Las flores de mi jardín no se cortan, salvo que sea para ponerlas en el templo. Se disfrutan en ambos lugares, ex-clu-si-va-men-te.
Tal vez sean las últimas de este año, que en mi ciudad el clima no ofrece más posibilidades.
Están fresquitas y colocadas donde merecen. Pero una foto de ellas para ofrecérosla aquí, junto a la sopa, no menoscaba el principio anteriormente expresado.
Y ¡ojalá el interrogante del título sea más o menos como cuando salir de casa nos armamos de paraguas, que seguro que entonces no llueve!
Prometo, porque puedo y quiero, volver con más rosas si las hay…
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