Los días que televisan fútbol aprovecho para ir a disfrutar de la piscina para mí solito. ¡Ocho calles disponibles a precio de saldo! Más la socorrista, más el de la taquilla, más el de mantenimiento. Y en las duchas, idem. Y en el vestuario. Y hasta en el aparcamiento…
Por contra, esos días nada de fijar reuniones o eventos, porque, como hay fútbol, la convocatoria cae en saco roto. Salvo si quieres hablar para una sala vacía o entretenerte dejando pasar el tiempo mirando a la musarañas.
¡Es que echan fútbol! ¡Cómo! ¿que no ves el partido? ¿No te gusta el fútbol?
No sabía que a estas alturas de mi vida debería justificarme sobre este particular. Pero no me duelen prendas.
Sí, ayer hice zaping
de un canal a otro, y apareció el partido. Un jugador corría tras la pelota (balón) y pisó mal; al tiempo que se caía, un jugador contrario hizo un mal movimiento pero sin tocarle. Falta y tarjeta amarilla. El jugador caído él solito se fue sin decir ni mú, y el amonestado tampoco dijo pamplona. Los dos aceptaron la injusticia deportiva con deportividad. ¿Deportividad? Es que debe ser que aquí ahora por ti, luego por mí, pensé yo.
Lo correcto habría sido que dialogaran con el árbitro y aclararan que no hubo falta. Pero no. Menos mal que no terminó en gol la jugada, de lo contrario la circunstancia podría haber pasado a mayores.
No me gustó. En el juego no se hacen trampas. Ya decía mi abuelo Marceliano: En el juego y el dinero, se conoce al caballero.
Y para más inri, el tramposo era inglés. ¡Toma castaña!
1 comentario:
Juas, juas, qué risa me das. A mi tampoco me gusta el fútbol de nunca, pero cuando por un azar azaroso tengo que ver un partido, me pasa como a ti, no comprendo porqué dejan jugar a determinados "jugadores" que van directos a hacer faltas rompiendo la pierna del contrario y a ser posible que se llame Messi, con lo poquita cosa que es y lo grande que se hace en el campo de fútbol. Bueno pues si al tal Pepe del R. Madrid no lo han echado ya del fútbol, no merece la pena ver fútbol, para mi. Y eso sin entrar en lo que hay detrás de este deporte que las palabras corrupción y desmesura se quedan sin acepciones suficientes para calificarlo. En fin, somos unos raros Míguel, habrá que asumirlo.
Besos guapetón.
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