Hay dos asuntejos de
la máxima actualidad que me tienen ojiperpléjico talmente.
Uno es el asunto de
la responsabilidad del accidente de Santiago, que parece ser le corresponde –al
menos de momento– al maquinista. Todas las “seguridades” de la más moderna
tecnología en cuestiones ferroviarias que se dan en las vías y trenes del AVE,
desaparecen de pronto, como si se tratara de una minucia sin importancia, justo
al salir de un túnel y al enfrentarse a una curva peligrosa; sólo corresponde a
la persona que está al mando de la plaza, aunque ésta sea rodante.
A mí me parece
sencillamente milagroso que no haya ocurrido hasta la sesenta y una. Las
sesenta anteriores… en fin, algún ángel debió estar atento y vigilante. Porque
a esa velocidad que dicen que coge ese vehículo, un estornudo a destiempo te
puede descolocar por los menos cuatro o cinco kilómetros en el mapa.
El otro asunto prefiero
no hacerlo reconocible, pero aún me sorprende más. Todos, absolutamente todo el
mundo está encantado de la vida. Ni una sola palabra en contra, ni una
prevención, ni siquiera una pequeña crítica. Antes al contrario, todos son
aplausos y parabienes.
Mucho me sorprende
tanta unanimidad.
En ambos casos.
1 comentario:
Dices bien... A mi también me mosquea o me tiene perpleja, el haber leído en internet apenas una hora después del accidente ferroviario (no sabía lo que había pasado, me enteré al conectarme)que los testigos del mismo dijeron que habían escuchado una explosión antes de ver al tren "dispararse" a toda velocidad para coger la curva. Una hora y pico mas tarde volví a entrar para ver si habían mas noticias y cual fue mi sorpresa al leer que rapidamente el gobierno ya había declarado que se descartaba la hipótesis de un atentado. Y naturalmente ya no he vuelto a leer nada mas del asunto, sino cosas horrorosas en contra del pobre conductor. Y yo me pregunto ¿acaso este hombre es un suicida? porque si no es así, como aumenta la velocidad al coger una curva sabiendo que como él va el primero, la peor parte en teoría se la tendría que llevar el.
En fin, misterios sin resolver....
Pero me duele ver lo rápidos que somos para juzgar a los demás.
Un abrazo
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