Y amenazan con que a
partir de mañana va a hacer mucho más. Así estamos.
En este orden de
cosas, a bajo cero, sería presuntuoso si esperara que salieran de mi teclado
palabras cálidas, frases con sentido, párrafos medianamente coherentes, en fin,
un texto para aprobar tan sólo.
Imposible de todo
punto.
Moli está alborotada
porque los moteros de la pingüinada están atronando en la noche con su traca de
la marcha de las antorchas. Gumi, casi repuesto del todo de su absceso,
corretea arrastrando por el suelo y entre mis piernas mis pantuflas. Y Berto,
viendo su apacible descanso perturbado por sus dos compañeros de raza, gruñe
inquieto y amenaza con los dientes.
Y yo, en medio de
este jaleo, ruido y frío, frío y ruido, acabo de dar carpetazo a mi trabajo de
esta tarde, quedándome por comprobar si mañana corrobora lo que ahora dejo
preparado.
Así, velis nollis, a
la chita callando, nos hemos colocado en el día quince de este primer mes de
año nuevo.
¡Cómo corre el
tiempo! ¡Cómo se pasa la vida, tan callando!
Hace frío y ya no hay
ruido. Sí, el silencio se agradece. Buscaré en el lecho el calor que necesito.
Tal vez lo de mañana no sea para tanto.
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