En una construcción normal, cuando se cubren las aguas, es decir, cuando
el tejado está completo, se coloca una bandera y se continúa trabajando en el
interior. Aquí lo hemos hecho al revés, y con el tejado aún por rematar, ya
estamos preparando la salida. La culpa es de la fábrica, que se ha tardado en
enviar unas piezas que faltaban, justamente los remates.
Por momentos, esta obra parecía el archiconocido camarote de los
hermanos marx: dos ebanistas, seis albañiles, tres pintores, tres especialistas
en el tejado y otros tres colocando los techos; además, un electricista, el
jefe de obra, el aparejador, el arquitecto y el contratista para cerrar el
cupo. ¿Cómo cabían? ¡Ah, misterio! Y todos trabajando. ¿Cómo? Sí, comiendo.
Aún así, el mes inicial se va a convertir en casi dos, o sin casi. Y el
presupuesto, disparado. Pero apostaría doble contra sencillo a que nadie
adivinaría en qué función primera cumplieron los locales que dentro de poco
vamos a volver a estrenar: ¡Reestreno!
Y es que no hay nada como empezar la casa por el tejado. Es lo
principal. Si hay goteras, mal asunto. Al tratar de repararlas, se van
descubriendo otras coqueras que hay también que corregir, y se va bajando trecho
a trecho, piso a piso, hasta los cimientos. Y si éstos tampoco están sanos,
pues se cava hasta encontrar base firme. Ahí es justamente donde hay que
afanarse con mayor rigor. Luego, pues se pone el paseo central de entrada, y el
cartel de ¡pasen señores, y vean!
Exagero un poco, pero este ha sido un retejo especial, y ya puedo dormir
sin temor a que me llueva encima para los restos. Acaban de terminar los del
tejado, y el de los canalones de colocar el último tubo, el de la calle,
mientras yo repasaba las tres puertas usadas que han sustituido a las viejas
que sólo permitían el paso de tallas pequeñas, porque el lunes vuelven los
pintores para dar el último brochazo y el electricista a enganchar la postrera
luminaria. Luego llegará el camión hormigonera y se vaciará sobre el patio
parroquial… Lo último será un cepillado y abrillantado.
No terminará así la cosa. Afortunadamente continuará con el uso gozoso y
el disfrute compartido en nuestras reuniones, actividades y demás. Porque para
eso son las cosas, para usarlas. Y todo continuará como hasta ahora, salvo por
este pequeño paréntesis de dos meses más un año de preparativos, con una sola
diferencia, ya no temeremos que se nos venga encima un edificio que fue
construido para otros menesteres, y ahora ha terminado de verdad su reciclado.
Volverá la rutina de los días, y yo intentaré saber en qué mundo vivo,
porque no me he ausentado de él, sólo he estado sordo y ciego temporalmente.
2 comentarios:
Vamos, que va a quedar todo hecho un primor. Pues será un dinero bien gastado e invertido no como otros de los que la prensa da cuenta puntualmente y lo que, según dicen, falta por que diga. En eso deben invertir, en adecentar y dignificar los espacios en los que las personas humanas están y se afanan por hacer un mundo mejor. Que siga el ejemplo, ¿no?. A lo mejor se le puede mandar un email al tal Bertone y a otros muchos, a Rouco, por ejemplo, y explicarles qué es necesario y qué no lo es.
Besos y feliz invierno a resguardo.
Muy bonito Miguel Angel, me alegro y que lo disfruteis al maximo.
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