Taray Tarifa TBO TDT Tea Teatro Teléfono Televisión Temor Tener tiempo Tensión arterial Teófanes Egido Teología Teología de la Liberación Tercera Edad Tere Teresa Forcades Ternura Terremoto Terrorismo Tetas Thomas Becket Tierra de Campos Tiken Jah Fakoly Tolkien Tomás Apóstol Tomás Aragüés Tomás Moro Tomás Segovia Tomates Torío Toro Torres gemelas de Nueva York Trabajo Tráfico Traición Transición Traveling Wilburys Trigo Trini Reina Trinidad Trufa Tsunami Tumba Twitter Ucrania Umberto Eco Unción de Enfermos Unidad Universidad Urbanismo Urracas Uruguay Utopía Uvas Vacaciones Vacuna Valladolid VallaRna Valle de Pineta Valle del Silencio Valporquero Van Gogh Vaticano Vegacervera Vejez Velázquez Velicia Ventanas Ventiladores Ventura Ventura García Calderón Verano Verdad Verduras Viajes Vicente Aleixandre Vicente Huidobro Vicente Presencio Revilla Víctor Codina Víctor Heredia Víctor Jara Vida Vídeo Viento Viernes Santo Viktor Frankl Villalar Villalón Villancicos Villaverde de Íscar Vino Viña Violencia de género Violencia en las aulas Violetas Virgen del Carmen Virgen del Pilar Visita Vladímir Mayakovski Voluntariado Vuelo 605 Whitney Houston Wikiquote Winston Churchill Wislawa Symborska Woody Allen Xabier Pikaza Yankhoba Youtube Zacarías Zenón de Elea