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Incertidumbre



Falta de certidumbre, explica el DLE de la RAE. Tras la certeza de lo sucedido, está lo que se nos oculta y desconocemos. Y, si es terrible lo evidente tanto en Niza y en Turquía como mucho más cerca, en Aranda de Duero, donde acaba de morir una mujer a manos de su pareja de toda la vida, la sospecha agranda lo que puea estar detrás; que la imaginación y también la experiencia construyen como sin querer, temiendo lo peor.
Puestos ante lo más inmediato: Matrimonio arandino de larga duración, hijos mayores, convivencia sin hechos violentos denunciables, que una madrugada calurosa de verano termina con ella acuchillada a manos de él. ¿Qué ha habido entre ambos que hubiera sido posible corregir a tiempo? ¿Quién sospechaba pero prefirió no implicarse? ¿Hubo quien alentó y empujó?
Pasemos a lo primero: Niza, ciudad turística y cinematográfica. Mezcla de culturas a orillas de un mar nuestro por los siglos. Una multitud pacífica es atropellada con nocturnidad. ¿Trastorno mental trasitorio, accidente simple y llano aunque inoportuno, alevoso atentado de factura yihadista? Todo en medio del mayor nivel de despliegue antiterrotista y de seguridad nacional.
Y terminemos por Turquía: ¿Hay que matar a trescientas personas para fallar un golpe militar? ¿Merecen esos milicos ocupar tareas de tanta resposabilidad? ¿Se ha tratado de una operación encubierta desde el gobierno? ¿Ese país…?
Lo pésimo, es decir lo peor de lo peor, es que hasta el momento, en cada caso, no había enemigos, o eso al menos parecía. ¿Asesinar a la propia esposa? ¿Atropellar a sus conciudadanos? ¿Disparar contra el pueblo que debe defender?
Estoy hecho un mar de dudas.

Estrenando, que es Domingo de Ramos



Si este día en mi historia personal siempre merece especial atención, el consabido estreno de alguna cosilla, en lo comunitario ha tenido también sus notas novedosas. Y han sido dos.

La primera. El olivo, en el sexto año de su replantación, ha ofrecido su primeros ramos para la procesión. Mi gente, sin embargo ha extrañado esta circunstancia agotando las ramas de laurel, será por la costumbre de usarlas también en la cocina. En cualquier caso, las ramas desdeñadas servirán para la hoguera de la pascua de cuyas brasas encender el cirio, y su ceniza nos vendrá muy bien para la cuaresma del próximo año.
La segunda. La implantación “obligatoria” de nuevos libros litúrgicos a partir de la Sagrada Escritura en versión de la Conferencia Episcopal Española ha convertido en obsoletos los anteriores. El domingo de ramos tiene además la particularidad de tener como texto central la pasión, que suele proclamarse con tres lectores. También han quedado inservibles las copias suplementarias que veníamos usando desde tiempo ha.

Además del hermoso y cuidado evangeliario, hemos estrenado estos dos suplementos aviados a toda pastilla con los materiales a mano, para cumplir y para hacerlo dignamente.
El olivo nos sobrevivirá a todos, eso es bien seguro. Y posiblemente seguirá surtiendo de ramos con suficiencia más que sobrada. El reluciente libro para la liturgia durará lo que considere la autoridad; y está por ver, dado que su traducción más que un avance con respecto a la anterior, la Nueva Biblia Española de Alonso Schöckel, es un claro retroceso. Hay cambios en el vocabulario que nos retrollevan a los años cincuenta. Por si las moscas, no he encuadernado mis dos copias; me he limitado a enfundar las A4 impresas en “plásticos” multitaladro y colocarlos en unos portafolios aún en buen uso. Los nuevos calcetines, finalmente, darán abrigo a mis pies, me durarán por lo menos hasta el otoño, y seguirán siendo el regalo que me hago a mí mismo todos los años por esta misma fecha.
El recordatorio, sin embargo de este día, y que mejor se corresponde con el impresionante verso del salmo responsorial de la liturgia –«Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» (Sal 22)–, lo constituye el terrible accidente que esta madrugada se ha llevado jóvenes vidas en una carretera.

