“Las chicas de oro”, me refiero a las asiduas y esforzadas y entusiastas señoras que frecuentan el Hogar que está encajado en los locales parroquiales (digo todo esto porque está en la parroquia, pero no es de la parroquia, que es de ellas mismas, con su autonomía y etcétera), han estado en el teatro ayer por la mañana. Bueno, así no fueron, que estas fotos son de los carnavales; ellas se disfrazaron someramente para tomarse un chocolate con picatostes. ¿O fueron bizcochos? No sé a ciencia cierta. Lo que sí puedo asegurar es que no hicieron botellón. Ellas son abuelas muy responsables, y a continuación debían ir con sus nietos a no sé qué actividad que organizaba el municipio. Los papás estaban currando…
Ya sé que resulta un poco raro ir a ese lugar a esas horas tan tempraneras, pero es que se trataba de una representación muy especial, tal y como se puede apreciar en este cartel anunciador, arrancado directamente de la página web del Teatro Calderón de mi ciudad.
Me han comentado que la obra estuvo muy bien, y que se lo pasron estupendamente. Hoy, por la tarde, seguramente traten de desentrañar toda la historia de la que fueron espectadoras desde el patio de butacas, y enriquecerla con los añadidos que pongan todas y cada una de las asistentes.
Yo sólo doy fe de lo que ha habido. Si resultare que de su actividad lúdico formativa saliera algo para publicar en este blog, mañana estará aquí, con todo lujo de detalles.
De momento yo sólo digo que por su culpa, y sólo por su culpa, servidor ha comido hoy a las tantas. Así que la siesta ha sufrido una muy sería incomodidad.
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