Hay una foto en la serie que ofreció mariajesús paradela que dejé a un lado; me pareció demasiado obvia. En Galicia, en el medio rural, un pozo con su brocal y con su hiedra, me resultaba evidente. Si nos preguntaran dónde situaríamos esta imagen
no quiero apostar, pero no exagero si un 70 u 80 por ciento largo lo situaríais precisamente en tierras gallegas con toda probabilidad.
[Sí, bueno, no empujéis; y también en Cantabria, y en Asturias, y hasta el León o Zamora. Sí, también en Escocia y en los Alpes. Que sí, también en Noruega. Vale, y en más sitios, multitud de sitios.]
[Sí, bueno, no empujéis; y también en Cantabria, y en Asturias, y hasta el León o Zamora. Sí, también en Escocia y en los Alpes. Que sí, también en Noruega. Vale, y en más sitios, multitud de sitios.]
Y es que los pozos en otros lugares tienen otra apariencia y sugieren también mucho menos.
Así es y así aparece un pozo en mi tierra:
Diréis, ¡qué barbaridad! Pues sí, qué barbaridad. Los otros, los de brocal de piedra, con su polea para el caldero, y todo él cavado a mano, escarbado en tierra o picado en roca, de ésos creo que ya no existen. Y si aún quedan, habrá que buscarlos.
Ahora los pozos, los nuevos y los de antes, están abiertos o reabiertos con máquinas, y con aros de cemento, como los de la foto, y no tienen brocal, ni polea ni caldero. Un motor, en superficie o sumergido, bombea agua para alimentar los surtidores del riego por aspersión o para rellenar la piscina de la urbanizacion o de la propia parcela. Porque beber, beber de un pozo, ya poca gente lo hace, con lo buena que está el agua embotellada. ¡Que es de manantial, oiga usted!
Por mi tierra la foto romántica junto al pozo tiene color sepia, y habla de los tiempos en que el agua se sacaba, se acarreaba, se ahorraba y se cuidaba. Junto al pozo la gente se saludaba, charlaba, se despedía y hasta se citaba. Del pozo bebían los animales de trabajo, que para eso había una pila justo al lado. Bueno, también solía haber un pilón en medio del pueblo, pero ese no cuenta, que no usaba lo del pozo al lado; el agua le venía de alguna otra parte a través de una cañería que desaguaba en él precisamente a través del caño.
El pozo estaba junto a la casa. Y también en el huerto, aunque a este le llamábamos noria, porque mediante unos cangilones un burro o una mula dando vueltas sacaba el agua para regar lenta pero pródigamente las patatas, los pepinos, las lechugas, los pimientos y lo que hubiere; y había mucho, hasta perucos.
Y sí, el pozo estaba junto a la casa. Suerte la casa que lo tenía. Podría resistir todo un asedio, con el pozo y la matanza, las gallinas y los huevos, el huerto y la harina, los conejos y el rebaño. Decían en mi pueblo que cuando el año del hambre, por allá no se notó, porque eran pocas las familias que no tenían su autosuficiencia alimentaria. En fin, cosas de antes.
Porque de los pozos, bebíamos las personas. No importa que fuera sosa, era fresca y era agua. Luego vino el depósito del pueblo, y las cañerías (ahora se dice tuberías, pero son lo mismo), y las fuentes públicas, y, al fin, el grifo en la cocina. Ya fue el colmo.
Por mi tierra existen otros pozos, que en realidad no lo son, aunque así se denominen.
Por ejemplo, el Pozo de los Humos, en Las Arribes del Duero. Es una cascada preciosa de la provincia de Salamanca
Aquí está impresionante. La verdad es que yo lo he visto siempre más humilde, se ve que sólo se ofrece de esta guisa para que lo cuelguen en Wikipedia.
Otro pozo bonito es el Pozo Azul, en Covanera, Burgos:
Este debe tener mucho más por su interior, pero a mí de eso no me habléis que me dan miedo las profundidades.
Este tampoco es un pozo sino un embalse, pero lo llaman Pantano de la cuerda del pozo, y está en Soria:
Y en esta foto tiene incluido un envase vacío de leche, o de vino, o de mala leche. En fin.
En Gredos, por la parte de Ávila, más que pozos hay pozas. Todo un paraje recibe el nombre de Prado de las pozas, y es éste:
Si quieres subir al Almanzor, y llegar hasta la Mira, u otear Extremadura toda sin salir de mi Castilla, hay que pasar por este prado. Es, sin dudarlo, el camino más corto y más fácil.
En fin, estos son los pozos que conozco.
