Hoy tocaba caza. Salimos, pues, al campo, con los debidos pertrechos, sin miramientos de ninguna clase. De tal modo, que uno que me conocía de la capi va y me dice que no soy reconocible. Y entonces, pensé yo, al tiempo que respondía evasivamente una perogrullada, ¿cómo es que me has conocido tan pronto?, no iré tan de tapadillo. Desde luego no llevaba bonete, que para el sol suelo usar sombrero, ni sandalias sino unas botas fuertes que son una auténtica maravilla. Made in Mallorca. Y el cuello de la camisa bien abierto, para que respire el cuerpo.
Como estaba diciendo, caminábamos, arma en ristre, y bien pronto todo se puso a tiro. Ha sido una primavera tan espléndida, que enseguida nos vimos envueltos en un ambiente paradisíaco. Véase, pues:
A derecha e izquierda, al frente y por detrás, a pesar de ser una ladera de yeseras, todo está alfombrado. Un jardín… sin jardinero.
Flores domesticadas. Pelargonios que despiertan del invierno y claveles que no pretenden reventar nada.
Y al final de todo y ¡por fin! se dejó ver: Es Toñín. Pero esto es materia de otro blog.
Es toda una institución.
Llegó a casa cuando Chuma dijo aquello de… "Que digo que me parece que quiero ser médico". Y hace ya un año entero que el puñetero trabaja como MIR.
De Toñín y sus cosas, volveremos a hablar. Palabra.
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