Y mi cigarro, por
supuesto. Y mis más cosas, que también. Yo, al fin y al cabo, con mis
circunstancias. O, más exactamente, uno es sus circunstancias. Porque si me
quito las cosas que me ha ido añadiendo la vida, o que yo he ido cogiendo de
aquí y de allá mientras vivía, mucho me temo que me ocurra como a la fresca
lechuga, a la dulce cebolla, a la simple acelga, o a la rotunda alcachofa: que ni corito(1).
Sencillamente, nada.
Si una vez hablé de
los belenes de mi vida, esta de ahora la tengo guardada desde mucho antes,
porque versa sobre lo que es más yo que yo mismo. Y eso que nunca fui rezador, que si lo hubiera o
hubiese sido, ahora tal vez “seriese” muy distinto.
Mi primer rosario… ni
me acuerdo cuándo lo entretuve entre mis dedos. A ojo de buen cubero puede que
tuviera 5 ó 6 años. Luego llegaron otros, y dejaron de estar. Por entonces lo
rezaba en familia, según como predicaba el entonces famoso padre Peiton:
“Familia que reza unida, permanece unida”. Unas veces a través de las ondas de
la radio, y las más con mi madre desde la cocina dirigiendo, y mi padre y
nosotros, los hijos, a medias jugando y respondiendo desde el comedor. Mi mamá
se perdía, por culpa del sofrito de las sopas de ajo, y alguien de casa
recordaba: “Tercer misterio, Jesús coronado de espinas”. Y mamá empezaba padre
nuestro…
El primer rosario del
que fui consciente sería sobre los doce ó trece años. Para entonces ya había
rezado muchas avemarías, con sus padrenuestros y sus glorias. Me lo reservé
para mí después de haber fabricado otros muchos. En él me volqué y tejí una
cadeneta que ahora, sin gafas imposible, y con ellas malamente la veo. Es éste:
Le gustó a mi papá y,
caprichoso él, me encargó le hiciera uno. También le dediqué cariño y
atención. Es éste:
Mi mamá usaba sus
dedos, o los puntos al tejer, o contaba con garbanzos, o vete tú a saber si lo
hacía mentalmente. Siempre se alargaba, y hacía unos rosarios que resultaban
maratonianos. Hasta que alguien decía, ¡vale ya! que es la hora de cenar. Y
entonces se recitaba la letanía a toda prisa y comiéndose jaculatorias para
abreviar.
Pero ella sí tenía
sus rosarios. Ahora son míos, que me los dejó. Uno está muy usado, en tanto que
el otro es de puro adorno.
El mío siempre va en
el bolsillo derecho del pantalón. No falta de ahí, junto con el mechero y las
llaves de casa. Me hace compañía.
Sin embargo el que
uso, cuando es menester, es este otro, mucho más cómodo, que ni se enreata ni
se engancha, que pasa discretamente desapercibido y que es sumamente manejable.
Normalmente está colgado de la palanca del cambio de luces. Helo aquí:
Y finalmente está
este otro que no tengo ni idea de cómo ha llegado a mi poder. Toda la pinta
tiene de haber sido el aderezo de una niña en el día de su primera comunión.
Llegado el momento de convertirse en estorbo y no sabiendo qué hacer con él,
algún alma cándida y piadosa opinó que como en casa de un cura en ninguna
parte. Y lo trajo y me lo dio. ¿Qué hago yo con esto? Lo puse en la pared de mi
despacho y ahí lo tengo:
Pero salvo la Biblia,
para orar en realidad sólo necesito un café y un cigarro, un cigarro y un café,
y un periódico. A pesar de que mi médica favorita me ha avisado que el
colesterol, el tabaquismo y la hipertensión me acechan, yo sigo fiel a mí mismo
y a mis circunstancias, porque son éstas al fin y al cabo las que me definen.
Sin ellas, no soy nada. Ya se ve bien claramente, soy tan simple como el átomo
de hidrógeno.
(1) Corito es expresión
propia de mi tierra: a culo pajarero. Sin ropa, desnudo.
12 comentarios:
Hola Miguel Angel, por el logo sabrás quien soy, recuerdo que te gustó y por eso lo conservo.
En mi época de colegio rezábamos cada día el rosario...cuando salí a los 15 años aún tenía la costumbre de rezarlo...después ya no.
Ahora rezo de otra manera y otras "letanías"...¡ah! y no me gusta recordar aquellas sesiones de rezo de rodillas y con velo...tampoco me gusta ver ciertas imágenes con uniforme de colegiala, que mas valdrían que se renovaran....¡que ya pintan canas!...jejejeje
¿sabes quien soy?
Un abrazo fuerte para ti.
Claro que sí, por el logo y por tus palabras. Sé cómo opinas sobre este particular.
Tampoco yo me acuerdo de aquellos rosarios forzosos, de pequeño, de mediano y de mayor. Sólo de los que yo mismo me organizo, a mi estilo, saltándome misterios y celebrando los que me parecen.