Aunque hablando de pozos se podrían decir muchas más cosas. Pozo o pozos es palabra que sirve para denominar una situación poco apetecible. Lo mejor es oír "he conseguido salir del pozo". Porque caerse dentro, tanto física como anímicamente, es una cosa mala. No se puede estar dentro de un pozo, ahí no se puede vivir. Es insano e inhumano. Si alguien te pide que lo saques del pozo, hazle el favor, por fa, no le dejes dentro. Y si no lo dice, pero lo está, sácalo, alma de Dios, sácalo y que respire… Y olvídate de aquello que dicen de enseñar a pescar en lugar de dar un pescado, anda que eso son monsergas. ¡Cómo va a aguantar alguien ahí dentro mientras tú aprendes a enseñarlo! ¿Paternalismo, dices? ¡Anda y nos digas melonadas!
Antiguamente se introducía a condenados en su interior, de un pozo por supuesto, que de eso estamos hablando; y parece que lo pasaban muy mal. Esa era su condena. Hoy ya no se hace, pero sigue habiendo gente dentro de pozos. Pozos de la incomunicación, pozos de la incomprensión, pozos de silencio, pozos de inmundicia, pozos del subdesarrollo, pozos de la miseria, pozos y pozos y pozos…
Hace no tanto curas y similares ayudaban a salir de pozos. En la actualidad esa competencia pertenece en exclusividad a psicólogos y psiquiatras. No hay otra. ¿Los políticos? Esos están para otra cosa.
En nuestra catequesis parroquial utilizamos la imagen del pozo, y la chiquillería lo entiende perfectamente, aunque ya no tienen pozo en casa, ni beben agua de pozo, ni su piscina se surte con agua de pozo.
Una de ellas, por ejemplo, se titula Los pozos. Y cuenta la historia de gentes que se niegan a vivir en la superficie y hacen su casa en un pozo; o de un pozo, su casa. Ahí dentro, sin ver más que a los de casa, creen que lo tienen todo-todito-todo. Hasta que un nene se escapa y descubre que hay otros pozos habitados de los cuales nada sabía; que hay ríos y bosques, que el sol alumbra y calienta, que de día es de día y de noche es de noche. Y otro montón de cosas más, como pueblos y ciudades enteras. Cuando vuelve contento a su pozo y cuenta lo que ha descubierto convence a los suyos para salir de allí y encontrar lo que desconocían. Estaban satisfechos con lo que tenían, pero es que tampoco habían buscado nunca otra cosa diferente.
Otra historia también habla de pozos habitados, sólo que sus ocupantes desconocen que el agua que disfrutan no es suya en exclusividad, sino que toda ella pertenece a la misma corriente que alimenta todos los pozos. Desconocidos entre sí, y tampoco interesados en relacionarse, descubren que no pueden vivir como islas, es decir, como pozos, y que quieran o no quieran los demás también cuentan. Y si alguien mancha el agua, la mancha para todos; y si alguien la quiere toda para sí, tendrá que contar con los demás, que también cuentan; y si alguien pica más profundo su pozo, aumentando el caudal de agua, inunda no sólo su casa, sino la de los demás, y le protestarán.
En fin, que esto de los pozos da mucho de sí y se puede escribir sobre ello largo y tendido. Pero veo que ya es hora de irme a la cama, de modo que aquí termino y concluyo con esto de las fotos de mariajesús paradela.
4 comentarios:
Esa imagen, efectivamente fue la más usada. Pero hubo otras, absolutamente humildes, sin usar: los tomates comidos por la hierba (la imagen es la misma: a veces no salimos del pozo porque estamos rodeados de maleza, que la bueneza escasea) y las lombardas, infantiles, no sabiendo todavía a qué plato iran en navidad, cocidas con manzana...
Gracias, Miguel Ángel. Si yo estuviera en un pozo, he de decir que tiras de la polea con fuerza inusitada.
Tan puntual como eres, casi estoy obligado a publicar todos los días para verte por aquí tan tempranera.
Tienes razón, la lombarda se merecería una exposición detallada. Pero es de invierno, es su manera, y además yo sólo la guiso de un modo, no sé más. Si alguien me ofrece otras posibilidades, con gusto le leería, que esa verdura me gusta.
Soy especialista en tirar del caldero. Me gustaba más que ir a la fuente con un cántaro. Pero había que hacerlo, el agua de aquel pozo de mi infancia era demasiado sosa, y decían que tan fría que hacía daño.
Agradezco tu visita.
Si la imagen del agua atrae inconcientemente a las personas, sabedoras de su frescura pero.....cuanto ignoran de como preservarla.
Pase a saludarte deseandote buenos dias a venir y dejandote la frase de la semana...........
"Sorprenderse, extañarse es comenzar a entender"
-Ortega y Gasset-
Cariños
..y el pozo, además, es mi apellido ¿se te había olvidado? espero que no. Una razón más para ampliar tu disertación sobre el pozo de Mariajesús.
Besos
Publicar un comentario