CUANDO TU
ME MANDAS QUE CANTE
Cuando Tú me
mandas que cante
mi corazón
tiembla de emoción y orgullo;
te miro, y
mi pecho se ensancha.
Todo lo duro
y agrio de mi vida
se derrite
en no sé qué dulce melodía,
y me siento
volar, libre y ligero, hacia tu regazo.
Cuando Tú me
mandas que cante
yo canto con
esa osadía que tienen los niños.
Y el canto
me emborracha,
y en mi
embriaguez me siento feliz
siendo lo
que soy;
y te llamo
amigo,
a ti que
eres mi Señor
Cuando Tú me
mandas que cante
me olvido de
letras y melodías aprendidas.
Son los
destellos de tu rostro
los que
dirigen mi canto
dándole
ritmo y mensaje de vida.
Y Tú
aplaudes como si todo fuera mío;
y quieres
que repita y repita la canción.
¡Siempre te
encuentro mudo de asombro!
Cuando Tú me
mandas que cante,
antes me has
rendido y conquistado
cantando Tú.
Faustino Ulibarri, Al viento del Espíritu
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