Me llegó por correo
en formato pps. Un conjunto de preciosas fotografías de paisajes naturales,
mucho más preciosos aún, acompañados por un texto debidamente acompasado con un
musiquilla sugerente. Lo firmaba Baruch Spinoza. Su título ahora no viene a
cuento, porque en los mail se deforman y al final no sabes bien qué pone. Pero
juraría que podría leerse “Dios según Spinoza”.
Me surgió enseguida
la duda de la autoría. Es frecuente que en Internet se atribuyan a autores
célebres los textos más dispares, no importa si son bellos, interesantes,
densos o puramente literarios. Este en concreto me pareció muy bonito, pero
fuera de época. Y no lo pensaba, que no fuera de Spinoza, porque sepa yo
filosofía, que no; mis estudios en esa materia no fueron mucho más allá de
permitirme decir que Spinoza, estudioso de Descartes, defendió un monismo
panteístico; Dios es “natura naturans”
y el resto es “natura naturata”. Dios es la razón de la Naturaleza, el mundo
que somos y habitamos es razonado por Dios. Todo lo que existe es substancia
divina. Dios es absolutamente libre, y todas las cosas son en él absolutamente
necesarias. La salvación se alcanza a través del conocimiento intuitivo; por
medio del cual contemplamos inmediatamente la eterna esencia divina y conocemos
cómo todas las cosas, conforme a su verdadera esencia, están contenidas en Dios
y de Él necesariamente fluyen. La única religión común para toda la humanidad
no necesita de dogmas ni de culto.
Rebusqué todo lo que
pude por la red, y sólo me encontraba el mismo texto repetido hasta la saciedad; sin
explicaciones que indicaran dónde dejó, si es que lo hizo, Spinoza estas
palabras; que comentaran de alguna manera si había o no contradicciones
internas; de dónde tomó un judío como él, y de origen español, sus ideas; si
tuvo seguidores o filósofos que le discutieron, como fue el caso de Leibniz.
Sólo aparece, y muchas veces, Einstein, asumiendo su concepto de Dios, con una
frase que cita la misma Wikipedia: «Creo en el Dios de Spinoza, que es idéntico al orden matemático del Universo».
Incluso he preguntado
a personas que considero informadas, pero nadie con exactitud me ha respondido
haberlo leído en alguna obra de Spinoza.
Todo lo cual, y leído
el texto una y otra vez, me llevan a la conclusión de que sí, sí puede ser de
Spinoza, sólo que hay que empezar por fijarse en la primera frase, la que pasé
por encima y casi ni leí: “Dios hubiera dicho”. Está claro con toda claridad,
el Dios que imagina Spinoza no ha dicho nada, no puede decir nada, y mucho
menos el texto en cuestión; pero si le forzáramos al filósofo a definirlo, él,
que no cree en un Dios personal, le pondría en su boca las palabras que se
siguen. Y está claro que eso es del todo imposible, porque tanto el ser humano
como el resto de cosas, animales incluidos, que componen el mundo carecen de
autonomía, es decir de libertad, en un orden totalmente necesario. Para él no
hay bondad ni maldad, no hay ética, no hay moral. Todo es, sencillamente.
Sí, creo que este
texto es de Baruck Spinoza. Que es muy bonito. Pero que me parece simplemente
vacuo. Queda, sin embargo, fetén si le pones imagen y sonido.
Dios hubiera dicho:
-Deja ya de estar rezando y
dándote golpes en el pecho! Lo que quiero que hagas es que salgas al mundo a
disfrutar de tu vida.
-Quiero que goces, que
cantes, que te diviertas y que disfrutes de todo lo que he hecho para ti.
-¡Deja ya de ir a esos
templos lúgubres, obscuros y fríos que tú mismo construiste y que dices que son
mi casa.
-Mi casa está en las
montañas, en los bosques, los ríos, los lagos, las playas. Ahí es en donde vivo
y ahí expreso mi amor por ti.
