El boca a boca funcionó. Una hora antes la calle, estrecha bien es verdad, estaba colapsada. Israel y Roberto, los polis del barrio, controlaron la cosa con soltura y discreción. Tampoco fue necesario más, que la gente llegaba con orden.
Lo primero que aterrizó fueron las flores. Un torrente de colorido invadió el interior y el exterior del edificio. Predominaba el blanco, pero había de tó. Sumado a lo del día anterior, yo miraba perplejo cómo íbamos a desenvolvernos durante la ceremonia, ¿sorteándolas a saltitos? ¡Menudo bosque impenetrable! Tú, picarona, tuviste también que doblegarte a la voluntad de su compas. Es su forma de expresarte su cariño.
Sí, ceremonia, digo, porque eso fue lo que realizamos, aunque tus gustos van por otro sitio. Pero, ¿qué pretendías si no, invitándonos de la manera que lo hiciste? No pensarías que con un ratito de charleta bastaría.
Empezamos antes del tiempo señalado, porque el recinto estaba a rebosar, y podría resultar molesto el calor que entre todas y todos generábamos. (No fui previsor y no tenía instalados los ventiladores, que por otra parte, habrían resultado insuficientes).
Sonó primero la música, piano y chelo. En silencio, escuchamos. Bien digo, en silencio, porque el silencio abundó en los momentos en que no había palabra o melodía, y la concurrencia parecía estar orando, y seguro que lo hacía.
Luego entonamos esta canción, cantándola de memoria unos, otros dejándose llevar por los del al lado, otros apenas susurrando, alguien leyendo:
Gracias a la vida, que me ha dado tanto.
Me dio dos luceros que, cuando los abro,
perfecto distingo lo negro del blanco,
y en el alto cielo, su fondo estrellado,
y en las multitudes, al hombre que yo amo.
Gracias a la vida, que me ha dado tanto.
Me ha dado el sonido y el abecedario,
con él las palabras que pienso y declaro:
madre, amigo, hermano y luz alumbrando
la ruta del alma del que estoy amando.
Gracias a la vida, que me ha dado tanto.
Me ha dado el oído y en todo su ancho
braman día y noche, ríos y canarios,
martillos, turbinas, ladridos, chubascos,
y la voz tan tierna de mi bien amado.
Gracias a la vida, que me ha dado tanto.
Me ha dado la marcha de mis pies cansados;
con ellos anduve ciudades y charcos,
playas y desiertos, montañas y llanos,
y la casa tuya, tu calle y tu patio.
Gracias a la vida, que me ha dado tanto.
Me ha dado la risa, me ha dado el llanto.
Así yo distingo dicha de quebranto,
los dos materiales que forman mi canto,
y el canto de ustedes que es mi propio canto.
Gracias a la vida, que me ha dado tanto.
Me dio el corazón que agita su marco,
cuando miro el fruto del cerebro humano,
cuando miro al bueno tan lejos del malo,
cuando miro el fondo de tus ojos claros.
La ceremonia, sí ceremonia, fue lo que tenía que ser, que para eso nos dijiste que querías una misa. Y fue sencilla, e informal, como tú querías, pero guardamos las formas. Bueno, casi todas. Ejem, algunas, bastantes… en fin, eso.
Impresionante la comunión, larga, ordenada, silenciosa. Sonó, una vez más el chelo junto con el piano. Una pieza, otra, otra…
Íbamos acabando. Repletos de emociones cuerpos y almas; ahítos los corazones de cariño; los rostros graves, pero no serios ni tristes. Nos dejaste, te llevaron. Sigues estando.
En breves palabras, tu sobrino resumió tu vida, más por hacer ese gesto que por informar de lo que todos y todas ya sabíamos. Lo hizo bien, acertó en todo, sólo expresó en alta voz lo suficiente, lo que el momento requería. (En cuantito me lo mande, lo coloco; ya está avisado, lo esperamos).
Luego fue José Antonio quien con voz suave y cansada agradeció el momento y reseñó algunas cosas que sólo le pertenecen a él, y a ti, y que por deferencia nos comunicó.
