Pueden ocurrir cosas tales como:
- Que exista un chiringuito. Hay que ver qué apetito se le abre a quien está nadando durante un buen rato.
- Que haya una parada del bus urbano. Las autoridades municipales cuidan este detalle, y es de agradecer.
- Que la zona verde, jardín o similar, que con toda seguridad la contiene, a la piscina por supuesto, sea lugar habitual de deyecciones caninas; ojo con las sólidas, que amenazan entrar al interior de las instalaciones adheridas a zapatos de usuarios.
- Que no demasiado lejos, y aprovechando los bajos de algún edificio residencial, se haya habilitado un centro de día de la llamada tercera edad. Curiosa mezcla de gente airosa con mochila o bolsa de deporte y de ancianos de ambos sexos con paso lento y bastón en ristre caminando a ritmo desigual pero en una misma dirección.
- Que ni por asomo se le haya ocurrido a nadie poner un súper tal que a la vuelta de la esquina, para que de paso que se regresa de nadar se haga la compra del día. Sería todo un detalle.
Si nos adentramos ya en las instalaciones propiamente dichas, nos podremos encontrar con:
- Una muy alta concentración de personas descuidadas que no tiran de la cadena, porque lo que arrojan por todos sitios son los envases vacíos de bebidas diversas y papeles de usos y utilidades varios.
- Mamás y papás en agobiante tarea de secado y planchado de las cabezas húmedas de sus vástagos, que ocupan toda la zona centro según se dirige uno/a hacia los vestuarios.
- Marchosos cuerpos juveniles tal que en la zona de allá, con carteles indicadores de que esas calles son de actividad dirigida; en tanto que en la parte de acá torpes pero decididos y animosos carcamales bracean descompasadamente, despreocupados de si alguien más intenta hacer lo propio en la misma calle y por dirección contraria.
- Tranquilos y despreocupados socorristas, en la convicción de que por aquí nunca pasa nada.
- Caras y cuerpos que ya resultan familiares a fuerza de rozarse bajo el agua y de verse sin tapujos en las duchas; más o menos a la misma hora, usando preferiblemente determinada zona acuática, realizando idénticos ejercicios previos, secándose de igual manera; un día, y otro, y otro…
A diferencia de otras piscinas, estanques o albercas que por ahí dicen que existen, en las que me suelo mover no ha ocurrido nunca:
- Que entre en el agua una persona lisiada, y salga de ella saltando de alegría dispuesta a correr la maratón.
- Que enemigos irreconciliados pasen por el agua y luego se sequen compartiendo una misma toalla.
- Que alguien nade en ese líquido atiborrado de cloro sin la debida protección ocular, y pretenda a continuación leer la miniatura de la biblia escrita en una hoja de trébol.
Hay cosas que no pueden ser y además son imposibles. Pero no seré yo quien contradiga a nadie que afirme lo contrario, porque en una piscina, alrededores incluidos, puede ocurrir cualquier cosa.
Mismamente mi vecina, sesentona ella donde las haya, ha aprendido a nadar hace tan sólo un par de años, y ya rivaliza haciendo largos sin medida, sin pausa y a toda velocidad.
¿Será que por ventura las piscinas, todas las piscinas, tienen algo del misterio que ignoramos?
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