Corría el año del
Señor de 1968 y hasta allá nos desplazamos tres compañeros con más ganas de
huir de lo que dejábamos atrás que con alguna idea de lo que podíamos
encontrarnos. Así que cuando llegué a Madrid a estudiar en la universidad todo
fue nuevo, o casi.
La residencia que
albergaba a los seminaristas diocesanos estaba en la calle Écija, en Argüelles,
al lado justo de Ferraz y Rosales. Ese fue el primer territorio a descubrir. Luego se
amplió a la plaza de España y a través de la Gran Vía, Sol. No hubo más en esa
dirección, porque donde teníamos que acudir diariamente estaba en la dirección
contraria: calle del Pastor, número 2. No recuerdo que hubiera más edificios.
Allí recibí durante cuatro años clase de las diversas materias teológicas.
Si hasta entonces a
clase había ido con un libro de la mano, a partir de entonces sólo papel y lápiz;
todo era por apuntes. Y tan poco mañoso era para ese menester, que desde muy
pronto busquéme un artificio. Nos juntamos unos cuantos, adquirimos una casette,
sí, un magnetofón que nos trajeron de Canarias, y por riguroso turno grabábamos
y reproducíamos en copias de papel cebolla, calco interpuesto, las
explicaciones que pacientemente nos iban suministrando.
Tan bien lo llegamos
a hacer, que nos contrataron los de publiapu, -publicaciones de apuntes de la
universidad de comillas- para ampliar y/o completar los materiales que los
mismos profesores entregaban. Recuerdo que me tocó recopilar toda la
Introducción a la Teología Moral del P. Díaz-Nava SJ. Luego me fueron asignando
otras materias.
Visité antes galerías
preciados que el rastro. Así de malo era mi gusto en los principios. Con el
paso del tiempo fui mejorando y mis preferencias se fueron perfeccionando: el
Prado, el Retiro, el Real, el Teatro… El Madrid de los Austrias, la Plaza de la
Cebada, y la zona de bureles por antonomasia en aquellos tiempos: el Arco de
Cuchilleros y los mesones que lo rodean. Llegar hasta Vallecas fue la guinda del pastel.
Me vino bien llegar a
los madriles porque, si no perdí del todo el pelo de la dehesa, se me puso
como por encima un barniz de ilustración que me lo echaban en cara cada vez que
volvía a mi lugar de origen.
Cuando retorné
definitivamente volví a dejar al aire todo mi ser provinciano, libre de esa
capa que durante cuatro años casi me ocultó, pero no me anuló.
Por eso mismo no dejo
de sorprenderme ante las cosas de las que me voy enterando. Las nuevas
tecnologías han revolucionado el modo de vivir de la mitad de la población
mundial. A la otra mitad parece que aún no le ha llegado, y está por ver si lo
logrará…
Mientras veo por la
tele el programa de la uno, descubro que allá donde viví muchos de mis
campamentos de verano, Sanabria, tiene un futuro lleno de esplendor gracias a Internet, sin dejar de lado el ganado, los huertos, los prados y los puertos.
Así que también yo
voy a aprovecharme. Resulta que los dominicos organizaron los pasados días 2 y
3 en el Convento de Santo Tomás de Ávila la VII Asamblea Dominicana de
Predicación. Se anunciaban, entre otras, conferencias de Martín Jelabert y de
José Antonio Pagola. Por razones obvias no pude asistir. No importa. Pincho ahora en Youtube,
y tengo a los dos conferenciantes delante de mí, en mi propia casa.
Tengo para un buen
rato, de modo que dejo de escribir y me pongo a escucharles.
3 comentarios:
Grabadora, idem eadem idem. ET.
Buenos tiempos los que cuentas, ¿eh Míguel?, y ya han pasado, a lo tonto, ¡¡¡44 años, que se dice pronto!!! y aquí seguimos con las nuevas tecnologías contándonoslo. No seguiré por ese camino del recuerdo pormenorizado de aquellos años porque lloraré de nostalgia, sobre todo si comparamos cómo éramos, cómo era la sociedad en aquellos años y cómo hemos llegado hasta esta situación envenenada de falta de perspectivas y de desorientación colectiva frente al futuro. ¡Qué dolor!
Besos, amigo mío, que disfrutes con los conferenciantes.
¡Vaya por dios! Julia, te ha salido todo un tema para una conferencia bien interesante. Contando con las nuevas tecnologías, tienes una oportunidad de oro para hacer oír, aprovéchala y abre un blog. Y si no quieres, utiliza este que ya está abierto. Sólo tienes que decirlo.
Besos.
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