Terminamos, es un decir, cantando, y ¡con qué ganas!, para muchos una vez más, para otros por vez primera,
Habrá un día en que todos al levantar la vista,
veremos una tierra que ponga: ¡libertad!
Hermano, aquí mi mano, será tuya mi frente
y tu gesto de siempre caerá sin levantar
huracanes de miedo ante la libertad.
Haremos el camino en un mismo trazado,
uniendo nuestros hombros para así levantar
a aquellos que cayeron gritando: ¡Libertad!
Sonarán las campanas desde los campanarios
y los campos desiertos volverán a granar
unas espigas altas dispuestas para el pan.
Para un pan que en los siglos nunca fue repartido
entre todos aquellos que hicieron lo posible
por empujar la historia hacia la libertad.
También será posible que esta hermosa mañana
ni tú, ni yo, ni el otro la lleguemos a ver;
pero habrá que forzarla para que pueda ser.
Que sea como un viento que arrastre los matojos,
surgiendo la verdad, y limpie los caminos
de siglos de destrozos contra la libertad.
Y no nos fuimos pa casa, seguimos, dentro y fuera, en grupos, a pares, arracimados, tiempo y tiempo. Los últimos dando las nueve, bastantes con las manos florecidas, todos con el corazón apaciguado. Y tú mirándonos a todos, sonriendo, satisfecha.
Lo habías conseguido una vez más. Te descentraste y nos pusiste en el medio. Nos tuviste donde querías, en la iglesia de Guadalupe, el lunes a las cinco.
Para más abundamiento, esto
2 comentarios:
Estoy seguro , que Camino ,estaria de acuerdo en que tuvo la misa "sencilla" que por mandato de ella te pedi el Domingo a las 2 de la mañana.
Aunque tengo que confesar , que cuando mi cuñado Alfonsoy yo fuimos unas horas antes de la misa a la Iglesia y te encontramosmirando pensativo y como confundido ,mirando como habian dejado la Iglesia , llena de elegantes y conjuntadas flores , enseguida pense "aqui pasa algo nada bueno" y efectivamente ,tu al igual que Cami hubieras preferido menos flores tan elegantes y tan solo algun humilde ramo de rosas del jardin de algun vecino, yo tambien , por eso al ver tu disgusto , te dije "Miguel Angel tienes mi apoyo si quieres coger todos estos ramo, centros y bolas de flores y echarlos de comida a los corderos antes de la misa", menos mal que no lo hiciste ,(parece ser que eran alquilados),y si lo hubieras hecho yo podria haber aguantado el tiron frente a quien tu y yo creiamos que las habia enviado , pero lo hubieramos pasado mal teniendo que explicrnos ante los compañeros que realmente las habian enviado.
Pero querido Miguel Angel , estaras conmigo en que el espiritu sencillo , espontaneo , sincero , alegre ... de Camino predominaba en su "sencilla misa " sobre el oropel externo.
Estuvo bien, José Antonio, todo estuvo bien. Pasa que a veces siente uno que es el protagonista de la historia y las cosas deben ir y ser como las programa. Pero la vida desborda por los laterales y es imparable. Camino quería tenernos juntos en ese lugar y momento, y cuantas personas nos reunimos fuimos con nuestra mejor disposición y pusimos encima lo que considerábamos que mejor la honraba. No la conocí rechazando nada ni a nadie, jamás. ¿Iba a hacerlo yo precisamente en ese momento y en su nombre? ¿Quién me creo que soy?
He de reconocer que me apabulló en un principio la responsabilidad. No ha sido la primera vez, no será tampoco la última. Camino es única. Como lo es Sagrario, Vidal, Ramón, Felipe, Nati, Felisa, Aurora… y tantas otras personas a las que he tenido que glosar en una misa por su vida y en su muerte. Asumir que sólo soy quien preside ese acto, no su propietario, y que quienes se reúnen para celebrarlo también se expresan y tienen derecho a hacerlo, es una asignatura que me cuesta…
Cami, como la llamabais, tuvo su misa sencilla. Pero otros lo tenemos complicado, porque vivir como ella lo hacía, resulta dificilillo.
¡Qué sencillo habla este hombre!, escuché a una persona decir de Delibes. Y ya ves quien era don Miguel.
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