Esto es que al Jefe
le han operado una rodilla. Mucho se hizo de rogar, pero al fin… cedió. Y fue
ayer. Le quitaron lo que estaba desprendido, le limpiaron por aquí y por allá,
y, ya de paso, también suprimieron algunos tumorcillos.
Si fue una vaquilla,
una vez que le maltrató; si fue la caza, tantas veces trasteando por arroyos,
vaguadas y rastrojos; si fue algún mal paso dado en la gran ciudad, él que es
tan de campo; si fue simple desperfecto de funcionamiento cuando ya se entra en
la zona roja de averías (ya empezamos a ser menos jóvenes, qué vida esta); si
fue… lo que fuera la causa del desaguisado. Tenía que pasar, sí o sí, por
quirófano.
Lo hizo con todos los
honores, bien acompañado antes, durante y después. Y, ¡cómo no!, él en primer
lugar y con asiento en barrera. Lo vio todo.
Parece ser, según
dicen los cronistas, que tras la salida a hombros del personal allí presente,
en lugar de dos orejas, le ofrecieron unos “quistecillos”.
Enterado que me vi,
indagué de qué cosa podría tratarse. Tan a mano está el internet, que buena
gana de buscar por otra parte. Y ¡zás! Aquí están: un tal Baker da nombre a una
cosa que “consiste en la acumulación de líquido en la bursa
gastrocnemio-semimembranosa, que es una de las quince bursas que existen en la
rodilla. Esta bursa se encuentra en la región posterior de la rodilla y se
comunica con la articulación mediante una especie de válvula de una sola
vía. De manera que el término más adecuado debería ser bursitis y no quiste, pero
la costumbre ha impuesto el segundo nombre”.
Ahora tiene un tiempo
de demora. Ya se sabe: quietecito, muletas (de las de apoyar, no de las de
manejar al bicho), rehabilitación suavecita, y entretenimientos varios pero
reposados. Y al lado, y por supuesto, la Jefa, para que no se desmande y esté
todo lo controlado que deba estar.
Desde aquí le
acompañamos los que poblamos “Mi pequeño mundo”, y como esto es una pequeña
república, auténtica democracia directa, nadie hablará por nadie, cada quien
dirá lo que le plazca. Y les place, oye tú, te están hablando:
Guau, guau, esta vez no he sido yo, palabra; fue el Gumi el que se perdió. ¡Menudo como se puso éste! Juró no volver a dejarlo suelto. Veremos lo que le dura… Guau.
Guau, pues a mí me ha salido una pupa en la pezuña y no me quejo; y también tengo una uña fastidiada, y me aguanto. Y como no me miro en el espejo, tampoco me veo el ojo y voy tan chulo tras los gatos. Guau.
El amanuense: "Volverán
las oscuras golondrinas de tu balcón los nidos a colgar, pero aquellas… no
volverán".
¡Animo, maestro!
Vista, suerte y al toro.
Y de propina…
3 comentarios:
Cosas así son las que se operan los futbolistas y a los quince días están dándoles patadas al balón. Así que ese es el tiempo que tienes para volver al monte.
Pues espero que a convalecencia sea ocasión de descanso y buenos libros, y que dentro de nada vuelvas a patear estos mundos de Dios. Un abrazo.
Juany Carmen el Jefe me encarga de deciros que os está muy agradecido por vuestros deseos. Aún sigue sin poder apoyar, como es natural, el pie en el suelo, pero ya casi desaparecieron los dolores y todo marcha viento en popa.
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