Perplejo he pasado estos días, desde que vengo oyendo que se celebra el segundo centenario de la “Pepa”. Si, la Pepa, así llamada porque fue aprobada y firmada en la festividad de San José. La primera constitución española dio lugar a la primera república que tuvimos en este país, aunque propiamente no lo fue aquel corto período de dos años que duró. Hasta 1873 las Cortes de Cádiz no se decidieron a proclamarla. La segunda fue algo más tarde y mientras unos la añoran, otros la quieren bien enterrada.
Mi perplejidad está motivada porque no he oído de ella más que alabanzas, no importa si desde la derecha o desde la izquierda, incluso al mismo Rey, don Juan Carlos.
¿Un rey alabando a la república?
Como de esto no tengo ni idea, visioné el programa que La Dos dedicó el sábado a este asunto. Y me gustó porque me instruyó. Aprendí algo de la historia que nunca me enseñaron.
Pero Joludi, en su blog, acaba de darme la completa. Copio tal cual él lo dice, sin añadir ni una tilde:
La Pepa.
Es fascinante la descarada instrumentalización que se ha hecho hoy, en toda clase de discursos, y desde todos los puntos de vista, de aquella efímera Carta Magna. Lo cierto y verdad es que la Pepa no sirvió de nada. Su vigencia fue nula, pues el mismo rey felón que la firmó se desdijo sin más tan pronto pudo hacerlo. Y en cuanto a su valor simbólico en relación con la libertad habría mucho que hablar. Hacía esa Constitución de la religión católica la única religión aceptable de los españoles: “la nación española profesa la religión católica, apostólica, romana, única verdadera, con exclusión de cualquier otra”. No se atrevieron los Constituyentes a abolir la Santa Inquisición, lo que quizá era la primera prioridad del momento. Y la famosa “libertad de prensa” que según se dice proclamó la Pepa, estaba restringida a lo estrictamente político. En materia de religión se consagraba la censura, como siempre. Pero a ver quien era el guapo que deslindaba las posiciones políticas de toda connotación religiosa.
Así que poco o nada. Algo lógico, teniendo en cuenta que un tercio de aquellos “padres constituyentes” eran religiosos de profesión. Y que los líderes de aquella cámara también lo eran, empezando por Muñoz- Torrero, por supuesto, ilustre canónigo de Villafranca del Bierzo y verdadero artífice de la “Pepa”."
Lo dicho, estoy perplejo.
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