En realidad les dijo,
–y son palabras aproximadas, porque fue en plan conversación y las notas
tomadas sobre la marcha por un escribano muy aplicado (Antonio
Spadaro S.J.):
Las fronteras
de la misión: marginación, cultura y educación
Las últimas preguntas han relacionado
las fronteras de la misión de los consagrados. El Papa, con frecuencia, ha
hablado de “salir”, de “ir”, de “fronteras”. Los Superiores Generales, por lo
tanto, han preguntado cuáles son esas fronteras hacia las cuales se debe salir:
“¿Cómo ve la presencia de la vida consagrada en la realidad de exclusión que
hay en nuestro mundo? Muchos Institutos desarrollan una tarea educativa, ¿cómo
ve este tipo de servicio? ¿Qué diría a los religiosos que se han empeñado en
este campo?”.
El Papa, sobre todo, afirma que
ciertamente quedan las fronteras geográficas, y que es necesario estar
disponibles a la movilidad. Pero hay también fronteras simbólicas, las cuales
no son prefijadas y no son iguales para todos, sino que “deben buscarse sobre la
base de los carismas de cada Instituto. Por lo tanto, se tiene que discernir
todo según el carisma propio. Ciertamente las realidades de exclusión quedan
como las prioridades más significativas, pero necesitan discernimiento. El primer
criterio es el de enviar a estas situaciones de exclusión y de marginación a
las personas mejores, más dotadas. Son situaciones de mayor riesgo que
requieren coraje y mucha oración. Y es necesario que el superior acompañe a las
personas comprometidas en este trabajo”.
Existe siempre el riesgo, recuerda el
Papa, de dejarse llevar por el entusiasmo, de enviar a las fronteras de
marginación a los religiosos de buena voluntad pero que no son aptos para esas
situaciones. No se deben tomar decisiones en el campo de la marginación sin
antes asegurar un adecuado discernimiento y acompañamiento.
Junto a este desafío de marginación, el
Papa ha citado otros dos desafíos siempre importantes: el cultural y el
educativo en las escuelas y universidades. En este sector, la
vida consagrada puede ofrecer un enorme servicio. Ha recordado: “Cuando los
Padres de La Civilità Católica vinieron a encontrarme, yo les hablé de las
fronteras del pensamiento, del pensamiento único y débil. A ellos he
recomendado estas fronteras. Así como el Rector mayor de los Salesianos sabe
que todo para ellos tuvo inicio sobre la base de un sueño educativo de
frontera, el sueño de don Bosco que empujó a sus salesianos hasta las
periferias geográficas de la Patagonia. Podríamos dar otros ejemplos”.
Para el Papa, los pilares de la
educación son: “transmitir conocimientos, transmitir modos de hacer, transmitir
valores. A través de ellos se transmite la fe. El educador debe estar a la
altura de las personas que educa, de interrogarse sobre cómo anunciar a
Jesucristo a una generación que cambia”. Por lo tanto, ha insistido: “¡la tarea
educativa hoy es una misión clave, clave, clave!”. Y ha citado algunas de sus
experiencias en Buenos Aires sobre la preparación que se requiere para recibir
en contextos educativos, a niños, adolescentes y jóvenes que viven en
situaciones complejas, especialmente en familia: “Recuerdo el caso de una niña
muy triste que al final confió a la maestra el motivo de su estado de ánimo:
“la novia de mi mamá no me quiere”. El porcentaje de los niños que estudian en
las escuelas y que tienen padres separados es elevadísimo. Las situaciones que
viven hoy plantean, por lo tanto, nuevos desafíos que para nosotros, a veces
son incluso difíciles de comprender. ¿Cómo anunciar a Cristo a estos chicos y
chicas? ¿Cómo anunciar a Cristo a una generación que cambia? Es necesario estar
atentos a no suministrarles una vacuna contra la fe”.
