Tengo que limpiar el jardín de hierbas, me dije anoche al acostarme. Pero en la mañana soleada que nos ha amanecido he cambiado de opinión. La culpa, esto de la foto:
Es verdad que un jardín es para que esté cuidado. La tierra suelta y el riego a punto. Las plantas podadas o no, según convenga. Libres de bichitos que se las coman o las enfermen. Y en cuanto a las flores, no cortar ni una, salvo que sea para mejor causa o por causa de fuerza mayor.
Pero ¿qué decir de aquellas otras plantas que van por libre, que no piden cuidados ni atenciones, que se buscan el lugar que les apetece no el que se les indica, que florecen porque sí y duran lo que duran, que ni pagan tributo ni exigen regalos? Eh, ¿qué?
Pues nada, que ¡benditas ellas!
¡Y encima nada ni nadie va a exigirlas que sean o estén estupendas!
Y ahora eso de las piedras, ¿cómo lo encarrilo? Fue un título que me sobrevino y al que no pude resistirme. A pesar de ello, ahora que lo miro con detenimiento, creo que hasta tiene sentido. ¡Ah, si las piedras hablaran!
1 comentario:
http://2.bp.blogspot.com/-csMLWMlWLz4/T74J4dnoChI/AAAAAAAAT1Q/g6OaGAW32Mw/s320/DSC03772.JPG
Publicar un comentario