En cuanto a los uniformes, qué te voy a contar… Además, qué cursis y ñoños son la mayoría. Hacen a las niñas aparentarlas fuera del tiempo.
¡Que disfrutéis el día 10!
Un abrazo bien fuerte.
Oye, una cosa, eso del Olimpo…
El Olimpo es el monte más alto de Grecia. Reserva de la Biosfera. Patrimonio natural de la Unión Europea.
En la mitología griega, Olimpo "el luminoso", hogar de los dioses olímpicos...una buena atalaya para la observación, ahora que mis blogs están cerrados y seguiré en la blogosfera de incógnito.... Desde mi Olimpo que significa, en español, lo más alto entre lo más alto, al igual que los dioses olímpicos eran los mejores entre los dioses griegos.(eso dice Wikipedia)
No se lo digas a nadie..jejejeje,amigo.
ah¡ me he dejado un detalle el Olimpo es como "el cielo" de los cristianos...estoy bien , muy bien.
Y entre Afrodita, Artemisa, Atenea, Demeter, Hera, Hestia y Perséfone, ¿bajo qué personalidad te enmascaras? Mira bien lo que dices, porque esa declaración es “divinamente olímpica”, o también “olímpicamente divina”. ;=)
jajajajaja...de todos un poco,
Zeus,Hera,Ares,Hefesto,Ártemis
Apolo,Atenea,Hermes,Afrodita
Deméter,Hestia,Poseidón
¡por qué conformarse con menos?
Ejem, ejem, ejem… veamos. Ya veo que no te andas con chiquitas. Has de saber que los dioses son muy celosos de sus cosas, y no se andan con chiquitas a la hora de zurrar a los simples mortales. Piénsatelo mejor y escoge aquel o aquella que mejor te pueda proteger. Yo me inclinaría por Zeus, que es el jefe. Pero también Atenea tiene práctica en lo de cuidar de héroes y heroínas, y además usa armadura…
Pregunta en este lugar a ver si te pueden orientar: http://la-diosa-del-olimpo.blogspot.com/
Lo tendré en cuenta ....
¡buenas noches!
y que los dioses nos protejan...bueno con uno nos basta...
En mi cielo hay angelitos, rechonchos, rubicundos y juguetones. Que mezan suavemente tu sueño. Buenas noches.
Dios se encarga de todo ello, podemos estar tranquilos.
¡Menos mal que me dejais un hueco...!.
Tus rosarios y tus rezos me han traido a la memoria las tardes de Rosario en Navas de Oro, el pueblo de mis abuelos y de mis padres, y donde yo pasaba grandes temporadas.
El "repiqueteo" de las campanas todas las tardes llamando al Rosario, y nuestro refunfuñeo de chicos en dejar nuestros juegos por tener que ir a la Iglesia. Todavía recuerdola ¿sepultura? Lo llamaban así, donde mi familia tenia los reclinatorios y los olores penetrantes y empalagosos delas velas amarillas enroscadas que ponían en el suelo.Los interminables sermones de D. Eutimio, el párroco, que era muy gruñón y al que los chicos temíamos...
Buenos recuerdos y bonitos momentos entrañables.
Gracias Miguel Ange por traerlos a mi memoria y por escucharme.
Un cariñoso abrazo.
Ahora a nuestra edad, probablemente no escaparíamos al catarro.
Entrar en la iglesia, corriendo al último toque, sudando del fútbol en las eras.
Luego si era cuaresma, rosario, vía crucis y novena a San José.
Acabamos un poco saturados, pero todo lo dulcifica la mirada.
¡que tiempos Miguel Angel!
Saludos.
Rosi, ¿segoviana? Fíjate que no te canto una jota porque ya es tarde y los vecinos duermen…
También en mi pueblo había sepulturas en las iglesias, las tenían las familias pudientes. Las que no, se alojaban de prestado. Mi mamá estaba en la de unos tíos, que eran de alcurnia. Y claro que tenían hachones, y un mueble con cajón para la cera y unas tablas agujereadas para colocar los cirios. Y reclinatorios individuales que también servían como asiento. Y para no pasar frío, sobre el suelo una estera de esparto. ¡Vaya tiempos!
De sermones y eso no recuerdo. Pero sí de que siendo monaguillo me acusaron de beberme el vino de misa, y yo, con siete años, me enfadé y no aparecí en todo el verano por la iglesia. Don Dionisio, que además de párroco era hijo del pueblo, me regañó mucho por no haber vuelto a pedir perdón.
Tú sí que me has hecho refrescar la memoria, ja, ja, ja…
izara, tienes razón, seguro que pescábamos una apoplejía. Y nosotros hacíamos deporte, es un decir, ensotanados, porque me tocó, vaya si me tocó. Y sudando como cosacos entrábamos a rezar vísperas o lo que se terciara. El rosario era una plegaria individual, y a veces nos juntábamos algunos para hacerlo en común.
Eran otros tiempos y mirarlos ahora, en la lejanía, me produce ternura y hasta una pizca de nostalgia.
A ti no te canto nada, porque seguro que tú lo haces mucho mejor que yo. ;=)
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