Contigo y con los jóvenes desengañados, indignados y manifestados en muchos lugares del país, me he dado cuenta de que ya he acumulado demasiada vida. No hasta el punto de considerarme viejo, sí para que otros me consideren tal.
No resulta fácil mantenerse cuando pasan tan de prisa los años y me veo sorprendido por quienes apenas hace nada, eso parece, eran como plastilina, dóciles y maleables, todo ojos, oídos y piel por donde recibir cuanta vida les llegaba, poniendo su dedo en la llaga siempre abierta, esa herida que sigue en permanente sangrado porque no he sabido, no he querido o no he podido cerrarla para que sólo fuera cicatriz.
En el 68 tenía yo veinte años. Entonces no hice nada, fui simple espectador, y una pizca de aprendiz. Tú tenías menos, te pilló rapaz. Cuando nos conocimos en 1985 eras una chavala de León, veterinaria, que te ofrecías para echar una mano en lo que fuera, sanidad y salud por ejemplo, de nuestros campamentos de verano. En plan pobre, a lo progre, a nuestra manera…
Los contactos veraniegos, cortos pero intensos, se completaban con largas separaciones, salpicadas de esporádicos encuentros, fugaces y explosivos, más por ti que por mí. Terminaste siendo algo más sedentaria, esposa, madre, vecina y parroquiana. ¡Vida!
Hablar, nosotros, poco. En el tú a tú soy poco expresivo, y tú conmigo tampoco te propasabas. Más silencios que otra cosa, sabía de ti por otras personas. Y tú siempre me sorprendías cuando llegabas y decías.
Así fue, por ejemplo, el bautizo de tus hijas. En el pueblo, en la enorme sacristía, haciendo corro y fiesta y luego mesa y juerga en la casa familiar.
Así ha sido ahora tu partida. Y siempre sorprendiendo, con palabras tras el silencio. Entre medias, esa sonrisa tuya, esos ojos abrazantes, esa frase soltada como despedida, nada sorprendente por sabida: ¡Os quiero!
Tanto tú como yo hemos reflexionado esta frase: "El que de joven no es de izquierdas es que no tiene corazón. El que de mayor no es de derechas es que no tiene cerebro". Tú por tu parte y yo por la mía, sin reparos y sin vergüenza, decidimos no envejecer nunca, mantener el mismo corazón, hacer que nuestro cerebro se apañase buenamente.
Tú sí parece que lo conseguiste. Yo mantengo en suspenso mi juicio, no sé qué responder.
Mi suerte y mi condena es tener ¿aún? tiempo para encontrar respuesta. Tu suerte y tu gloria es no necesitarlo, no te hace ninguna falta porque ya resolviste la ecuación de tu vida.
No te vas a quedar quieta, aunque de esa impresión, y no sepamos verlo de otra manera. Nosotros intentaremos seguir en el camino, a base de hacer cosas, llenando huecos, con aciertos y con yerros como es natural,
Mira, por ejemplo.
Esto de tu hermano Alfonso
Aquí dejamos una pequeña parte de Cami en una ceremonia informal e íntima que estoy seguro le hubiera encantado, cada uno depositamos un puñado de ceniza al pie de cada una de las ocho.
Muchos pájaros cantaban y el olor a tomillo, lavanda, jara... hicieron que el momento y el lugar fueran perfectos. Esta es una parte del Monte que está cerrada al público con lo cual su tranquilidad está asegurada, de vez en cuando me acercaré a fumar un pitillo con ella, hasta que por fin le haga caso y lo deje.
Como curiosidad añadir que este grupo de encinas anteriormente eran doce y se las conocía como los doce apóstoles por su porte y distribución.
Y esto de mi parte
Vuelvo a ejercer de cura, tal como a veces clamabas. Y en un alarde de presunción, abundando en lo mío, aprovecho que en estos últimos días por tu culpa he sido visitado en este blog a razón de más de quinientas diarias, para dar en tu nombre un mensaje a quienes te queremos, nos sentimos por ti queridos, te añoramos, nos dolemos con tu ausencia… te sentimos viva.
Tal vez sea lo que tú pretendías al dejarme por escrito el encargo que José Antonio me hizo en la madrugada de tu partida.
NO OS QUEDÉIS SIN JESÚS
José Antonio Pagola
Al final de la última cena Jesús comienza a despedirse de los suyos: ya no estará mucho tiempo con ellos. Los discípulos quedan desconcertados y sobrecogidos. Aunque no les habla claramente, todos intuyen que pronto la muerte les arrebatará de su lado. ¿Qué será de ellos sin él?
Jesús los ve hundidos. Es el momento de reafirmarlos en la fe enseñándoles a creer en Dios de manera diferente: «Que no tiemble vuestro corazón. Creed en Dios y creed también en mí». Han de seguir confiando en Dios, pero en adelante han de creer también en él, pues es el mejor camino para creer en Dios.