Gestos



Este es un día muy para gestos, gestos de “enamor”, de personas que se quieren y celebran su amor sin pudor ni cortapisas. Hay quienes gesticulan y quienes no, quienes lo celebran y quienes pasan totalmente de esas cosas, pero ¿quién se reconoce insensible ante un beso, un abrazo, un apretón de manos? Si nos place que nos besen, nos abracen o nos den la mano, también nos duele que nos los nieguen. Incluso aunque conozcamos la razón.
Muy comentado ha sido en estos últimos días el no saludo de Rajoy a Pedro. Todo el mundo ha visto intencionalidad, salvo los propios interesados. Mejor dejarlo pasar.
No tan conocido ha sido el encuentro entre Carlos y Rita, él arzobispo de Madrid y ella concejala madrileña. Uno disculpa, otra dice desconocer. Bien está, es suficiente. ¿Por qué llevar las cosas más allá?
Con luz y taquígrafos ha ocurrido, en hora de máxima audiencia, la aparición de doña Espe para publicar, urbi et orbe, su dimisión… no su volatilización. Seguirá, no me cabe la menor duda. ¿Dónde y cómo emergerá? Cuando lo haga, allí no estaré.
El gesto, con todo, que más me hace pensar es el de Francisco papa, encerrado a solas con la Guadalupana, tras un banderón de México lindo y rodeado de obispos pretorianos mitra en ristre, en tanto el pueblo llano estaba fuera, al fresco de la calle. El personal en el interior no parecía orar, como Francisco, sino intentar sacar la mejor instantánea del momento. Veinte minutos dicen que ha durado, aunque yo sólo he podido acceder a 2´53´´.
Francisco es persona de gestos, sencillos, significantes, epatantes e impactantes. No parece, sin embargo, que sean contagiosos. Al menos en lo que yo he podido deducir de las imágenes que me llegan. Por eso la cúpula episcopal se la ve inquieta, no sé si preguntándose si le ha dado un patatús, si medita, si descansa, si está pensando la siguiente jugada…
Yo estoy seguro de que ha aprovechado esos veinte minutos con la virgen morenita para comentar el contenido de la preciosa, enjundiosa, aleccionante homilía que ha “soltado” ante una concurrencia tan preclara.
No recuerdo haber escuchado algo semejante en mis ya muchos años sobre María, la muchachita de Nazaret, traspasada en este caso a la fe “morena, color de gente pequeña”. Tendría que remontarme a un poema de Casaldáliga, pero ya sabemos que se trata de un progresauro que está desaparecido y que muy pronto desaparecerá por completo, no en vano el próximo martes llega a los ochenta y ocho.
Todo está en internet, todo está al alcance de un click. Valga también este gesto para facilitárselo a quien esté sin ganas.
Poema guadalupano, de Pedro Casaldáliga, año 1991
Señora de Guadalupe,
patrona de estas Américas:
por todos los indiecitos
que viven muriendo, ruega.
¡Y ruega gritando, madre!
La sangre que se subleva
es la sangre de tu Hijo,
derramada en esta tierra
a cañazos de injusticia
en la cruz de la miseria.
¡Ya basta de procesiones
mientras se caen las piernas!
Mientras nos falten pinochas
¡te sobran todas las velas!
Ponte la mano en la cara,
carne de india morena:
¡la tienes llena de esputos,
de mocos y de vergüenza!
¡La justicia y el amor:
ni la paz ni la violencia!
Señora de Guadalupe:
por aquellas rosas nuevas,
por esas armas quemadas,
por los muertos a la espera,
por tantos vivos muriendo,
¡salva a tu América!

Homilía de papa Francisco, basílica de Santa María de Guadalupe, 13 de febrero de 2016.
Escuchamos cómo María fue al encuentro de su prima Isabel. Sin demoras, sin dudas, sin lentitud va a acompañar a su pariente que estaba en los últimos meses de embarazo.
El encuentro con el ángel a María no la detuvo, porque no se sintió privilegiada, ni que tenía que apartarse de la vida de los suyos. Al contrario, reavivó y puso en movimiento una actitud por la que María es y será reconocida siempre como la mujer del «sí», un sí de entrega a Dios y, en el mismo momento, un sí de entrega a sus hermanos. Es el sí que la puso en movimiento para dar lo mejor de ella yendo en camino al encuentro con los demás.
Escuchar este pasaje evangélico y en esta casa tiene un sabor especial. María, la mujer del sí, también quiso visitar a los habitantes de estas tierras de América en la persona del indio San Juan Diego. Y así como se movió por los caminos de Judea y Galilea, de la misma manera caminó al Tepeyac, con sus ropas, usando su lengua, para servir a esta gran Nación. Y así como acompañó la gestación de Isabel, ha acompañado y acompaña la gestación de esta bendita tierra mexicana. Así como se hizo presente al pequeño Juanito, de esa misma manera se sigue haciendo presente a todos nosotros; especialmente a aquellos que como él sienten «que no valían nada» (cf. Nican Mopohua, 55). Esta elección particular, digamos preferencial, no fue en contra de nadie sino a favor de todos. El pequeño indio Juan, que se llamaba a sí mismo como «mecapal, cacaxtle, cola, ala, es decir sometido a cargo ajeno» (cf. ibíd, 55), se volvía «el embajador, muy digno de confianza».
En aquel amanecer de diciembre de 1531 se producía el primer milagro que luego será la memoria viva de todo lo que este Santuario custodia. En ese amanecer, en ese encuentro, Dios despertó la esperanza de su hijo Juan, la esperanza de un Pueblo. En ese amanecer Dios despertó y despierta la esperanza de los pequeños, de los sufrientes, de los desplazados y descartados, de todos aquellos que sienten que no tienen un lugar digno en estas tierras. En ese amanecer, Dios se acercó y se acerca al corazón sufriente pero resistente de tantas madres, padres, abuelos que han visto partir, perder o incluso arrebatarles criminalmente a sus hijos.
En ese amanecer, Juancito experimenta en su propia vida lo que es la esperanza, lo que es la misericordia de Dios. Él es elegido para supervisar, cuidar, custodiar e impulsar la construcción de este Santuario. En repetidas ocasiones le dijo a la Virgen que él no era la persona adecuada, al contrario, si quería llevar adelante esa obra tenía que elegir a otros ya que él no era ilustrado, letrado o perteneciente al grupo de los que podrían hacerlo. María, empecinada —con el empecinamiento que nace del corazón misericordioso del Padre— le dice: no, que él sería su embajador.
Así logra despertar algo que él no sabía expresar, una verdadera bandera de amor y de justicia: en la construcción de ese otro santuario, el de la vida, el de nuestras comunidades, sociedades y culturas, nadie puede quedar afuera. Todos somos necesarios, especialmente aquellos que normalmente no cuentan por no estar a la «altura de las circunstancias» o por no «aportar el capital necesario» para la construcción de las mismas. El Santuario de Dios es la vida de sus hijos, de todos y en todas sus condiciones, especialmente de los jóvenes sin futuro expuestos a un sinfín de situaciones dolorosas, riesgosas, y la de los ancianos sin reconocimiento, olvidados en tantos rincones. El santuario de Dios son nuestras familias que necesitan de los mínimos necesarios para poder construirse y levantarse. El Santuario de Dios es el rostro de tantos que salen a nuestros caminos.
Al venir a este Santuario nos puede pasar lo mismo que le pasó a Juan Diego. Mirar a la Madre desde nuestros dolores, miedos, desesperaciones, tristezas y decirle: Madre, «¿Qué puedo aportar yo si no soy un letrado?». Miramos a la madre con ojos que dicen: son tantas las situaciones que nos quitan la fuerza, que hacen sentir que no hay espacio para la esperanza, para el cambio, para la transformación.
Por eso creo que hoy nos va a servir un poco de silencio. Mirarla a ella, mirarla mucho y calmadamente, y decirle como hizo aquel otro hijo que la quería mucho:
«Mirarte simplemente, Madre,
dejar abierta sólo la mirada;
mirarte toda sin decirte nada,
decirte todo, mudo y reverente.
No perturbar el viento de tu frente;
sólo acunar mi soledad violada,
en tus ojos de Madre enamorada
y en tu nido de tierra transparente.
Las horas se desploman; sacudidos,
muerden los hombres necios la basura
de la vida y de la muerte, con sus ruidos.
Mirarte, Madre; contemplarte apenas,
el corazón callado en tu ternura,
en tu casto silencio de azucenas».
(Himno litúrgico)
Y en silencio y, en este estar mirándola, escuchar una vez más que nos vuelve a decir: «¿Qué hay hijo mío el más pequeño?, ¿Qué entristece tu corazón?» (cf. Nican Mopohua, 107.118). «¿Acaso no estoy yo aquí, yo que tengo el honor de ser tu madre?» (ibíd., 119).
Ella nos dice que tiene el «honor» de ser nuestra madre. Eso nos da la certeza de que las lágrimas de los que sufren no son estériles. Son una oración silenciosa que sube hasta el cielo y que en María encuentra siempre lugar en su manto. En ella y con ella, Dios se hace hermano y compañero de camino, carga con nosotros las cruces para no quedar aplastados por nuestros dolores.
¿Acaso no soy yo tu madre? ¿No estoy aquí? No te dejes vencer por tus dolores, tristezas, nos dice. Hoy nuevamente nos vuelve a enviar; como a Juanito, hoy nuevamente nos vuelve a decir, sé mi embajador, sé mi enviado a construir tantos y nuevos santuarios, acompañar tantas vidas, consolar tantas lágrimas. Tan sólo camina por los caminos de tu vecindario, de tu comunidad, de tu parroquia como mi embajador, mi embajadora; levanta santuarios compartiendo la alegría de saber que no estamos solos, que ella va con nosotros. Sé mi embajador, nos dice, dando de comer al hambriento, de beber al sediento, da lugar al necesitado, viste al desnudo y visita al enfermo. Socorre al que está preso, no lo dejes solo, perdona al que te lastimó, consuela al que está triste, ten paciencia con los demás y, especialmente, pide y ruega a nuestro Dios.
Y en silencio le decimos lo que nos venga al corazón ¿Acaso no soy yo tu madre? ¿Acaso no estoy yo aquí?, nos vuelve a decir María. Anda a construir mi santuario, ayúdame a levantar la vida de mis hijos, que son tus hermanos.

