¡Anda que si me pasé la infancia toda contraviniendo los derechos de la propiedad intelectual!
Porque eso es lo que hice, ir a Cantarranas a cambiar tebeos y novelas leídos
por tebeos y novelas sin leer. A pelo. Igual que cromos, de las más diversas
colecciones. Y mi hermano, sellos.
¿De qué, si no, iba
yo a poder haberme instruido en la vida de personajes de la talla de El Llanero
Solitario, Superman, Capitán Trueno, El Jabato, Rompetechos, Zipi y Zape, y
haber husmeado en los dimes y diretes del vecindario de la Rua del Percebe, por
ejemplo? ¿Quién me enseñó, sino Pepe y Otilio, a meter mano en la electricidad, subirme a los tejados a buscar goteras, inventar en la cocina y armarlas como amancio?
Si en Internet ya no
se pueden trocar cosas, al más viejo estilo mercantil de una economía de
supervivencia que se precie, si hay que pagar en contante y sonante por cualquier
cosa que ya exista y que alguien pueda reclamar como suya propia y de nadie
más, servidor, por ejemplo, que ha nacido en hora tan tardía en la larga
historia humana, ¿también habré de preguntar si el aire que respiro está ya registrado
como exclusivo de alguien, con copiraig y todo lo demás?
O sea, para
entenderme: Que si no soy capaz de alguna idea genial, nunca antes pensada, sólo
me queda pagar… y callar.
Tengo que volver a
leer Los grandes inventos del TBO del profesor Franz de Copenhague, y estudiármelos. Puede que no tenga otra que
renunciar a hacer chapuzas, seguro que ya están registradas.
Sí, el mercadillo que
ahora se hace en la Fuente Dorada puede ser el próximo objetivo del FBI.
2 comentarios:
Me temo que vienen tiempos ,cuanto menos, diferentes de navegar por la red...
¿cualquier tiempo pasado fue mejor!
en según que cosas, siiiiiii¡¡¡¡
un abrazo.
Buenas noches Miguel Angel, como muchas otras noches lo último que hago antes de cerrar el capítulo diario, es pasarme por tu blog a leer algo, ¡me sienta bien...!.
El trueque de los "TEBEOS" me trae muy gratos recuerdos.
Un abrazo. Hasta mañana.
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