En estos tiempos en
que la mayoría de mis feligreses poseen hipoteca grande y casa pequeña, es
frecuente que vengan a la parroquia a dejar bolsas de ropa, montones de
juguetes, pequeño mobiliario e incluso ordenadores desfasados. Ya he aludido
recientemente a una corta pero interesante muestra de máquinas de escribir, en
perfecto estado de uso aunque la cinta esté agotada o seca.
La práctica totalidad
de cosas recibidas tiene su natural salida en una especie de mercadillo en
saldos que amas y amos de casa, solos o con familia, van llevándose a
conveniencia y sin pasar por taquilla.
Mención aparte
merecen los donativos consistentes en seres vivos. Hasta ahora, y a dios
gracias, pertenecen al mundo vegetal o animal irracional subgénero canino o
plumífero. Pero ¡qué será de mí el día en que llegue algún espécimen del
apartado supuestamente racional! No quiero ni pensarlo.
A lo que puedo
alcanzar se trata de un Ficus elastica, el Árbol del caucho, una especie perennifolia del género de los higos, nativa del nordeste de India (Assam),
sur de Indonesia (Sumatra
y Java).
Fue introducida en Europa en 1815
como planta de interior. También es conocido como “gomero” de La Gomera.
Bienvenido seas,
cualquiera que sea el nombre que te demos; ya formas parte de esta pequeña
familia.
1 comentario:
¡Qué barbaridad! tienes el altar que parece un invernadero. Muy precioso, eso sí.
Beos
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