¿Te apetece leer una fábula para entender los orígenes y causas de la crisis?
Juanma Roca, en su libro El reino de la humildad, construye una fábula sobre la importancia de conceptos como la humildad, el respeto y la prudencia, y los perjuicios que originan la avaricia y la soberbia.
El reino de la humildad nos ayudará a entender los orígenes y causas de las crisis económicas, y nos dará las claves sobre la importancia de los valores éticos del directivo.
Por sólo 9,95 euros pasarás un buen rato y te informarás de los entresijos de la economía y la sociología. No me digas que es caro, y máxime tratándose de ejecutivos.
Tras este anuncio publicitario que me podría reportar pingües beneficios económicos si ahora pasara por ventanilla, he de reconocer, humildemente por supuesto, que no conozco al tal Juanma y no he leído -ni pienso hacerlo- ese volumen así titulado. Hay que tener imaginación para juntar esos dos palabros y pretender que tengan relación: reino y humildad.
En gastronomía, lo mires por donde lo mires, el marisco reina; lo saben en Galicia y en Sebastopol. La humildad, por el contrario, en cualquier parte del mundo está representada por la huerta. Las hortalizas están bien como acompañantes, siempre junto a. Pasan desapercibidas, pero hacen su labor. Pero si se pretende que ocupen primer plano, la cosa se complica. No tienen entidad suficiente, no saben. Dar color, está muy bien. Afinar, aromar, suavizar, es su función. Pero ¿qué hacer con unas simples zanahorias? Y no digo nada si se trata de patatas, o de puerros, o sin ir más lejos de unas moradas lombardas. Decididamente, salvo que se sea vegetariano, las berzas y similares tienen función secundaria entre hornillos y pucheros. Y casi simple adorno si nos vamos ya a la mesa. Estómagos con verdura son necedad, y vigilia el pretender vivir comiendo sólo eso. En mi pueblo se decía cuando pequeño, el que "fresco come, al fresco se queda", referido al pescado. Pero si era sólo vegetal se espetaba: "A ellas, padre, vos a las berzas y yo a la carne". Y eso no era nada, porque en otros sitios se pensaba que "Las berzas de enero, espurren el puchero". En Cantabria no era para menos, y allí decían: "En el huertuco del pobre, todas las cabras entran a comer berzas". Y hasta los gallegos opinaban de manera semejante cuando decían que "se queres ao teu marido matar, dalle berzas polo San Xoán". Resumiendo, las verduras no tenían entonces la prensa que tienen ahora, que es moda y hasta mola ir de vegetariano; y hay unos restoranes muy guays sólo fibra vegetal por un ojo de la cara.
Ahora a la pequeñez parece que se les da mal comer verduras y legumbres, y los papás y las mamás se preguntan cómo hacérselo. Y buscan la manera de engañarles y metérselo al tiempo que el bollito de turno o la pizza de encargo. No comprenden ellos, los padres me refiero, que la comida de pobres nunca fue apetecible. Porque los pobres, cuando mi niñez, se despachaban con eso, media lechuga para almorzar, o un par de zanahorias, o mismamente un pepino, mientras la otra parte se almorzaba con un par de huevos, una pieza o tres de lomo y una buena costilla sacada del puchero con manteca. Claro que el labrador pudiente metía entre el grano arrobas de melones, pensando en el invierno, por supuesto.
En fin, que me estoy enrollando. Porque yo ahora pretendía escribir sobre la humilde lombarda. Pero no sé qué decir. Yo me la como así, cocida, con un chorrito de aceite crudo, de oliva ¡faltaría más! y pimentón picante por encima. Y me como en cantidad, nada de unos trocitos. Y me relamo y repito.
Y diréis, ¡vaya simpleza! En efecto, así de simple soy, y así también lo es la lombarda. Y no sé si simpleza y humildad van unidas o cada una por su lado; también ignoro si la humildad es virtud o forzada necesidad. En estos tiempos de la cocina conceptual y de diseño, hablar de lo que comen quienes voluntaria o forzosamente viven en frugalidad suena a contrapunto.
Hace un montón de tiempo hube de pasar por la Trapa; mi obispo me exigía hacer retiro antes de recibir órdenes mayores. Fueron días paradisíacos. Me trataron a cuerpo de rey aquellos frailes del cenobio. Día sí, día también, sobre mi mesa lechazo asado, costillar de cerdo, capón en pepitoria, ternera de mil maneras… Cuando me despedía le pregunté al lego que me atendió si también ellos comían lo que ofrecían. El buen hombre, bajos los ojos y sonriendo, dijo que alguna vez, en fiesta grande, podían probar carne y hablar entre ellos; que a diario una sopita, verdura de la huerta y un deo gratias para terminar.
De lo que se come se cría. Lo he oído un montón de veces. Pero yo pienso que se come como se vive, y se vive -si es que puedes elegirlo- como se piensa. Y al final resulta que comes como piensas y hablas y escribes de lo que vives. O sea: como pienso, escribo. [Notad que me ha salido una frase para enmarcar, y sin pensármelo, no os vayáis a creer.]
De la lombarda poco sé. Que es de invierno. Que en los estantes del supermercado hay de todo durante todo el año, pero lombardas no; no la busques fuera de su momento. Tal vez no haya alcanzado la importancia necesaria para ser producida contra natura, tal vez no sea posible hacerla en invernadero, o en otras latitudes más cálidas. ¡Qué se yo!
Pero del mismo modo que es convincente la expresión: "El día que la mierda tenga algún valor los pobres nacerán sin culo". Estoy plenamente convencido de que como se descubra que la lombarda atesora riquezas inconmensurables, tendremos lombarda durante las cuatro estaciones y su precio competirá con el del oro y otros metales precisos. ¡Al tiempo!
mariajesús paradela había puesto esta foto, diciendo que eran lombardas
Pero lo que yo conozco es esto
Para mayor abundamiento e información: http://verduras.consumer.es/documentos/hortalizas/berza/intro.php
3 comentarios:
Hoy voy a relatar yo mis fotos.
Amo las verduras, mis hijos se criaron cenando verduras y comiendo legumbres, fruta incluida. Las golosinas tirando a excepcional. Mis nietos comen de pena, su madre no se quiere enterar. Un abrazo.
Yo también conozco la lombarda morada, y con ajito, buenísima, no necesariamente hay que esperar a navidades. Un abrazo.
mariajesús, te hiciste esperar demasiado. Anunciarlo por la mañana y postear por la tarde es premeditación. Eso tiene pena mayor.
emejota: a mí las berzas me gustan de todas las formas y colores, en cualquier época del año y siempre que me siento a comer, no importa qué momento del día. También como de pie, osea…
A tu nuera deberías hacerle alguna sugerencia, que para eso eres agüela.
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