No se lo hemos puesto nada fácil



Porque todos los grupos políticos que figuraban en la papeleta color sepia estaban también en las hojitas blancas; aspiraban a estar en ambas cámaras. Y por lo tanto, a gobernar el país.
Justo ha sido cerrar el día, y ya había quien hablaba de empezar de nuevo. Así va a ser imposible, parecía decir; hay que repetir las votaciones.
¡Qué hastío! Pensé yo, tras escucharlo; otra campaña y apago, me dije.
Señoras y señores elegidas y elegidos: los españoles y las españolas les hemos encomendado gobernarnos. Busquen la manera de hacerlo, y háganlo bien.
Estoy tentado de proponer que hasta que lo consigan sólo se les suministre el alimento imprescindible para no morir de inanición. A pan y agua, el intelecto espabila, vaya si espabila.

27 S


Desde esta mañana el pueblo catalán que vive en territorio español se acercará para depositar su voto en las urnas, en unas elecciones autonómicas para determinar la composición de su gobierno. Pero tengo, todos tenemos, el convencimiento de que votará otra cosa; yo no sé exactamente qué, los demás tal vez lo sepan.
Sea lo que sea lo que se decida, y esta tarde noche será público, la angustia que me ha acompañado durante demasiado tiempo desaparecerá, ese nudo en el pecho que me oprime se aflojará, y por fin podré vivir libre de todo temor. Cuando todo esté claro, ya no habrá más rencores por hechos del pasado o del presente, ni deudas que satisfacer ni pagos que realizar; nadie podrá echarme en cara ser centralista, o que impongo mi idioma. Me veré libre de ese run run agobiante, casi amenazante, con el que a diario comenzaban las noticias, y los asuntos de aquella tierra y aquel pueblo pasarán a ser una nota más del montón, pero no la cabecera.
Me harían un gran favor los componentes de ese colectivo si fueran todos a votar y con diligencia, de manera que los resultados estuvieran disponibles antes de la hora de comer. Con las urnas cerradas y el recuento terminado, mi siesta de domingo sería verdaderamente antológica.
Les deseo, pues, que ejerzan con libertad su derecho y se expresen con toda la claridad de que sean capaces. Es también mi derecho.

