Del mismo modo que siempre que llueve escampa, y que a la caída sigue levantarse, yo voy saliendo de mi estado de perplejidad, mosqueo y cabreo, aunque me mantengo en la indignación. No puedo por menos. Si la cosa informática se me ha solucionado, y sin hacer absolutamente nada, lo otro está en camino, pero largo.
No puedo negar que tras visionar una entrevista que alguien ha hecho a Eduardo Galeano en la acampada de la Plaza de Cataluña a uno le han aumentado la esperanza de que todo es posible. Entre ellos, jóvenes y maduro hombre pensador y sentidor, los primeros haciendo lo que hacen y el segundo diciendo lo que dice, le suben a cualquiera la temperatura corporal y la anímica de modo soberano.
No he sabido insertar dicho vídeo en este lugar, de modo que pongo el enlace por si alguien quiere llegar hasta él.
Aquí me limito a transcribir el texto de sus palabras, copiadas por el viejo método de los apuntes de mi juventud. Entonces era con el magnetofón y la máquina de escribrir. Ahora ha sido todo desde el ordenador. Moderno que es uno.
Aviso: lo ha dicho un escritor; lo he escrito yo. Hay una diferencia. Justamente la diferencia que hay entre Eduardo Galeano y un servidor. Sepan disculpar mi literalidad y falta de expresión literaria. Me refiero a puntuaciones, separación de párrafos, cambios de registro, silencios, en fin, eso que se llama literatura.
“Estuve en Sol y aquí veo reencuentro, la misma energía de dignidad, y el mismo entusiasmo. Entusiasmo es una vitamina E. E, de entusiasmo, que viene de una palabrita griega que se las trae, porque significa tener a los dioses adentro. Y a mí cada ve que me encuentro que los dioses están adentro, de una persona o de muchas, o de cosas, o de la naturaleza, o de las montañas, o de los ríos, bueno pues yo digo eso es lo que me espera para convencerme de que vivir vale la pena.
Y entonces yo estoy muy contento de estar acá, como estuve antes en Sol, porque esto es un testimonio de que vivir vale la pena, de que vivir está mucho, pero mucho más allá de las pequeñeces, de la realidad política, de que si se gana o se pierde, y de la realidad personal también, de que puedes ganar o perder en tu vida, y eso importa poco en relación con ese otro mundo que te espera, ese otro mundo posible, que está en la barriga de éste.
Este es un mundo más bien infame, te diré; no es muy alentador el mundo donde hemos nacido. Pero hay otro mundo en la barriga de este mundo, esperando. Y es un mundo diferente. Diferente y de parición difícil. No es fácil que nazca. Pero sí es seguro de que está latiendo en este mundo que es. Que hay otro mundo que puede ser, latiendo en este mundo que es. Y yo lo reconozco en esta manifestación espontánea, esta de la Plaza de Cataluña, la de Sol en Madrid, que son las que pude acompañar afortunadamente; sé que hay muchas más. Y que son ese testimonio.
Y alguno me pregunta: bueno, pero qué va a pasar, y después, y qué será de eso. Y yo simplemente contesto lo que nace de mi propia experiencia. Y digo: bueno, nada; no sé qué va a pasar. Y tampoco me importa mucho lo que va a pasar. Me importa lo que está pasando. Me importa el tiempo que es, y lo que ese tiempo que es anuncia sobre otro posible tiempo que será; pero qué es lo que será al final, no sé. Es como si yo me preguntara cada vez cuando me enamoro, cuando vivo una experiencia de amor, a fondo, de veras, cuando siento que vivo y no me importa si morir en ese momento mágico del amor cuando ocurre. Y yo digo, y bueno, nada… El amor es como esto, es infinito mientras dura, y lo importante que sea infinito mientras dura. No hay que plantearse todo como si uno tuviera el balance de un banco. Haber, debe, haber, balance, saldo. Qué es lo que espera, probabilidades, vamos a consultar a las niñas todopoderosas, a las chicas todopoderosas, a estas que se llaman estándard ampur (Standard & Poor's). Que además tienen un nombre muy elocuente porque significan promedio o pobreza, sí. A ver qué dice la promedio o pobreza. Qué es lo que nos espera… Y a mí qué mierda me importa lo que nos espera. Esos tecnócratas de cuarta, que son unos ignorantes, y no saben un carajo de nada, y que cobran unos sueldos inmensos, y en cada crisis que ellos desatan termina aumentando su fortuna; porque son finalmente recompensados por esas hazañas, que consisten en haber arruinado el mundo.
Ese es un mundo al revés que recompensa a sus arruinadores. En lugar de castigarlos, ni un solo preso hay en Wall Street de los banqueros que promovieron, provocaron, esta crisis del planeta entero. Ni un solo preso. Y en cambio hay miles de presos por haber consumido marihuana, o por haber robado una gallina, miles de presos. Y esto no, es el mundo al revés. Es un mundo de mierda, pero no es el único mundo posible.
Y cada vez que yo me asomo a estas concentraciones lindísimas, de gente joven, pienso: No, hay otro mundo que nos espera. Ese otro mundo. Este mundo de mierda está embarazado de otro. Y son los jóvenes los que lo llevan adelante. Esos jóvenes despreciados por las elecciones regidas por el interés de los partidos políticos donde los jóvenes no votan.
