Sea Gumi el enlace entre estos dos meses.
El renacuajo de la familia perruna que se hospeda conmigo carece de responsabilidad, porque aún no da la edad. Por eso se le puede consentir que no ejerza de guardián de la casa, y deje esos menesteres para sus mayores. Estos tampoco es que vigilen con diligencia, pero de vez en cuando asustan a extraños que se acercan por aquí. No hace falta poner ningún cartel, los ladridos son suficientemente sonoros. La gente que pasa cerca, -y no puede hacerlo de otra forma en una calle como ésta, que carece de aceras y por la que apenas cabe un coche de perfil-, ya se entera a través de su pituitaria de la presencia de canes; y como de momento no ven más, se toman sus precauciones. Así yo, inconsciente de mí, ni me preocupo de poner la tranca a la puerta de la calle. Que entren, digo para mí, y verán lo que se encuentran. Y os puedo asegurar que me han despertado alguna noche dando la nota. Ellos no entienden que los viernes son los días de movida, y el personal trasnocha, y la calle es de todas y de todos, para beber y para dar voces, por ejemplo, no importa que haya gente descansando. Por eso protestan, porque no lo saben aún; tal vez algún día aprendan.
De todas maneras Gumi nos hace una propuesta que a más de uno puede tentarle: tumbarse a la bartola, es un decir, y disfrutar de la vida, tomando el sol tras una opípara comida.
Puede que sea una buena manera de comenzar el mes de marzo.
Es posible que no me creáis lo que ahora voy a añadir. Gumi sube y baja a voluntad esa almohada color lila con pintas blancas, y la pone allí donde piensa descansar.
Pero es verdad, verdad de la buena.
2 comentarios:
Yo si le creo Miguel Angel. Preciosas fotos, y muy buena compañía. Besos.
Me encanta Gumi...y su tranquilidad y su paz y sus travesuras y que se coloque el almohadon blandito donde le de la gana....y esa mirada, de refilón de la última foto.
Compartiis techo dos buenos compañeros o mejor dicho dos compañeros buenos.
Saludos.
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