El campo estaba precioso, el sol bañaba nuestra piel…
Los patatales reciben alimento y las plantas tiran que paqué…
Moly vuelve de sus correrías, no se sabe si en busca de conejos o de restos del almuerzo…
La lluvia de esta noche aún refresca en los rosales…
El acebo ya muestra sus frutos, y los tarays gozosos verdean en sus brotes…
El olivo sigue agarrando con fuerza y la acacia rebrota tras la dura poda…
Las parras se llenan de racimos y ya están pidiendo limpieza de sarmientos…
¿La fe, preguntas? ¿Que cómo la llevo?
Día a día, en una mochila de colores.
La cruz no parece tan pesada, y tampoco la llevo solo.
Eso creo.
Día a día, en una mochila de colores.
La cruz no parece tan pesada, y tampoco la llevo solo.
Eso creo.
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Olvidéme de decir, por si no fuera evidente, que la cruz es la cruz; las cadenas, cadenas; y la mochila, el morral donde voy metiendo y sacando cosas, según me las voy encontrando o las voy necesitando.
A la vista se puede apreciar que hay unas que vienen, y otras que ya están para salir.
Nunca está vacía, esa es la suerte que tengo.
1 comentario:
¡¡¡Qué bonitas, qué bonitas, qué bonitas!!!! me encantan TODAS las fotos, las amapolas me chiflan, los campos sembrados creciendo tan verdes, son mi infancia y me encantan. Claro que lo que tienes en tu jardín no se queda atrás, ese olivo va creciendo espectacularmente, la parra es una maravilla, el acebo no tiene nada que envidiarle... en fin que esta entrada tuya de hoy me gusta mogollón. Supongo que la de mañana tendrá otro cariz por la fecha que es.
Desde aquí besos.
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