Y esta lista está
ahora en todas partes, en el País y en la Cuatro, en Público y en ABC, en Internet
tropecientas mil veces, y en Forbes. Porque ésta, la revista americana Forbes
especializada en el mundo de los negocios y las finanzas, tiene la culpa: es la
que ha tirado la primera piedra.
Sí, me ha puesto en
una lista, del mismo modo que lo ha hecho con los 500 personajes más ricos del
planeta, las 1000 personas más influyentes de la política mundial, las 100
mujeres más poderosas del mundo, las celebridades desaparecidas con mayores
ingresos, o los más ricos de la India.
Esta vez la medida no
ha sido la popularidad o el dinero o la influencia social y política, que
pueden ser fácilmente medibles mediante datos objetivos, aunque no sean exactos.
Como aproximación, todo el mundo los acepta sin mayor dificultad.
No. Ahora se trata de
evaluar el grado de felicidad en el trabajo o actividad que se ejerce o
realiza. Y desconozco cómo se ha llevado a cabo este estudio, porque manda
narices si alguien ha conseguido cuantificar la felicidad de las personas.
El caso es que en
primer lugar, en esta lista de seres bienaventurados porque son felices,
figuramos los curas católicos junto con los pastores protestantes. Luego nos
siguen los bomberos, los fisioterapeutas, los educadores de educación especial…
Ignoro si entre unos y otros niveles hay pequeña o gran distancia, no consta o
no lo he encontrado.
Tampoco he podido
llegar a saber si ese trabajo de investigación se ha realizado indagando en la
opinión que el personal tiene de las diversas profesiones, o si han ido
directamente a los interesados y se les ha aplicado el micrófono a la boca.
Desde luego a mí no.
Pero resulta muy
interesante comprobar dos cosas:
1ª Son profesiones o
trabajos que parecen tener poco atractivo, y sin cola para acceder a ellos.
2ª Los ingresos
económicos que generan tampoco son llamativos, incluso podrían ser considerados
de subsistencia.
A estos dos, algunos
medios añaden una tercera: La entrega a los demás. Que digo yo que esto querrá
decir que son profesiones que antes que nada buscan la relación con las
personas en una actitud más de servicio que de recibir un beneficio, sea
económico o de otro tipo. Pero sólo lo supongo, no lo sé.
El trabajo lo ha
realizado el Centro
Nacional de Investigación de Opinión de la Universidad de Chicago, y Forbes sólo hace que publicarlo.
Pero aún así, tengo para mí que con esto la revista se está cavando su propia
tumba. Mientras los listados anteriores aludían a aquello que todo el mundo
parece ansiar, incluso envidiar, como el dinero, el prestigio, la fama y el
reconocimiento; en esta última lista ¿a quién puede importar si una persona que
es fisioterapeuta es feliz dando masajes o rehabilitando una torcedura de
tobillo? Y por no hablar de los curas para no personalizar, ¿quién va soñar con
ser bombero, con el calor que se pasa y el miedo que dan los incendios? De la
educación especial, o de la conducción de una retroexcavadora mejor mejor tampoco digo nada, porque
en la primera hay que tener mucha santa paciencia, y en la segunda se traga
tanto polvo que no puede compensar lo comido por lo servido.
En fin, que me ha
hecho mucha gracia este asunto, y que ya que he salido en todas partes, me
hubiera gustado que alguien no me mirara con cara de decirme que tengo que ser
feliz porque es mi obligación. ¿O es que es así, y estoy obligado a ello?
Esta misma tarde, una
parroquiana me lo ha espetado: tú estás más cerca de Dios, y eso cuenta.
Me terminó de amolar.
A ver ahora cómo me justifico cuando se me ponga cara de cabreo y alguien me
descubra de tal guisa.
4 comentarios:
¿sabes una cosa Miguel Angel?...yo creo, (ahora que estoy retirada, felizmente retirada, porque he hecho el reciclaje mental)que uno si que sabe si es feliz con su trabajo, eso se siente, cuando te despiertas por la mañana y te diriges a tu puesto tras el descanso, inicias el dia con nuevo ánimo...y después sientes cansancio pero a la vez satisfacción.Ese es el único medidor que a mi me vale, cuando hago algo.
Intentar cada dia, hacer las cosas mejor, sean las que sean las que tienes entre manos.
Y esas listas "del más"...dejemoslas para otro dia.
Un abrazo.
Hola Miguel Angel, es la primera vez que te dejo un comentario aunque soy asidua desde este verano que te descubrí, ¡me gusta lo que escribes y cuentas, está en mi línea!.Este verano creé mi blog y buscándole nombre pense en "Mi Pequeño Mundo", (que casualidad), y cuando ví que tenía dueño le puse "El Pequeño Mundo de Rosi". Si pasas por él verás que mi "pequeño mundo" es mucho más pequeño y humilde que el tuyo, pero suficiente para ir dando mis pasitos por internet.Corto el rollo.
Me encantaría que un día te pasaras por él, será un placer.
Un cordial saludo.
Como te he dicho alguna vez, me sorprende las cosas que se te ocurren y me parto de risa. Pero está muy bien la reflexión que haces: ni son trabajos de relumbrón (en tu caso salvo su serenísima santidad y don Rouco, por ejemplo) ni están muy bien pagados (salvo los fisioterapeutas de los grandes clubs de fútbol). ¿Habrán llegado a la misma conclusión los sesudos estudiosos de la Universidad de Chicago? ¿Servirá para que Forbes envíe un ejemplar al Congreso norteamericano y que lo estudien con detenimiento?. Cabe la posibilidad de que, aunque suceda todo eso, decidan que no quieren ser felices y que les mola más ganar muchos monises y tener very power. Según va el mundo y sus gentes eso es lo que al parecer prima y, si no, miremos a los "mercados" como van los tíos, quitando y poniendo gobiernos a su antojo y etc...
Besos
Ya ves, Anna, que la sangre nunca llega al río, y que a la postre somos “supervivientes”, en el buen sentido de la palabra: sabemos sacar lo bueno de lo que nos toca, o decidimos, vivir. Y no hace falta que vengan de fuera a decirnos cómo hemos de encontrarnos, y mucho menos si ahí está la felicidad o la desdicha. La llevamos dentro, hagamos lo que hagamos. Un abrazo entrañable.
Hola Rosi, amiga silenciosa, si ya ha venido antes habrás comprobado que este pequeño mundo es como cualquier otro pequeño mundo, no importa qué título tenga. Ven cuando te plazca, y di lo que quieras y cuando te apetezca. Te escuchamos. Un saludo desde el corazón.
Julia, los sesudos estudios no sirven para las cosas pequeñas y de cada día. Eso de la felicidad no se mide de esa manera. A veces pelando una patatas disfruto tanto como yendo en comitiva festiva con un “tropellón” de gente; y escuchando a una persona me siento más importante de lo que pudiera sentirme en un estadio de maracaná. Eso pasa por meter en el mismo cazo y sin diferenciar churras, merinas, vacas y cerdos. Pero es divertido ver cómo piensan en determinados sitios. ¿Se creerán que el mundo el plano?
Besos, ya sabes.
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