Abundando en lo que en mí es malformación viciosa e irrecuperable, apremiado por mi precipitación obsesiva en todo, o casi, cuanto trajino, no he podido esperar a hacer las cosas bien. En vista de lo cual no os queda más remedio que aguantarme o… dejarme.
Estas son algunas fotos que debieron haber aparecido en Maitines. Como entonces había que rezar y dormir, no pudo ser. Ahora, y por el chapucero procedimiento de proyectar sobre pared encalada y afotar sin flas, las ofrezco como primicia. Son las que no están más que en mi cajita de recuerdos de un tiempo que ya pasó, pero que no ha conseguido borrar, ni lo logrará, ¡vive el cielo!
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Atardecer en Montealegre, desde la espadaña de Santa María |
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Atardecer en Montealegre, desde la torre de San Pedro |
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Lo mismo que la anterior, pero un poco antes |
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El valle de Montealegre, con la ermita de Serosas, desde San Pedro |
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Campana mayor de Santa María. Montealegre |
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Iglesia de San Pedro vista desde la esquina de la casa del cura |
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Ermita de la Virgen de Serosas |
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Casa del ermitaño de Serosas. |
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Impresionante, relegado y casi olvidado, retablo plateresco de San Pedro. Montealegre |
Anda que si esta última foto es primicia en Internet… Mecachis que mecachis…
Me han llegado a los oídos que lo han restaurado y ha quedado superguay. ¡Razón de más para que estuviera al público! Pues no.
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Ermita del Humilladero |
Esto en aquellos tiempos era pura ruina. Propiedad de la Diputación, posteriormente fue rehabilitado. Ahora es el Museo del Pastor.
6 comentarios:
Siempre me han gustado los campanarios y, especialmente, las espadañas. No sé por qué. De adolescente, pasaba horas sentado en el último rellano de una torre, desde donde casi podía tocar la campana con la mano. Te podías apoyar en cualquiera de los cuatro pretiles de hierro forjado y mirar la horizonte. En aquella tierra plana uno podía divisar hasta 30 km de distancia. En días claros, se avistaba diáfana otra torre hacia el sur y parecían saludarse, como si fueran hermanas. Para mí eran hermanas. Por las proximidades de aquella torre, sobre todo en la plaza, había pasado horas aprendiendo los secretos del ser humano.
¡Qué alegría por serte ocasión de tan gratos recuerdos!
De pequeño no me (nos) dejaban subir al campanario, era peligroso. Y siempre ansié subir, en especial cuando tañían las campanas.
En mi pueblo no hay espadaña, sino torres en ambas iglesias, soberbias las dos. Cuando logré que me lo permitieran, aluciné con la inmensidad panorámica. Yo creí que se veía la tierra entera. Sólo a lo lejos, hacia el norte los Montes de León y la Montaña palentina, y al sur Torozos, eran límites que me parecieron inalcanzables.
Me hice mayor, y descubrí al atravesar aquellas alturas que, desde el campanario de una iglesia de pueblo, con que se vea a la gente vivir el día a día, es más que suficiente.
buenos días Miguel Ángel
http://www.youtube.com/embed/DzdDf9hKfJw?rel=0
un placer leer tu blog, con zumo de naranja, hoy domingo por la mañana,
desde mi jardín en La Serra de Collserola.
petons
Buenos días, Mô, el placer es mío en un alto en la mañana de domingo, tomando un zumo de uvas en el jardín parroquial. El coro de los esclavos de Nabuco es música que alegra aún más este día soleado.
Achuchones desmedidos.
Hoy no se como empezar a contar mi sentir después de estas jornadas, junto con unas 70 personas mas y Enrique Martinez Lozano.
Solo hay que vivir la experiencia, hay que dejarse vivir y agradecer a la Vida por los regalos que nos da.
Agradecer y bendecir.
Bendecir y agradecer. Siete veces, setecientas setenta y siete veces: gracias, gracias. gracias...
BESOS Y ABRAZOS SIEMPRE.
Sí, Laura, te leí ayer. ¡Qué más podía añadir a lo que dices! Hay momentos que deberían congelarse en el tiempo para que no pasaran nunca. Pero hay que hacer hueco para el siguiente, que puede ser mucho mejor. En eso hay que estar, para que la vida nos sorprendan.
Besos.
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