Son las veinte horas
y están como témpanos. Sólo se me han calentado en la piscina. El resto del día
se lo han pasado chillándome. Es mi naturaleza.
Amaneció, por decir
algo, con 4,5° bajo cero, una niebla cerrada a cal y canto, y todo lo que podía
a duras penas divisarse completamente escarchado. Parecía navidad. Mejoró un
poco contra la mañana, pero no ha dejado de envolvernos la densa, húmeda y fría
esponja blanca. A buen seguro mañana persistirá.
Esperando que acabe
la jornada, escucho a Schubert. Ya que el día no me ayuda, me ayudaré yo mismo.
Y qué mejor forma de seguir calentándome el corazón que dejar que me invada y
penetre esta música, en la versión de las sinfonías de Franz Schubert que
Ricardo y Rosa acaban de regalarme:
No, no pongo vídeo.
Esta música no es para mirar. Aprendí a escuchar música clásica cerrando los
ojos, sintiéndola adentro, imaginándome cosas o más bien dejando la mente en
blanco, haciendo bises una y otra vez, machacona, tenazmente. Y “a luego” me
descubría haciendo lo que fuere y la melodía resonándome por las interioridades.
A Schubert hacía
mucho que no lo escuchaba. ¿Prisas, falta de oportunidad, otras apetencias
según circunstancias y momentos?
Paso a la octava, la
Inacabada, en el original “Unfinished”. Seguro que antes del tercer compás
tengo las manos calentitas.
Pienso en los que están
en camino de vuelta a casa. Mañana es día de labor, se esfumaron las
vacaciones. Con la noche que hace se me encoje el corazón.
¿Y las manos? Para
manos las de Sándor Végh y los virtuosos componentes de la Camerata Salzburg.
Franz Schubert al piano |
3 comentarios:
Hola Miguel Angel...¿sabes aquello de : manos frias corazón ardiente?....
La música compañera que no falla...
Un abrazo renovado, como el año.
Claro que lo conozco. Pero de poco vale tener el músculo cardíaco caliente si al dar la mano la otra persona cree saludar a un zombi.;=)
Gracias a la música conseguí superar el mal rato. Son cosas del invierno polar que ha ocupado estas tierras.
Recibo ese abrazo con cariño.
¿Y los guantes? Es que en Valladolid ya no hay guantes. Tendremos que hacer algo al respecto pero no sé tu talla. Ya me la contarás. Mientras tanto: taza de té, o cualquier otra infusión, y manitas abrazándola y si escuchas tus músicas maravillosas, miel sobre hojuelas. Pasa el frío rápido y seguro.
Besos
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