No quiero crecer


El síndrome de Peter Pan y el complejo de Wendy


Ayer fue su cumpleaños, dieciocho, pero lloraba en lugar de reír. Aún así la felicité y traté de hacerla ver que siendo mayor de edad las cosas le irían mucho mejor. No lo conseguí.
Maltratada en casa, viviendo en realojo, vestida y comida por caridad, añoraba sin embargo que la telefonearan su madre, –la consentidora–, y sus hermanas, –otras que tal. Ignoro si lo hicieron antes de acabar la jornada. ¿Para qué me sirve esto? –y señalaba el cigarro que se estaba fumando. Me lo han vendido desde los catorce. El alcohol ni lo pruebo, así que…
Una cara preciosa, un cuerpo como corresponde a su edad, sus ojos expresan una madurez que se niega a asumir. Querría, quiere, no cruzar el umbral que la aleja de la infancia.
* * *
Voy a ser vecino tuyo, me dijo hace tiempo. En efecto, se alojó en adosado con jardín. A la vuelta del verano ya estaba de vuelta al piso. Chico, los sábados son para no madrugar; ¡iba yo a levantarme pronto para tirar de azada!
Lo he recordado hoy al ver que ¡estamos saliendo de la crisis! En efecto, me he cansado de contar los equipos de jardineros a domicilio que tenían sus vehículos aparcados a la puerta de las muchas urbanizaciones de esta zona. Se ve que, con la temporada veraniega, ya es posible poner a punto las piscinas comunales y los céspedes que las rodean.
* * *
No sé si los griegos y las griegas tampoco quieren ser mayores, o esperan que sean otros quienes les caven los huertos y les limpien las calles…
Alguien se sentó a la mesa tras una noche de farra, como quien se fue de botellón precipitadamente, y no quiere entender que, si abandonarla sin mediar palabra está feo, volver a sentarse resultará horroroso cuando no hay disculpa ni la va a haber, aunque se la espere.

Eso no debe estar bien


Lo de luz y taquígrafos es bonito y resulta productivo cuando las cosas a tratar interesan a todos. Eso se dice de la democracia. Las cosas claras. No es de ahora; ya lo escuché de pequeño, rematado con lo de “y el chocolate espeso”. De modo que si sigue siendo útil, me apunto.
Sin embargo, empieza a inquietarme tanto zumbar desde un lado y desde otro. Los casos de corrupción ahí están. Con nombres propios y direcciones. Los viajes del Senado, ahí están también, pero parece ser que no van a tener ni nombres ni direcciones. Lo del ex rey, parece que va a quedar en nada. Lo de Pujol está por ver, y lo de Bárcenas habrá que esperar porque va lento.
A todos nos gustaría saber. ¿A todos? A mí, desde luego, no. Me produce desazón malsana que se afirmen cosas de personas sólo porque alguien dice. Y lo dice porque… lo vivió, lo sospecha, alguien se lo comunicó, lo dedujo, o lo adquirió por ciencia infusa.
No suelo atender a este tipo de informaciones. ¿Sabes qué? Y entonces pregunto, ¿quién lo dice? No suele continuar el discurrir de la información. Se ve que es peligroso identificarse.
Pero no siempre puedo recurrir a ese artificio. Las cosas vienen rodadas e imposibles de parar. Y si me entero de algo sobre alguien, verdad o mentira, luego con ese alguien no logro la fluidez de relación que deseo. Soy humano y la sospecha hace mella en mí.
En fin, que no me parece correcto que nos estén bombardeando constantemente con que si Errejón no cumple su contrato con la universidad de Málaga, si la difunta Carrasco benefició a la empresa de su exnovio, si esos curas granadinos son unos delincuentes, o si Messi se lucró evadiendo al fisco, en tanto no haya un pronunciamiento definitivo.
Al final, terminaremos todos mirándonos por el rabillo del ojo. Lo de llevarnos las manos a la cabeza, ya es habitual.

Perder para ganar



Mac OS 10.7 o superior, requería el aparato, cuando intenté descargarme la aplicación PADRE de Hacienda para hacer una declaración de IRPF de un descolgado del sistema. Así fue como me enteré de que tenía una herramienta obsoleta, que necesitaba urgentemente una puesta al día en toda regla.
Tras sopesar pros y contras, decidí tirarme al agua, los ojos cerrados y confiando en la providencia, abandonando el ya superado 10.5.8. El novedoso, –y gratuito– maveriks 10.9.5 fue mi decisión. Y ahora asumo las consecuencias.
Cambiar de sistema acarrea problemas aunque sea necesario y se obtengan ventajas. Como todo en la vida, que así son las cosas. Hay que calibrar el asunto y… decidir.
Si lo que pierdes compensa con lo que ganas, la decisión será buena. Si lo tienes que hacer “a fortiori”, ¡chico!, ¡esto son lentejas!
De modo y manera que he cambiado el sistema de mi imac y en la modernización algunas cosillas se han quedado en el baúl de los recuerdos. Irrecuperables.
Pero ¡habrás hecho copia! Pues claro. Pero de qué sirve tener almacenados unos documentos a los que nunca vas a poder echar siquiera un vistazo porque has perdido la herramienta imprescindible? Tiene gracia perder información por ganar información.
No parece haber perdido demasiado y sí ganado mucho este buen señor, de nombre Rafael, misionero en Fô Bouré, diócesis de N´Dali (Benín), que cambió, o actualizó, el sistema de su vida: «¿A qué hemos renunciado? En mi caso lo que más añoro es la familia y los amigos, porque en realidad no siento que haya renunciado a lo más importante, sino que aquí lo estoy viviendo de manera plena. Soy un hombre enamorado de Jesucristo y su Evangelio. Éste me enseña a estar siempre con los que más sufren, por lo que en realidad estoy cumpliendo un sueño y sintiendo que mi vida tiene pleno sentido».
Ganar también es lo que esperamos por lo menos la mitad más uno, o sea la mayoría, con lo que se ha tratado en Roma en el sínodo extraordinario de los obispos católicos. En este caso no hay cambio de sistema, sino intento de recuperar el disco original. ¿La pérdida? Pues… está por ver, pero de momento una forma de mirar y de entender estrecha y carente de sentido de la realidad.
Y ganar con todo derecho una sanidad que mire a la persona y no al dinero; es lo que estoy del todo convencido que va a significar la victoria de Teresa sobre el ébola, que supone también recuperar la sensatez y abandonar cualquier miedo irracional.
Resultón ha resultado este día en que hemos celebrado el DOMUND. La colecta ha sido de récord.

