El relato de viaje es un género literario en el cual el autor escribe acerca de uno de sus viajes, de las personas que en él ha encontrado o conocido, las emociones sentidas o aquello que ha visto o aprendido. Para ser considerado literatura, el relato debe tener una narrativa coherente y estructurada. No debe ser una simple colección de fechas, horas y sucesos, como podría ser un diario de viaje o una bitácora de navegación. Puede además contar aventuras, exploraciones, experiencias o conquistas que el narrador haya visto o protagonizado personalmente.
La literatura se ha enriquecido permanentemente a lo largo de los tiempos mediante el aporte de la narrativa de viaje. Existen muchos ejemplos que ilustran lo anterior. Entre ellos podemos citar a escritores como Joseph Conrad, Herman Melville, David Livingstone, F.W. Up De Graff, Alí Bey, Thomas Edward Lawrence, Julio Verne, Santiago Rusiñol, Ernest Hemingway, Gabriel Pernau, Paul Theroux, Alberto Moravia, André Gide, James Cook, Robert Kaplan, Alexandra David-Néel, Javier Reverte, etcétera.
Las condiciones desde luego han cambiado radicalmente, si consideramos las circunstancias en que, por ejemplo, viajó Marco Polo desde lo que hoy en día es Italia hacia el oriente. Sus desplazamientos fueron lentos y duraron un buen número de años. Esto sería impensable en la época actual. Los constantes avances de la tecnología se encargan de ello, los medios de transporte son cada vez más rápidos y eficientes, además que la información nos llega en tiempo real, pero la esencia del viajero escritor es básicamente la misma de antes: contar aquello que la vista y sensibilidad humana captan al visitar un lugar diferente a aquel en que generalmente transcurren nuestras vidas. Hacerlo normalmente enriquece a la persona involucrada en varios ámbitos: humano, social, cognitivo, etcétera. El viajero habitualmente sufre una metamorfosis lenta e imperceptible, pero segura y profunda, hasta que la personalidad se vuelve más abierta, tolerante, reflexiva, positiva, observadora, desprejuiciada, etcétera.
En definitiva, bien se puede decir, si lo analizamos concienzudamente, que el tema del viaje es un tópico reiterado en la literatura universal. La evocación de la travesía vista, vivida y posteriormente plasmada en algún tipo de escrito o narración, va a seguir acompañando la oferta literaria por mucho tiempo más. Una muestra de ello son los numerosos libros de viaje que se editan en la actualidad, de los que muchos son elaborados por verdaderos profesionales del arte de viajar, y que ofrecen un amplio abanico de posibilidades para los que quieren conocer el mundo.
[Tomado de Wikipedia]
En efecto, los viajes de ahora no son como los de antes. Relatarlos, pues, en esta hora nuestra requiere otro discurso. ¿Discurso? Más bien sólo "dis", que el "curso" ya es demasiado decir. Con las facilidades que actualmente tenemos para ponernos en movimiento, los preparativos se han reducido sustancialmente. Avisar que salimos de viaje y ponernos en camino no tiene comparanza con otras épocas en que el avituallamiento y el estudio de la ruta requería días y hasta meses, con la consiguiente despedida de familiares, amigos y allegados, incluso con rogativas y novenarios por la buena suerte en alcanzar la meta viajera. Se dio también el caso de quien redactó testamento, por si las moscas.
En la actualidad todo es tan rápido, que en seis segundos el viaje puede darse por concluido.
Nada que ver, por supuesto, este episodio tan local y concreto, con los terremotos de Haití o de Chile, ni por la duración, ni por la extensión, ni por las consecuencias. Pero al menos puede darnos una idea, sin conseguimos extrapolar los términos.
Presumo que la DGT no tenga nada previsto para estos casos. Pero no sería la única; tampoco la ONU, la NASA y mucho menos el Vaticano te ponen en alerta para estas situaciones.
«Si bebesss no conduscasss», que decía Stevie Wonder.
«Si bebesss no conduscasss», que decía Stevie Wonder.
4 comentarios:
Este viaje no necesita planos, ni trazados.
¡Qué barbaridad!
A veces lo que vemos no es,
y lo que es nos cuesta verlo.
Saludos a mí querida Castilla,
desde estas tierras hermanas.
Te invito a mi entrada de esperanza en:
http://izaratiegui.blogspot.com/
Los viajes siempre deparan sorpresas. Siempre son una aventura que queda en el recuerdo, para bien o para mal. El placer de viajar se contrapone a los riesgos que entraña salir de casa y enfrentarse a lo imprevisible. Y del mismo modo que es buen aprovechar las oportunidades que nos ofrece un mundo por descubrir, es cierto que cuando se está en el momento y en el lugar inadecuados la fortuna puede ser aciaga y traducirse en experiencias que mejor no recordar que pueden suceder. La vida es un riesgo permanente. Para afrontarla mejor seguir las enseñanzas de Stevie Wonder que de Aznar López.
El vídeo me ha helado el alma, espero que sea un montaje... El género del libro de viajes es extraordinario porque es justo eso que dice Wiquipedia. Detenerse, mirar, compartir. Y efectivamente en época de tanta prisa es importante eso: aprender a respirar hondo y emocionarse.
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