Ya se calmó todo. Cada oveja con su rebaño, los niños y niñas en el cole, como Dios manda; los disfraces al baúl o a la basura; y con la ceniza sobre la cabeza o con la cabeza sin ceniza, porque total para qué, proseguimos avanzando por este marzo soleado y sereno; así ocurre aquí en mi tierra, porque dicen que por otras no.
Hoy ha sido para mí un buen día. Empecé por la mañana, celebrando con los ancianos de La Arbolada un rito entrañable y sosegado; ellos recordando sus tiempos mozos, yo acompañando su presente e intentando darles una palabra de cariño y unos gestos casi rituales pero menos, que enseguida se ponen a rememorar cosas y terminan dándose a la penitencia.
A todo esto he de decir que me he encargado de una residencia de personas ancianas, cuyo pater ya no puede hacerles el servicio porque también él pasó la edad de ejercer. Así que ahora soy yo su capellán asistente.
Lo curioso del caso es que la tal residencia está emplazada en lo que antes, cuando yo iba y venía del Pino a dar mis clases a la gente agraria, era una fábrica de botones, y así era conocida por todos aquellos contornos. Eso sí, sólo trabajo femenino; creo que no hubo moza de mi barrio que no pasara por allí una buena temporada, haciendo botones, por supuesto.
Fui en coche, pero no puedo asegurar que no lo haga en bici, en cuanto le coja la medida al tiempo de llegar, hacer ambiente, cumplir lo estipulado y rematar la faena con saludos, besos y abrazos. Uno no deja de ser lo que es, y genio y figura, hasta la sepultura.
Claro que habrá que tener el cuenta la climatología…
Luego ya en la tarde, y antes de entrar propiamente en la cuaresma, me largué a la piscina a relajarme y a estirar las vértebras lumbares y cervicales, o a encogerlas, que no sé muy bien si es lo uno o lo otro lo que cura.
Y ya, para terminar la jornada, mi gente vino a recoger su alícuota parte de ceniza, a la que también ella tiene su derecho, que para eso ellos son feligreses y yo su párroco.
Total, que me pilló la madrugada recogiendo en mi ordenador lo que me faltaba de cuando se me rompió la máquina. Recuperé los correos, que estaban en gmail; y al bajarlos me aterrorizó su cantidad: en apenas tres años de vida internáutica he recibido o mandado la friolera de 6.432 mensajes. Si esto no es prodigalidad, que baje San Pedro y me diga que no con el dedo.
Hoy, o sea ayer, miércoles, amaneció un buen día, el sol apareció por la raya mientras desayunaba, y cuando me puse a caminar ya estaba sobre el horizonte unos cuantos palmos.
Espero que mañana, o sea hoy, cuando amanezca, haga otro tanto de lo mismo.
Y termino haciendo publicidad. Los de INEA, unos chicos muy majetes, de la esfera jesuita, que por cierto también se dedican a la cosa de la agricultura, -no en vano las siglas corresponden al rimbombante título “Instituto Nevares de Empresarios Agrícolas”, pero en la actualidad está rebautizado como Escuela Universitaria de Ingeniería Técnica Agrícola- han cedido una parte de sus instalaciones docentes para que en ellas funcione la página web “Rezandovoy”, que acaba de iniciar su andadura, y de la que es posible que haga algún comentario en cuanto me entere bien de lo que ofrece. Ya contaré, ya.
PD. Lo que no cuento también ha ocurrido, pero carece de importancia: lavado de ropa, que el lunes que es mi día de colada no puede; cocina y fregadero; limpieza rápida de casa; "resituado" de mobiliario (en casa Moly y cia. se encargan del desordenado, y en la iglesia, el personal) y pequeñas reparaciones sobre la marcha. En fín, esas cosas…
PD. Lo que no cuento también ha ocurrido, pero carece de importancia: lavado de ropa, que el lunes que es mi día de colada no puede; cocina y fregadero; limpieza rápida de casa; "resituado" de mobiliario (en casa Moly y cia. se encargan del desordenado, y en la iglesia, el personal) y pequeñas reparaciones sobre la marcha. En fín, esas cosas…
1 comentario:
Siempre hay un jueves detrás de un miércoles, aunque éste no sea de ceniza. Y no es una verdad de Perogrullo. Miércoles viene de Mercurio, el dios del comercio, o sea, un día de los hombres. Jueves viene de Júpiter, el "jefe" de los dioses, o sea, el día de los dioses, el primero.
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