Yo vengo ahora del Sur, de América del Sur. Los jóvenes chilenos no votaron en Chile. Dos millones de jóvenes chilenos no votaron. No votaron porque no creen en la democracia que les ofrecen. Y ahora cuántos jóvenes no votaron en España. Ni sé cuántos. No han sido contados. Pero dentro de esos diez millones de españoles que no votaron debe haber unos cuantos jóvenes que no votaron. Y no votaron porque no creen en la democracia que les ofrecen. Pero no es porque no creen en la democracia, no; en esta democracia manipulada, en este nombre secuestrado por los banqueros, por los políticos mentirosos, por los artistas del circo, que ofrecen una pirueta diferente cada día.
Había un viejo político en Uruguay, murió hace muchos años, que no era revolucionario ni nada, era un político del sistema, pero era un hombre que conocía de la vida más que muchos otros, y que cuando le ofrecían un candidato a diputado en las listas del Partido Nacional, se llama Herrera, el viejo Herrera, hablaba así como geringoso. Y yo le decía qué le parece si ponemos para senador a Fulanito, y él decía no, no, no, porque ese es un redondo. Un redondo. Él llamaba redondos a los que quedan redondos de tanto darse vueltas.
Y la verdad, en la realidad política actual hay una inmensa cantidad de redondos que quedan redondos de tanto darse vueltas.
Y ¿los jóvenes tienen la culpa de no creer en los redondos, o son los redondos los que tienen la culpa de que los jóvenes no crean en ellos?
Y por eso me gusta estar acá, como estamos, charlando, como si nada, porque eso es lo mío, charlar como si nada. Si me hubieras dicho que iba a charlar para ofrecer mi versión del destino de la humanidad te hubiera dicho que no. A mi lo que me gusta es charlar como si nada, conversar con mis iguales, que son iguales a mí, porque somos todos iguales en la lucha por una vida diferente. Y ojalá que eso siga vivo, porque si no para qué mierda voy a vivir sino es porque creo en algo mejor que lo mío, que es lo que me espera.”
Tras unas palabras sobre los motivos de su presencia en Barcelona y sus próximos viajes, Eduardo Galeano, concluye:
“Eso es lo que tenía que decir. Yo no quiero transmitir ningún mensaje… Yo no soy ningún gran sabio de nada. Entre nosotros te confieso que los intelectuales me rompen las pelotas. No, yo no quiero ser un intelectual. Cuando me dicen un distinguido intelectual, digo: no, yo no soy un intelectual. Los intelectuales son los que divorcian la cabeza del cuerpo. Yo no quiero ser una cabeza que rueda por los caminos. Yo soy una persona; soy una cabeza, un cuerpo, un sexo, una barriga, un todo. Pero no un intelectual. Abominable personaje. Ya lo decía Goya, la razón genera monstruos. Cuidado con los que solamente razonan. Cuidado. Hay que razonar y sentir. Y cuando la razón se divorcia del corazón, te convido para el temblor. Porque esos personajes pueden conducirte al fin de la existencia humana en el planeta.
Yo creo en esa fusión contradictoria, difícil pero necesaria, entre lo que se siente y lo que se piensa. Y cuando aparece uno que solamente siente pero no piensa, digo este es un cursi. Y cuando veo que hay uno que solamente piensa pero no siente, digo ay qué horror, este es un intelectual, qué espantosa cosa, una cabeza que rueda. Yo no quiero ser una cabeza.
Sí, sí sabio, pero allá él con su sabiduría. Esa sabiduría no me interesa a mí. A mí me interesa la que combina el cerebro con las tripas, la que combina todo lo que soy, todo, sin olvidar nada; ni la barriga, con el sexo, nada, nada, y con la cabeza que piensa. Pero una cabeza que piensa con cuidado. Porque la cabeza que piensa solita es muy peligrosa. Es como el dinero. Ahora hay una especie de, cómo te diría, himno que cada día se lanza, la alabanza del dinero. Colegas míos escritores la practican. Qué maravilla la libertad del dinero. La libertad del dinero es enemiga de la libertad de las personas. Mucho cuidado con el dinero libre. El dinero libre es mucho peor que un animal salvaje libre. El dinero libre no. El dinero libre ha provocado las mayores catástrofes de la humanidad. Lo importante es que nosotros, las personas, seamos libres y plenamente conscientes de que somos parte de la naturaleza. Y ese es el mandamiento que se le olvidó a Dios, decir: serás parte de la naturaleza, obedecerás a la naturaleza de la que formas parte. A Dios se le olvidó porque estaba ocupadísimo. Pero eso es recuperable.”
Esto no es de todos admitido. Si lo sabré yo, que se me ha ocurrido enviárselo a un compañero. Me ha contestado a vuelta de correo que según llegó lo empapeleró, es decir, lo tiró a la papelera. Está visto que hay gustos y gustos, paladares y bocas.
3 comentarios:
Antes de leerte, el Jueves pasado, empezaba una entrada en mi blog sobre lo que había vivido en Sol con un párrafo de E. Galeano.
Es una de esas personas que pone nombre a nuestras intuiciones, sueños y esperanzas, a pesar de todo. Gracias por la entrevista, he disfrutado leyéndola.
Gracias¡
Tan ocupado y tan cansado que se dijo: "¡ahora yo a descansar!" y nos dejó tarea pendiente: ¡completar lo que Él había empezado!... creo que sus expectativas para con nosotros son demasiado altas... pero parece que su apuesta no tiene vuelta atrás... ¿seremos capaces de responder a la altura de lo que Dios espera de nosotros?... difícil saberlo, pero algo hay que hacer... ya se está haciendo. Abrazos
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