¡Esto no pasa la itv!


Yo sólo quería saber si podíamos arreglar el tejado, y recibí esta respuesta.
Su ojo cualificado fue sacando a la luz todas las goteras que tiene esta edificación que sirve a las gentes del lugar desde junio de 1981. Y son tantas y tan graves, tan costosas de reparar y tan complejo el intentar resolverlas, que lo único que cabe decir es que ¡esto es una ruina!
En realidad no dijo nada que no se supiera. Bien lo conocemos, porque como gatos panza arriba nos hemos visto siempre para sacar algún partido provechoso de este montón de paredes que se levantaron para contener vacas, gallinas y cerdos, y ahora se usan para otros menesteres mucho más exigentes.
La primera propuesta suya fue: ¿Os bastaría con la mitad de lo que tenéis? Me encogí de hombros y solté: Nos hemos apañado siempre con lo que hemos tenido, aunque fuera cambiando el mobiliario cuatro veces en un día. Pero no quisiéramos perder lo que tenemos. Es que si hiciéramos una edificación nueva de una sola planta, resolveríamos todos los problemas, –remató el entendido. Aquí tenéis más de doscientos metros, y con la mitad… Callé, ¡qué iba a responder!
No obstante, y ante mi silenciosa oposición, volvió con la segunda propuesta: en todo caso, y para que esto sigua igual, un arreglo puede hacerse, y no costoso, para salir del paso. Volvió a sonarme a viejo, estuve a punto de replicar.
Me consta que lo ha hablado con la superioridad, y que están en el asunto. Espero sepan dar una respuesta para resolver lo que empezó de forma tan provisional. Hace tiempo que debió zanjarse esta cuestión, porque la realidad de mi entorno ha cambiado demasiado en estos casi treinta y cuatro años y, ni la población actual ni la legalidad vigente, puede/debe aguantar mantener el stato quo.
Exactamente –o casi– igual opino del asunto independentista. Lo que se hizo como para salir del paso, aunque muchos dijeran que era concluyente, salió a medias. A la vista está. Ha faltado claridad y valentía para afrontar el asunto de frente y con afán de, aunando todos los sentires, dejarlo definitivo. No se hizo, no nos engañemos. Y ahora no vale apelar a la ley, porque no es suficiente por no ser igualmente reconocida y aceptada. Siéntense a dialogar, como yo he solicitado tantas veces en el asunto que me atañe, quienes deban hacerlo y no se levanten de ella hasta que todos coincidan en algo concreto y… ojala redondo e indiscutible. 
Y por cierto, hay en este asunto un detalle que me mosquea sobremanera. La multitud que en Cataluña está por la escisión está a la vista. ¿Dónde está el otro grupo, a todas luces mucho mayor, que no lo está? A mí no me salen los números, y trato de hacer cálculos; claro que no soy matemático. La mayoría silenciosa, o, según me dicen, “temerosa”, debería saber que en esto no vale aquello de “no sabe no contesta”. O ¿es que están esperando a ver si lo pueden expresar con la papela?
Estoy a la espera. Sé que no hay posibilidad alguna de darle a este asunto una solución terminada que no sea tirarlo todo y hacerlo nuevo. Pero… puesto que ya no va a ser igual de completo, por muy nuevo y moderno que fuera, yo estoy dispuesto a continuar con lo que hay hasta mi retiro.
¿Me lo consentirán, ahora que acabo de lanzar la piedra al agua?

Una frivolidad



¿Qué otra cosa puede ser estarse un montón de horas encaramado en lo alto de una farola? ¡Gamberro! Si la policía, y sobre todo los jueces, fueran como deben ser, no ocurrirían estas cosas.
Ni es el primero, ni será el último en hacer el numerito. Sólo en un ratito he localizado estas fotografías.
 Unos lo hacen para divertirse.
Otros para que les miren.
Y habrá seguramente quien lo haga por estar de los nervios.
No creo que el de hoy, en Melilla, tuviera ganas de reír o de maravillar; y de beber, cero patatero.
¡Cómo será el lugar de donde vino! Ha preferido estar ahí arriba antes que volver.

Ahora ya puede descansar, aunque el CETI no sea, precisamente, un hotel de cinco estrellas.