-Deja ya de culparme de tu
vida miserable; yo nunca te dije que había nada mal en ti o que eras un
pecador, o que tu sexualidad fuera algo malo.
-El sexo es un regalo que te
he dado y con el que puedes expresar tu amor, tu éxtasis, tu alegría. Así que
no me culpes a mí por todo lo que te han hecho creer.
-Deja ya de estar leyendo
supuestas escrituras sagradas que nada tienen que ver conmigo. Si no puedes
leerme en un amanecer, en un paisaje, en la mirada de tus amigos, en los ojos
de tu hijito… ¡No me encontrarás en ningún libro!
-Confía en mí y deja de
pedirme. ¿Me vas a decir a mí cómo hacer mi trabajo?
-Deja de tenerme tanto
miedo. Yo no te juzgo, ni te critico, ni me enojo, ni me molesto, ni castigo.
Yo soy puro amor.
-Deja de pedirme perdón, no
hay nada que perdonar. Si yo te hice… yo te llené de pasiones, de limitaciones,
de placeres, de sentimientos, de necesidades, de incoherencias… de libre
albedrío ¿Cómo puedo culparte si respondes a algo que yo puse en ti? ¿Cómo
puedo castigarte por ser como eres, si yo soy el que te hice? ¿Crees que podría
yo crear un lugar para quemar a todos mis hijos que se porten mal, por el resto
de la eternidad? ¿Qué clase de dios loco puede hacer eso?
-Olvídate de cualquier tipo
de mandamientos, de cualquier tipo de leyes; esas son artimañas para
manipularte, para controlarte, que sólo crean culpa en ti. Respeta a tus
semejantes y no hagas lo que no quieras para ti. Lo único que te pido es que
pongas atención en tu vida, que tu estado de alerta sea tu guía.
-Amado mío, esta vida no es
una prueba, ni un escalón, ni un paso en el camino, ni un ensayo, ni un
preludio hacia el paraíso. Esta vida es lo único que hay aquí y ahora y lo
único que necesitas.
-Te he hecho absolutamente
libre, no hay premios ni castigos, no hay pecados ni virtudes, nadie lleva un
marcador, nadie lleva un registro.
-Eres absolutamente libre
para crear en tu vida un cielo o un infierno.
-No te podría decir si hay
algo después de esta vida, pero te puedo dar un consejo. Vive como si no lo
hubiera. Como si esta fuera tu única oportunidad de disfrutar, de amar, de
existir.
-Así, si no hay nada, pues
habrás disfrutado de la oportunidad que te di.
-Y si lo hay, ten por seguro
que no te voy a preguntar si te portaste bien o mal, te voy a preguntar ¿Te
gustó?… ¿Te divertiste?… ¿Qué fue lo que más disfrutaste? ¿Que aprendiste?…
-Deja de creer en mí; creer
es suponer, adivinar, imaginar. Yo no quiero que creas en mí, quiero que me
sientas en ti. Quiero que me sientas en ti cuando besas a tu amada, cuando
arropas a tu hijita, cuando acaricias a tu perro, cuando te bañas en el mar.
-Deja de alabarme, ¿Qué
clase de Dios ególatra crees que soy?
-Me aburre que me alaben, me
harta que me agradezcan. ¿Te sientes agradecido? Demuéstralo cuidando de ti, de
tu salud, de tus relaciones, del mundo. ¿Te sientes mirado, sobrecogido?…
¡Expresa tu alegría! Esa es la forma de alabarme.
-Deja de complicarte las
cosas y de repetir como perico lo que te han enseñado acerca de mí. Lo único
seguro es que estás aquí, que estás vivo, que este mundo está lleno de
maravillas. ¿Para qué necesitas más milagros? ¿Para qué tantas explicaciones?
No me busques afuera, no me encontrarás. Búscame
dentro… ahí estoy, latiendo en ti.” (Baruch Spinoza)
Sin embargo hay quien
sí niega que lo haya escrito Spinoza. Quien tenga interés, aquí lo puede saber.
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