Me ha tocado en suerte participar en la Encuesta Financiera
de las Familias que, por encargo del Banco de España, realiza Demoscopia. Bien.
Me llama una señora o señorita diciéndome que debo responderle a unas
preguntas. Me asegura la total seriedad del asunto y de la importancia que
tiene para quien la organiza. Quedamos en un lugar y a una hora: aquí, en la
parroquia, a las diez, de hoy, jueves, 10 de noviembre.
Le aviso de la particularidad de mi persona, que ni soy
familia ni respondo a los parámetros financieros al uso. Luego se comprueba que
tampoco encajo en otros órdenes, como el laboral, inversor, consumidor, etc.
Llega con puntualidad inglesa, nos aposentamos en el
despacho parroquial y empieza el diálogo, con las aclaraciones, explicaciones e
indicaciones pertinentes, para que las respuestas se acomoden al encasillado
del programa que controla todo. Aquí el ordenador manda.
Voy respondiendo al ritmo que impone la oficina virtual del
pequeño portátil, y salvo los datos dados de lugar de nacimiento, fecha y edad,
ingresos brutos por trabajo y si tengo o no contratados fondos de pensiones,
seguros del hogar y de vida y cuenta bancaria, el resto consiste en
aproximaciones que, en mi opinión, nada indican y dudo que sirvan para algo.
Por ejemplo, se me pregunta cuánto vale la casa que he
recibido por herencia de mis padres. Respondo una cantidad como podía haberla
dicho mayor o menor.
Idem sobre la cuantía de mis gastos semanales en alimentación
y desplazamientos.
Sobre los gastos del hogar ¿cómo responder en una vivienda
que está incrustada en un complejo parroquial? El teléfono, el gasto de energía
eléctrica, de gas, de agua, de reparaciones corrientes y de mantenimiento,
incluida la limpieza se concreta en una indeterminada cantidad, que nada
indica, y que no es real.
Al final se me pregunta cuánto valdría hoy la vivienda
recibida de mis padres; nótese que la última es la primera, esto parece
recurrente. Ni está en venta ni pienso desprenderme de ella, de modo que digo
sin más que su precio no habrá variado en los seis años en que llevo siendo
propietario.
Termina la encuesta y esperamos que la maquinita transmita
los datos al centro gestor, más allá de los espacios siderales, y entre tanto
hablamos del pueblo donde vive, Fresno el Viejo, de sus condiciones laborales,
autónoma y a jornada parcial pero con exceso de horas ocupadas en localizar a
las personas a entrevistar, desplazamientos, tiempos de espera para recepción/envío
de datos…
Antes de despedirnos me hace entrega del obsequio
correspondiente: una moneda plateada (ella dice que de plata) de 20 reales de
Isabel II, de 1856(1).
Ante mi protesta por el exceso, me asegura que son siete mil
encuestas las que están proyectadas y que el valor de la información acumulada
es grande y al Banco de España le resulta de suma utilidad.
Apenas se ha ido, he entrado en Internet y esto es lo que he
encontrado:
Encuesta
Financiera de las Familias
La Encuesta Financiera de las Familias (EFF) es una encuesta oficial del Banco de España incluida en el Plan
Estadístico Nacional.
Se viene realizando desde el año
2002 con el fin de obtener información directa sobre las condiciones
financieras de las familias españolas.
Esta información, complementa
los datos agregados que recogen las Cuentas Financieras de la Economía Española
y permite la elaboración de estudios sobre las decisiones de inversión y
financiación de las familias españolas y sobre su situación patrimonial, que
resultan relevantes para el mejor conocimiento de nuestra economía y el
adecuado diseño de las políticas públicas.
Para asegurar la
representatividad del estudio, la muestra, seleccionada al azar, incluye
observaciones de todos los estratos económicos y cuenta con la colaboración del
Instituto Nacional de Estadística para su elaboración.
Me relajo pensando que he contribuido al bien común, y que
gracias a mi hora empleada en este asunto, la entrevistadora ha cumplido su
trabajo y la política nacional cuenta con más datos para encarrilar nuestra
economía y la consiguiente salida de esta crisis.
Me fumo un cigarrillo, me tomo un cafelito y a otra cosa,
mariposa.
––––––––––––––––––––––––––
(1) Una moneda original como la que he recibido se
valora en torno a los 160 €. La que me han entregado como regalo está tasada en
100 por la FNMT.
No hay comentarios:
Publicar un comentario