No la ha rehuido. Qué
va. Ni se ha retraído ante ella. De lejos la vio venir y desde entonces ha
estado esperándola. La ha recibido a su estilo: en casa y rodeado de su
familia; la más próxima, y numerosa; y la otra, más numerosa aún.
Esta mañana se fue. Ni
arrebatado, ni atropellado; como fruto maduro, en sazón. Salió suavemente, sin
hacer ruido, sin pegar portazos, con una sonrisa, como disculpándose, con un
hasta pronto.
Ha querido el destino
que su último día en esta tierra coincidiera con aquel su día primero, 21 de
marzo, con una distancia entre medias de 85 años, largos, felices y fecundos.
Se ha dejado llevar
como quien sabe bien el destino que le tiene preparado Quien le quiere tras
haberlo querido todos y cada uno de los días de su vida.
Una sola pena asomó
en su rostro cuando nos despedíamos: Carmenchu. No ha podido completar su
cuidado, le ha tocado marchar primero…
Como el Resucitado
que nos pintaste, ten por seguro Enrique que la dejas en buenas manos. Tenías
que marcharte, como Él. Ninguno de los dos os inhibisteis. Es necesario pasar
el testigo. Cuando sopla el Espíritu de Vida todos somos necesarios, todos
prescindibles, todos importantes.
Deja que sean
otras personas las que ahora lleven la dulce carga; descansa de tus trabajos; y
permítenos que el sábado, justo antes de entrar en Jerusalén aclamando con
ramos al Rey y Señor, te despidamos oficialmente.
Yo con mirar este
cuadro ya no necesito más.
Añadido a última hora con premeditación y sin alevosía; con ello corrijo el error de la fecha de tu nacimiento y expongo otro de tus cuadros que no conocía aunque es del año 2011:
No hay comentarios:
Publicar un comentario