Siguiente misterio: Jesús anuncia el Reino de Dios


En la Cena ecológica del Reino, Máximo Cerezo Barredo

Son luminosos los misterios que en jueves contempla el rosario, y no sé por qué me los salté ayer. (Tal vez esté viviendo tiempos algo oscuros, me sugiero, y necesitaba algo ilusionante). Los inventó el anterior del anterior papa, Juan Pablo II. Osó modificar la tradición en este punto, dejando otros bien importantes atados y bien atados. No creo que duren mucho en ese estado, habida cuenta de que Reino de Dios y nudos gordianos no casan en absoluto. Al tiempo. Yo que él habría colocado lazadas en su lugar. Sujetan, pero permiten con un simple gesto deshacer conflictos y recuperar libertad. Pero, claro, esto es otra insensatez que se me ocurre. Y van…
Uno, en su ingenuidad, en la que no se ve en solitario, cree aún que son posibles los imposibles; a pesar de tener enfrente la terca realidad. Predica, predica, pienso que dicen algunos, cuando me ven insistir, por ejemplo, en que canten, en que hablen, en que estén; opinar sí opinan, muchos de manera ausente; no vuelven y ya está; o siguen estando, pero pasivos, meros espectadores. Es que mi niño no entiende, o no se ve implicado; se aburre. No consigo convencerlo para que vaya contento. Dice alguna mamá; los papás, suelen encogerse de hombros y, a lo más, sonríen.
Ahora las cosas deben ser entretenidas, hay que pasárselo bien para que interesen. La comida, diver; el cole, diver; los deberes, diver; todo guay del paraguay.
Mientras tanto, se crean situaciones nuevas al margen de lo organizado. En cada lugar de una manera. Eso es puro relativismo, concluyen los de siempre. Y desaniman, por si hiciera falta. Entre estos y los otros, que amedrentan, el personal se asoma pero no se lanza, no rompe, no se desata. Y ¡ay que ver cómo molan las melenas al viento, las trenzas deshechas y los pelos revueltos!
Yo sigo impertérrito, sin ceder al desaliento. Algo surge, de vez en cuando. Y entonces suspiramos satisfechos.
De repente se cubre el cielo y te enteras de que, por ejemplo, vuelve la guerra fría, que se ha mantenido callada en el viejo arcón congelador de la historia. O el osco gesto de la adusta cara centroeuropea que avisa rechazar a los más pobres, porque afean y además cuestan dinero. O ves que amenazan con volver los grises y la orden terminante en medio de la plaza: ¡circulen, disuélvanse!
¡Ay si Gorbachov, levantara la cabeza!
¿Qué diría Konrad Adenauer a la Anguela Merkel: gracias por unificar las alemanias o si llego a saber esto ni dimito ni me muero?
¿Habrá resucitado Manuel Fraga para gritar que la calle sigue siendo suya?
¡Ahí está lo nuevo! ¡Mirad que se aproxima!
Contentos, sí. Complicados, también. ¿Implicados? Esa es otra canción.

Segundo misterio: El Señor, atado a la columna


El Señor atado a la columna, Gregorio Fernández. 1619. Iglesia Penitencial de la Santa Vera Cruz. Valladolid

Una y otra vez han pasado las imágenes: unos energúmenos atacando sin piedad a un pobre hombre. Iba con casco, es verdad, pero desarmado. ¿Le habrían puesto allí para que le dieran?
No consigo comprender cómo aquella marea humana que venía andando desde los confines del país por diferentes caminos, que había ocupado las calles céntricas de Madrid para expresar su indignación, y a través suyo, el de otros muchos que no pudimos estar, que se había mostrado con energía pero en paz, devino en semejante batalla campal. Y desigual. El pueblo contra el pueblo.
Con alevosía. Nadie me diga que aquello surgió de pronto. No me trago lo de incontrolados. La jugada fue estudiada. Algo falló en algún eslabón de la vigilancia. ¿Fue descuido? ¿Y si hubiese interés en que así sucediera?
Hasta aquí hemos llegado.
Habla, pueblo, habla. Fue otra época. ¿Ahora es calla, pueblo, calla?
Nadie piense que escribo irreverentemente. Estaba vez tocaban dolorosos. Hoy, el que está así de lastimosamente impresentable es el pueblo entero. Abandonado. Apaleado. Desahuciado. Enmudecido. Expoliado. Hambriento. Humillado. Impotente. Inmovilizado. Hecho unos zorros.
Dura lex, sed lex. Esto dijeron los antiguos. Ahora, para ser lex de verdad, debe apresurar el paso, incluso correr; de otro modo, no nos sirve; es papel mojado por muy dura que aparente

Primer misterio: La anunciación del ángel a María

Jan van Eyck, Díptico de la Anunciación, c. 1433-1435. Óleo sobre tabla. Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid
Este díptico es un importante exponente de la pintura en grisalla, donde Van Eyck renuncia intencionadamente a la utilización de cualquier color primario y concibe la imagen mediante la aplicación del blanco y del negro, creando la ilusión de un grupo escultórico. La pintura forma parte de un conjunto de obras de pequeñas dimensiones que pudo estar destinado a la devoción privada. Las inscripciones realizadas en los marcos son muy frecuentes en sus tablas y aquí aluden al tema del díptico; en este caso recogen la primera y última frase del diálogo entre María y el arcángel tomado del Evangelio de san Lucas. Los marcos están pintados también por el artista produciendo un trampantojo y un exquisito juego de molduras.

