¡Y si venís disfrazados de princesas o de almirantes de la armada, os echo de la iglesia!
Así grité al comienzo del último ensayo con los grupos que harán la primera comunión esta semana. Y rápidamente las catequistas cortaron mi perorata diciéndoles a los niños y a la niñas que estuvieran tranquilos, que miguelangel estaba de broma. Porque más de una ya sueña con ponerse el vestido de princesa por un día que reposa en el armario de su habitación; y más de dos con ocupar el gobernalle de una fragata o de un portaviones. Mira tú por cuanto el ejército de tierra o del aire no tienen tanto atractivo.
El caso es que estuve protestando el tiempo que duró el dichoso ensayo. La entrada, las ofrendas, la comunión… las cosas que había que leer, el sitio de cada quien… Los mayores disponíamos el orden, las personas, los lugares. ¡Razón tienen muchos jóvenes que luego dicen que al menos en la Confirmación pueden ser ellos mismos, porque antes les han llevado o traído los mayores!
Me gusta la espontaneidad en las celebraciones. Que se note frescura y no la mera repetición de lo mismo de siempre. Un beso es un beso, aquí o en Calcuta. Pero juntar las mejillas no suena. Y los besos deben ser sonoros, de lo contrario ¿serán verdaderos? Hay momentos en la catequesis, a lo largo de los tres años que dura en mi parroquia, en que los niños están perfectamente ambientados para hacer esa comunión que llamamos primera, y que para bastantes va a ser la única. Así hemos celebrado algún bautizo, sin alharacas ni parafernalia, cuando el grupo festeja el hecho de ser cristiano y por lo tanto miembros del Club de los amigos de Jesús, renovando las Promesas Bautismales. Así también celebramos el sacramento de la reconciliación.
Todos los años, el domingo antes de la fecha señalada, el grupo entero se presenta a la comunidad parroquial y participa con ella en la eucaristía… que se hace significativamente expresiva para que entiendan lo más posible; pero sin poder comulgar. Si se me ocurriera ofrecérsela, más de uno, más de dos, muchísimos, me correrían a gorrazos. Y aún más: es posible que renegaran de esa comunión. (Historias tengo para contar sobre este particular. Pero no lo voy a hacer, porque no me apetece salir en los periódicos como noticia).
Así que este cura está en pleno desvarío. Y se pliega al uso tradicional y correcto, como mandan las sanas costumbres.
4 comentarios:
¡¡Eh, has cambiado la "portada"!! Tú y tu Principito. Qué chulo.
Por cierto, lo de las primeras comuniones es un horror patrio más de los que ya tenemos. Allá la ICAR con estas merdés (perdón). Mi hija que no ha pasado por ninguno de los numeritos que tienen montados los católicos (perdón, querido Míguel, pero ya sabes que "no comulgo con..."), mi hija, decía, cuando ve los reportajes sobre estos "eventos" se escandaliza absoluta y literalmente. En plena crisis, con la que está cayendo y la gente celebra la llamada primera comunión con todos los fastos: desde el vestido de princesa o de almirante -como tú muy bien dices- hasta el banquete, ¡¡¡alucina pajaritos!!!, más los regalos (¿porqué?). Un locurón ya digo, no me sorprende que te indignes un poco y que grites, conociéndote ya me imagino la quina que te toca tragar estos días.
Ánimo y a seguir ilustrando al personal de que "... no es ésto, no es ésto ...". Lo que no entiendo es por qué aceptan la innovación estupenda en la confesión y en la comunión siguen con el jolgorio. No lo entiendo. Bueno, pero tampoco entiendo por qué la clase trabajadora y/o asalariada vota tan malamente, aquí, en Grecia.... menos mal que Francia ha salvado los muebles, seguiremos atentos..
Besos y más besos.
Sí, estoy ideando una portada nueva. De vez en cuando hay que mover cosas para que todo siga igual.
Besos p´allá.
Julia, no todos los católicos lo celebramos así, y si podemos hacerlo de otra forma es también con el apoyo de la parroquia.
Miguel Angel, entiendo perfectamente que cuando "no hay nada que hacer" al menos se tiene suerte de que alguien, en broma o en serio, trate de atraer la mirada de los niños hacia lo que verdaderamente importa. Aunque sea difícil que con un vestido de princesa o almirante y toneladas de regalos, y regios banquetes un niño o niña de 9-10 años pueda centrarse en otra cosa.
Un abrazo.
Por supuesto, Carmen, los católicos damos una imagen bastante pobre en este aspecto, pero la realidad no es así. Hay también mucho fondo, y bueno. Mi parroquia se vuelca en catequesis, y la mayoría de padres se esfuerzan con sus hijos; el ambiente general no ayuda, pero, a pesar de todos los pesares, en esos niños y niñas de 9-10 años está el futuro de nuestra sociedad y de nuestra Iglesia. Lo tenemos absolutamente claro.
Los trajes, los regalos y el banquete terminan por ser algo circunstancial y anecdótico cuando pasa el día señalado, y bastantes siguen viviendo la fe en Jesús, dentro de su familia y en la comunidad. En Jesús de Nazaret, el Cristo, como me gusta decir, a pesar de que las catequistas me dicen que no hable así, que los niños y las niñas no lo entienden. ¡Pues que se vayan acostumbrando!
Un abrazo
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