Un cura en bici no es rareza, aunque llame la atención

Mis amistades han intentado sorprenderme avisándome de que un obispo llegó a la reunión de cardenales en Roma en bicicleta. De los señores cardenales no me sorprende ya nada, aunque tengo que reconocer que me dejó impresionado aquella imagen del cine italiano de mi juventud. (No la reproduzco aquí porque no quiero pecar de irreverente; Roma, de Fellini).

Ir en bicicleta no tiene nada de particular. Creo que muy pocas personas habrá que no la hayan usado alguna vez, fuera para jugar, fuera para desplazarse. Es normal que con la edad, ese medio de transporte que implica esfuerzo y exposición a la climatología sea sustituido por otro menos exigente. Pero si incluso un personaje de la talla de Einstein posó montado así…

No es, pues, motivo para llevarse las manos a la cabeza ver a un cura ir en bicicleta. Aquí hay unas cuantas fotos tomadas de Internet:

Otra cosa es que se piense que porque anda de esa guisa ya es guay del paraguay. Lo será o no lo será; esa cuestión hay que probarla.

Las fotos de las que me hablaron mis amistades son éstas, publicadas a toda plana en los medios más importantes:

Y no digo más, que luego todo se sabe. Pero una sola cosa apunto: si diera el caso de que este señor, Philippe Barbarin, obispo de Lyon, cardenal elector y elegible, saliera papa y servidor fuera invitado a una audiencia personal con él, –cosa improbabilísima de todo punto–, podríamos hablar de ese sillín que tiene en su bicicleta, sumamente apropiado para caballeros, porque tiene el canalillo que previene contra el mal de próstata. Pero también le aconsejaría que no llevara tantos candados, aunque esté en Roma, donde dicen que se roban muchas bicicletas.

Termino con esta foto que es un auténtico poema:

Don Camilo en bicicleta, ¡de cine! 

¡Y esta monja en bici es todo un lujo!