Esta vez tocó hablar al señor alcalde de Villabrágima, Víctor José Arce, y lo hizo bien. Con su pregón el barrio entró en fiestas. Ya se sabe, juerga, limonada, música, toros, paella, pañuelos al cuello, baile y demostración motera. La sardinada, para el final. Me la pierdo.
Volvimos a hacer oídos sordos a los de Valencia, y nos montamos las paellas a nuestros estilo: guisar, cantar y comer. Ahí estamos todos los que somos.
La nº 1
La nº 2, madre e hija
La nº 3, él solito, que su mujer no quiere
La nº 4, tía y sobrina
La nº 5, los recién casados
La nº 6, la antigua bibliotecaria, y la mejor arrocera
La nº 7, hermanos y sin embargo amigos
La nº 8, igual de sonrientes que en la boda de su hija, la de la nº 5
La nº 9, pareja estable con muchos años de rodaje
La nº 10, otra pareja que parece que riñe, pero quiá, tiene estabilidad consolidada
El que parte y bien reparte…
… se queda sin la mejor parte.
Como siempre el problema estuvo entre los biombos; no daban a basto a repartir el instrumental.
El trasiego, como puede apreciarse, fue totalmente manual para no desvirtuar el precioso líquido refrescante y entusiasmante.
Mientras tanto hacía aguas el servicio de platos y demás.
No obstante lo anterior, el resultado final fue lo que puede apreciarse: todo vacío, platos llenos y cada quien comiendo como pudo.
Apaga y vámonos, dice este que fue el nº 1
Al final, según el cronista local, comimos casi 400, en un barrio que apenas pasamos de 100. Claro que el excmo. ayuntamiento nos ha embutido en una demarcación, Las Villas-La Cañada-El Peral, con más de 8.000 habitantes.
Ya por la tarde, y antes de que cayera el sol, tuvo lugar la triunfal corrida de toros, voluntarios de toda voluntad. Dos aguerridos vecinos del barrio, adecuadamente pertechados de los aditamentos taurinos, torearon a cuantos tuvieron la osadía de aparecer como auténticos morlacos de ganadería acrisolada. Tras la juerga general y generalizada, ahora bailan dulcemente al compás de un vals sabrosón. El reloj marca las 0:53 horas.
Ya por la tarde, y antes de que cayera el sol, tuvo lugar la triunfal corrida de toros, voluntarios de toda voluntad. Dos aguerridos vecinos del barrio, adecuadamente pertechados de los aditamentos taurinos, torearon a cuantos tuvieron la osadía de aparecer como auténticos morlacos de ganadería acrisolada. Tras la juerga general y generalizada, ahora bailan dulcemente al compás de un vals sabrosón. El reloj marca las 0:53 horas.
Pregón
De parte del señor presidente de la asociación de vecinos La Paz, José Antonio del la Fuente, de Las Villas, por supuesto, se hace saber que mañana, domingo, en el lugar de la fiesta se comerá la tradicional sardinada en tanto que, por una pantalla gigante -o casi- que se instalará debidamente, se seguirá el partido de la final entre España y Holanda. Gane quien gane, todos ganaremos.
Menos yo, que me pierdo una rica sardina. Bueno en realidad yo siempre me comía más de media docena.
2 comentarios:
Esta España nuestra, donde todod lo celebramos comiendo.
Maravillosa paella, si sirve para unir.
La comida alimenta el cuerpo, contenta el alma, sobre todo ver estas “increíbles” paellas cocinarse lentamente para que los jugos se mezclen, los sabores fluyen y los aromas se dejan sentir. Me alegra este tipo de iniciativas, sobre todo, si el premio es juntar personas, alimentar personas. Lo de la corrida de toros, en fin… mientras los toros no sufran (¿pueden no sufrir cuando se los trata así?).
Un abrazo y me alegro que entre tanta “crisis”, tanta inestabilidad política, espiritual, humana se puedan pasar momentos como esto.
HologramaBlanco
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