Sí, porque ayer fue lunes, y así comencé mi rosario cuando, por la tarde y antes de que llegara la chavalada, sacaba a Gumi & Berto a aliviarse y olisquear de paso por el barrio. Rezar no sé si recé, pero pensar, vaya si lo hice. De nada valieron los tirones que soporté, las paradas que me vi forzado a realizar; los pensamientos se atropellaban dentro de mí, descontrolados, sin cabezada ni ramal, y me fue del todo imposible ponerlos orden. Una vez más, resulté un desastre.
Había amanecido frío, casi invernal, en tanto que por los ojos me entraba la primavera de los almendros ya perdiendo la flor. ¿Es o no es? Me preguntaba, ocultando el rostro en la bufanda y las manos ateridas en el fondo de los bolsillos. Si mejoró el día, no conseguí apreciarlo. ¿Soy yo o es que el sol no logra despertar del todo?
Más que el cuerpo, era el alma la que se negaba a espurrirse. Un encogimiento extraño me atenazaba. Y desgranando los misterios gozosos del santísimo rosario, no encontraba rastro de entusiasmo por donde encarrilar mis avemarías.
Me negué a ver la tele, mas alguna escena se me coló de soslayo. Larga cola de madrileños y madrileñas, rostros serios, alguna que otra lágrima no reprimida, palabras y palabras y palabras. Silencio también.
De otra parte me llega todo lo contrario: no es lo que parece. La historia, que coloca a cada quien en su lugar, también puede se manipulada para dar otra versión.
Año 1975, noviembre. Fidela, mi ángel de la guarda en aquel pueblo, llora suavemente. En silencio nos atiende a la mesa; y, mientras comemos el cocido que tocaba, un torozón por dentro nos oprime. No está claro si nos dolemos o es alivio. Y ahora ¿qué va a ser de nosotros? Atado y bien atado. Pero no teníamos otra sensación sino la incertidumbre de un pasado que pudiera volver a repetirse; y ella había perdido al padre, peón caminero, arrebatado vilmente en la misma cuneta a su cuidado.
No me queráis tanto y votadme más. Si lo dijo o no lo dijo, ahí están esas palabras. Humillante derrota en las urnas, no importa si luego era aclamado. Y también en los despachos. ¿O eso fue traición?
Intento no dejarme llevar por la evidencia, sabiendo que las apariencias tantas veces engañan. Que un abrazo puede ser también trampa mortal; un beso, rechazo; una mirada, asesina; un aplauso, despedida; una palabra, pesada losa que sepulte en el olvido.
Tras veinticinco años de paz… llegaron cincuenta años de silencio y olvido. En aras de la convivencia, sí. Y de la modernización y el progreso, también. De la democracia tutelada primero, luego ¿descafeinada? Y ¿dónde está, dónde encontrar la necesaria reconciliación?
Una libertad sin cadenas… puede que la tenga Dios. Una libertad sin ira, si no está dignamente aderezada y adecuadamente adobada, ¿es primavera o es invierno?
Anunciación en gris, óleo que parece piedra, trampantojo sobre el misterio, gozo e inquietud a un tiempo, la siempre incertidumbre de la vida que bulle a pesar de todo.
A la vuelta del paseo, comentando que la Eucaristía es un Comida sobre la Mesa Común, y respondiendo a sus preguntas, descubro que los niños y las niñas están inquietos/as por otros asuntos que a los mayores se nos escapan o ya no nos interesan ni nos corresponden:
–Oye, míguel, ¿por qué te bebes tú lo que queda?
–Y si mastico, ¿qué?
–¿A qué sabe eso?

Trasteando en casa



Tentado estoy de poner un cartel que diga “el último, que ponga rollo nuevo”, pero como me da vergüenza ajena, no lo voy a hacer. Seguiré pasando y reponiendo, qué le vamos a hacer. Es mi primera obligación cada mañana.
Ocurre lo mismo con el mobiliario “móvil”, valga la redundancia, y con la luz, ésta ciertamente inmóvil. Sillas revueltas y luz a rebosar, marcan las salas que han estado ocupadas en reuniones y actividades. Es como si se dijera, sin decirlo expresamente, el que venga luego que se apañe como pueda.
No hay diferencia en cuanto a de quién o quiénes se trate: madres de familia en sus ocios, provectos vecinos de comunidades aplicados a sus negocios, niños y niñas de catequesis o personal en actividades diversas. Incluso en el templo se nota: bancos movidos, restos de clines por los bajos y cachos de las tapas de los cancioneros, todo ello a modo de –salvando la muchísima distancia que existe entre lo huno y lo hotro– posbotellón verbenero de findesemana.
Ciertamente es gratificante ver que las cosas se usan. No lo es tanto percibir cómo se descuidan. Si quien sale del retrete pensara en el siguiente que va a utilizarlo, posiblemente no dejaría el rulo de cartón exangüe. Afortunadamente ya nadie fuma en interiores, por eso no hay que preocuparse de ventilar las salas; pero sillas ordenadas y papeles recogidos sería un toque de distinción y un detalle hacia los que vengan.
Pues es el caso que a mi señor arzobispo, don Ricardo, ya le han puesto el cartel, para que sepa a qué atenerse. No es que esté el panorama falto de papel higiénico; pero la sillería del complejo tiene un cierto orden incierto, los papeles están colocados de modo y manera inadecuada y de luces, pues qué se yo, tal vez los colores sean de otra época y estén ya desfasados. Así que en cuanto abra la puerta para entrar, va a ver esas advertencias.
Cuando llegué al pueblo recién estrenado mi curato, Vicente –mi antecesor– me había dejado escritas unas cosillas que él no pudo concluir, con indicaciones sobre cómo mejor rematarlas. Se lo agradecí, porque la experiencia se tarda en conseguir, y él tenía para dar y tomar. Yo no pude repetir el gesto, porque mi sucesión se produjo de otro modo y no dejé cabos sueltos. Eso creo, al menos. Pasé sin penas ni glorias. Tampoco hubo fiesta ni funeral.
Ahora bien, si yo estuviera en el lugar de “el tal Blázquez”, no me preocuparía en absoluto. Principalmente porque él ya sabe de sobra cómo está el patio, no en balde es repetidor. Pero también hay que tener en cuenta cómo es el personal de esta casa; salvo una minoría recalcitrante, tanto en un lado como en el otro, que persiste y resiste, la mayoría es dúctil y da siempre la bienvenida y se pone “a su disposición”; no importa si antes estuvo allí o acá, pensó esto o lo otro, hizo así o asá.
Este clamor me sobrepasa. Tanta loa no puede indicar nada bueno. ¿También él va a estar todo el santo día apareciendo en los papeles? Con uno que lo haga, debería bastar. Digo yo.

