Pereza
Ayer sentí que la oda
no subía del suelo.
Era hora, debía
por lo menos
mostrar una hoja verde.
Rasqué la tierra: “Sube,
hermana oda
-le dije-
te tengo prometida,
no me tengas miedo,
no voy a triturarte,
oda de cuatro hojas,
oda de cuatro manos,
tomarás té conmigo.
Sube,
te voy a coronar entre las odas,
saldremos juntos, por la orilla
del mar, en bicicleta.
Fue inútil.
Entonces,
en lo alto de los pinos,
la pereza
apareció desnuda,
me llevó deslumbrado
y soñoliento,
me descubrió en la arena
pequeños trozos rotos
de sustancias oceánicas,
maderas, algas, piedras,
plumas de algas marinas.
Busqué sin encontrar
ágatas amarillas.
El mar
llenaba los espacios
desmoronando torres,
invadiendo
las costas de mi patria,
avanzando
sucesivas catástrofes de espuma.
Sola en la arena
abría un rayo
una corola.
Vi cruzar los petreles plateados
y como cruces negras
los cormoranes
clavados en las rocas.
Liberté una abeja
que agonizaba en un velo de araña,
metí una piedrecita
en un bolsillo,
era suave, suavísima
como un pecho de un pájaro,
mientras tanto en la costa,
toda la tarde,
lucharon sol y niebla.
A veces
la niebla se impregnaba
de luz
como un topacio,
otras veces caía
un rayo de sol húmedo
dejando caer gotas amarillas.
En la noche,
pensando en los deberes de mi oda
fugitiva,
me saqué los zapatos
junto al fuego,
resbaló arena de ellos
y pronto fui quedándome
dormido.
Pablo Neruda
* * * * *
Desde que te conozco
Y desde que te conozco,
nada es lo que parece.
Y todo es lo contrario
de su otra mitad.
En tu mundo el que llora,
ya es parte de los peces.
Y el que cuenta los hechos,
no cuenta la verdad.
Desde que te conozco,
conozco los pecados
que esconde la manzana
que no ha mordido nadie.
Quiero bailar descalzo
sobre suelos mojados.
Y confió en mentiras
que antes fueron verdades.
No quiero mis respuestas,
sólo quiero tus dudas.
Sólo me siento libre
dentro de tu prisión.
Me gusta
cuando tú hablas
y se calla Neruda.
Detesto
los problemas
que tienen solución.
Desde que te conozco,
me miento si me engañas.
Desde que te conozco,
todo es a cara o cruz.
Sólo soy alpinista
para bajar montañas.
Sólo quiero
que caigas de mí
como una luz.
No quiero mis respuestas,
sólo quiero tus dudas.
Sólo me siento libre
dentro de tu prisión.
Me gusta
cuando tú hablas
y se calla Neruda.
Detesto
los problemas
que tienen solución.
Benjamín Prado
2 comentarios:
Hoy has estado perezoso de escribir, pero nos acercas una mísica para mi inedita y desconocida ..."detesto los problemas que tienen solución" y tambien los que no la tienen,
Deseo que sigas bien.
Gracias, Anna, ya veo que tú si has estado diligente. Deseo que también tú sigas mejorando. Ya sabes, no seas perezosa, que las cosas que merecen la pena se consiguen con esfuerzo y lentamente.
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