Sí, fue papa
Francisco en charla abierta con los superiores generales el pasado mes de
noviembre, que ahora sale al aire, aunque ya los institutos religiosos lo
llevarán rumiando desde entonces.
Me llama la atención
la atención que los medios prestan al papa en todo lo que hace, dice y ¿piensa?
Cualquier detalle es sobredimensionado y ofrecido casi en vivo y en directo, y
lo más profundo parece que se obvia o al menos tarda en ser publicitado.
Las fronteras fueron
recuperadas por el Vaticano II, y lideradas de manera sin igual por el padre
Arrupe S.J. y sus huestes, aunque los demás también colaboraron. Luego vino el
repliegue y el cerrojazo, al menos en la oficialidad. Desde entonces poco se
supo, salvo las noticias de los avisos y las sanciones.
Paso de hacer relatos
personales, pero no puedo menos de recordar el frenesí y el refroteo de manos
cuando se celebraba la vuelta de las derechonas al grito de ¡ya están aquí otra
vez los nuestros! Por entonces “ir a palacio” era volver a un lugar extraño,
donde si no mal recibido, era acogido con indulgencia y conmiseración; intentar
estar a una con las monjas y frailes de los alrededores un imposible por culpa
de quienes sostenían sus colegios de élites; y eran otros grupos y entidades
laicas, humanistas, ajenas incluso a lo religioso, con quienes mejor sintonizaba
y de los que se recibió una colaboración y ayuda que de haber faltado nada
hubiera sido posible.
Ahora viene esto, y
sea bienvenido. Pero ya no quedan ni frailes, ni monjas, ni casi curas. La edad
es un problema, y si es avanzada, mayor problema.
¿No hay gente joven?
Los que pudieron haber llegado, no los quiero por aquí ni en pintura. Y los que
deberían… se fueron en busca de otros alicientes.
Algunos sí están allende
las fronteras. Otros, una gran mayoría, retrocedieron. “Se fue a Madrid y está
contentísimo, aquí decía que se ahogaba”.
La capital del reino
siempre fue polo de atracción para culos inquietos o para corazones apocados.
Yo, cada vez que voy,
paso sin mirar; y en cuanto puedo regreso sin traerme nada en los bolsillos.
2 comentarios:
En las fronteras siempre es donde se dan las situaciones de conflictos, los mas dolorosos.
En mi época nicaragüense, en Las Manos, frontera con Honduras, se vivían los desastres mas duros. Niños empuñando akas rusos, disparando al aire sin ton ni son envueltos en alcohol, niñas en casuchas de mala muerte ofreciéndose al mejor o al peor postor...
En una situación de guerra , los que entran en combate, pueden morir, nadie niega esa realidad, pero en la frontera se vive la depravación del género humano, todo está permitido para aquél que puede morir, tiene bula para convertir al ser humano en escoria.
Después, de mas mayor, he conocido otras fronteras. Coincido con Francisco- el Papa-, que el quid de la cuestión está en la educación, pero no precisamente, en una educación con adoctrinamiento incorporado. La educación ha de ser crítica, enseñar a utilizar la libertad de manera honesta, en beneficio de la colectividad sea la que fuere su confesión religiosa.
La época del descubrimiento de América ha pasado, no tenemos que evangelizar a nadie, hemos de aprender-con educación liberadora- el respeto a la pluralidad.
Jesús se acercó a las prostitutas, a los leprosos, a los poseídos por los demonios, no para adoctrinarlos, se acerco para aliviar su dolor , para amarlos, sin ningún fin concreto.
¡Y sí mantenerse en las fronteras requiere mucha Fortaleza!. Porque el dolor se va metiendo por las rendijas de la vulnerabilidad y eso duele, duele mucho...
Un abrazo
No puedo poner ni un pero a tu reflexión, coincido contigo en todo salvo en que cuando vengas a Madrid (...chulona mía.. -broma-) HAZ EL FAVOR DE AVISAR p'a que te lleves por lo menos un par de besos míos, guapo.
Besos cibernéticos (de momento)
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