Jesús les descubre luego un horizonte nuevo. Su muerte no ha de hacer naufragar su fe. En realidad, los deja para encaminarse hacia el misterio del Padre. Pero no los olvidará. Seguirá pensando en ellos. Les preparará un lugar en la casa del Padre y un día volverá para llevárselos consigo. ¡Por fin estarán de nuevo juntos para siempre!
A los discípulos se les hace difícil creer algo tan grandioso. En su corazón se despiertan toda clase de dudas e interrogantes. También a nosotros nos sucede algo parecido: ¿No es todo esto un bello sueño? ¿No es una ilusión engañosa? ¿Quién nos puede garantizar semejante destino? Tomás, con su sentido realista de siempre, sólo le hace una pregunta: ¿Cómo podemos saber el camino que conduce al misterio de Dios?
La respuesta de Jesús es un desafío inesperado: «Yo soy el camino, la verdad y la vida». No se conoce en la historia de las religiones una afirmación tan audaz. Jesús se ofrece como el camino que podemos recorrer para entrar en el misterio de un Dios Padre. El nos puede descubrir el secreto último de la existencia. El nos puede comunicar la vida plena que anhela el corazón humano.
Son hoy muchos los hombres y mujeres que se han quedado sin caminos hacia Dios. No son ateos. Nunca han rechazado de su vida a Dios de manera consciente. Ni ellos mismos saben si creen o no. Sencillamente, han dejado la Iglesia porque no han encontrado en ella un camino atractivo para buscar con gozo el misterio último de la vida que los creyentes llamamos "Dios".
Al abandonar la Iglesia, algunos han abandonado al mismo tiempo a Jesús. Desde estas modestas líneas, yo os quiero decir algo que bastantes intuís. Jesús es más grande que la Iglesia. No confundáis a Cristo con los cristianos. No confundáis su Evangelio con nuestros sermones. Aunque lo dejéis todo, no os quedéis sin Jesús. En él encontraréis el camino, la verdad y la vida que nosotros no os hemos sabido mostrar. Jesús os puede sorprender.
Yo, Camino, ya termino. Tú me has sorprendido (de sorprender: admirar, conmover, fascinar, impresionar, maravillar, sobrecoger…). Me he sorprendido al comprobar a cuántas personas sorprendiste. Nos has sorprendido a todos. ¡Ojalá lleguemos a sorprendernos y sorprenderte!
4 comentarios:
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Roxana Quinteros
Desde el sábado, no puedo dejar de pensar que no me despedí de Camino como yo hubiera querido y que nunca le dije lo que quería decirle. Sé que a ella no le gustaban las despedidas, pero también sé que la libertad de expresión era una de sus debilidades, así que me lanzo a escribir unas líneas.
La huella que deja Camino en todos los que tuvimos la suerte de conocerla es, imborrable, pero también muy particular para cada uno de nosotros. Y eso es porque ella tenía un arte especial para dedicar a cuantos conocía, de una forma individualizada, una parte de su tiempo, una parte de sí misma, y de regalar a cada uno de nosotros su energía positiva, su ímpetu arrollador y su pasión por la vida, muchas veces beligerante, pero siempre respetuoso con los defectos y afectos de cada uno.
No he conocido, ni conoceré, seguramente, a una persona con tal GENEROSIDAD, así, en mayúsculas: esa capacidad de dar si esperar recibir nada a cambio. Esto igual suena a tópico, pero es que realmente es algo que me sobrecogió cuando la conocí y ha seguido sobrecogiéndome todos estos años.
Creo que a todos nos ha trasmitido una pequeñísima parte de su sabiduría en el trato con la vida: su dedicación absoluta a las personas antes que a cualquier otra cosa, su intolerancia tolerante, la capacidad de decir lo que pensaba de la forma más cruda sin que nadie se ofendiera, su integridad sin límites y, por supuesto, su amor por la vida y la firme creencia de que es posible cambiar el mundo porque el ser humano es intrínsecamente bueno.
No pude despedirme de ella, pero sí quisiera decirle a su familia, con todo el cariño y el amor, que conocer a Camino ha supuesto para nosotros (y hablo en plural porque sé que muchas personas están deacuerdo conmigo) dar un giro en nuestra forma de pensar y de ver el mundo, que con ella se nos ha ido una de las mejores personas que he conocido y que nos deja a todos deberes pendientes: dedicarle más tiempo a las cosas importantes, ser más generosos, íntegros y tolerantes. Y trabajar duramente para conseguir un mundo mejor.
Sin ella el camino va a ser más duro, pero estoy convencida de que nos va a estar echando una mano para seguir, tal y como ha venido haciendo hasta ahora.
Seguimos adelante, como a ti te gustaría. Y te llevamos con nosotros.
Muchas gracias Ana , estoy seguro qe Camino desde la dimension en que se encuentre , estara pendiente de que con nuestro esfuerzo , consigamos un mundo mejor y cada pequeño progreso que consigamos , seguro que lo celebrara con alguna fiesta , a la cual algun dia estaremos invitados.
Camino, única, inolvidable. Te queremos.
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