Lilit la innombrable


Lilit, la Reina de la Noche (1892), tablilla de terracota sumeria o asiria.
No la busques en la Biblia, porque no la encuentras. ¿Es que no está? Sí está, pero no se la nombra. ¿Y eso? Verás, en la edición más antigua que conoces, La Vulgata, se cita como “lamia”. De las que tienes, la de Nácar Colunga, habla de ella como “el fantasma nocturno”. En la más original y literaria, la de Schökel, como “el búho”. En la Cultural de SM, es “el monstruo nocturno”. Y en la más reciente que hay en tu librería, la de Jerusalén, se la identifica con el nombre propio “Lilit”.
¿Quién o qué es Lilit? Lilit o Lilith, qué afán con esa h en nombres que aparecen en la Biblia, es, según autores, la primera mujer o un interrogante. En todo caso un buena razón para ponerse a investigar.
El DRAE dice que lamia es figura terrorífica de la mitología, con rostro de mujer hermosa y cuerpo de dragón.
Sin embargo parece que en la antigua Mesopotamia, de donde luego beberán los autores bíblicos, Lilitu y Ardat Lili son los dos demonios femeninos estrechamente relacionados con el espíritu maligno Lilu. De allí, a la vuelta del exilio, los judíos llevarán consigo la creencia en un maligno “espíritu de la noche” a quien nominan “Laila”.
El único lugar de la Biblia que lo menciona es Isaías 34,14, enumerado entre una serie de animales salvajes más o menos conocidos, como gatos monteses, hienas y peludos. Sin embargo hay un texto enigmático, en Génesis 1,27 donde se dice expresamente que «creó, pues, Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; varón y mujer los creó». Aquí nada se dice de costillas, como en Génesis 2, sino de un solo ser humano que es al tiempo varón y mujer. ¿Un único cuerpo con dos caras o dos cuerpos igualmente imágenes de la divinidad pero distintos entre sí?
El caso es que la sabiduría rabínica dedujo de esto que hubo una mujer antes de Eva, y fue precisamente Lilit. Estaba con Adán desde el principio, pero de ellos no principió absolutamente nada. Lilit se separó de Adán porque no estuvo dispuesta al trato que éste le dispensaba de subordinación. Eva sí lo aceptó, permitiendo existir a partir de una costilla adámica y por tanto a imagen suya, no del mismo ser divino.
Lilit, Adán y Eva en el paraíso. Miguel Ángel. Capilla Sixtina
Sea lo que sea, Lilit, y aún mejor Lilith, ha sido tomada como el principio femenino de la humanidad más originario, capaz de disputar la primacía al varón, a todo varón, y esto incluso ante la insistencia del Creador que le rogó encarecidamente que volviera junto al hombre para no romper su obra. Por su negativa fue condenada con toda clase de males, haciéndola ocasión y causa del primer homicidio de la historia, el de Caín, y de engendrar todo tipo de seres diabólicos a partir del semen que el varón pierde sin querer o desperdicia a plena intención. En ella está también el origen de otros terribles engendros como la homosexualidad, el aborto, y si se me apura el onanismo.
En fin, que por ahí deben ir los tiros para que ahora se diga que aquellas que defienden la ideología de género, femenino por supuesto, ansían el asalto del poder para ejercerlo en lo que constituirá el diabólico e infernal empoderamiento, también femenino casi me olvido de decirlo, que nos llevará a todos sin excepción a la ruina.
Puesto que Lilith se negó a engendrar seres humanos normales, y sólo es capaz de producir demonios o permanecer yerma, su lugar está bien situado en ese texto del profeta Isaías, donde literalmente puede leerse:


­ Fin de Edom


34 1Acercaos, naciones, a oír;
atended, pueblos;
oiga la tierra y cuanto hay en ella,
el orbe y cuanto en él brota,

2que ira tiene Yahvéh contra todas las naciones,
y cólera contra todas sus mesnadas.
Las ha anatematizado,
las ha entregado a la matanza.

3Sus heridos yacen tirados,
de sus cadáveres sube el hedor,
y sus montes chorrean sangre;
4se esfuma todo el ejército de los cielos.

Se enrollan como un libro los cielos,
y todo su ejército palidece
como palidece el sarmiento de la cepa,
como una hoja mustia de higuera.

5Porque se ha emborrachado en los cielos mi espada;
ya desciende sobre Edom
y sobre el pueblo de mi anatema para hacer justicia.

6La espada de Yahvéh está llena de sangre,
engrasada de sebo,
de sangre de carneros y machos cabríos,
de sebo de riñones de carneros,

porque tiene Yahvéh un sacrificio en Bosrá,
y gran matanza en Edom.
7En vez de búfalos caerán pueblos,
y en vez de toros un pueblo de valientes.

Se emborrachará su tierra con sangre,
y su polvo será engrasado de sebo.
8Porque es día de venganza para Yahvéh,
año de desquite del defensor de Sión.

9Se convertirán sus torrentes en pez,
su polvo en azufre,
y se hará su tierra pez ardiente.

10Ni de noche ni de día se apagará,
por siempre subirá el humo de ella.
De generación en generación quedará arruinada,
y nunca jamás habrá quien pase por ella.

11La heredarán el pelícano y el erizo,
el ibis y el cuervo residirán en ella.
Tenderá Yahvéh sobre ella la plomada del caos
y el nivel del vacío.

12Los sátiros habitarán en ella,
ya no habrá en ella nobles
que proclamen la realeza,
y todos sus príncipes serán aniquilados.

13En sus alcázares crecerán espinos,
ortigas y cardos en sus fortalezas;
será morada de chacales
y dominio de avestruces.

14Los gatos salvajes se juntarán con hienas
y un sátiro llamará al otro;
también allí reposará Lilit
y en él encontrará descanso.

15Allí anidará la víbora, pondrá,
incubará y hará salir del huevo.
También allí se juntarán los buitres
16cninguno de ellos echará en falta a otro.

16abBuscad el libro de Yahvéh y leed;
no faltará ninguno de ellos,
pues su misma boca lo ha ordenado
y su mismo espíritu los junta.

17Es él mismo el que los echa a suertes,
con su mano les reparte el país a cordel;
lo poseerán por siempre
y morarán en él de generación en generación.

(Libro del profeta Isaías 34, 1-17)

Lilit tentando a Adán y a Eva, Catedral de Notre Dame

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