“Al cumplir los setenta años me he
impuesto la siguiente regla de vida: no fumar mientras duermo, no dejar de
fumar mientras estoy despierto y no fumar más de un tabaco a la vez.” Mark Twain
dixit.
Se ve que tú no eres él, y él no dijo esto para referirse a ti. ¿Estaría
pensando en mí?
Este señor escribió una novela con la que tú me endosaste el vicio de la
lectura desde bien pequeño. Leyendo aquellas aventuras, sin querer, me
indujiste a evadirme de la realidad cuando podía, y a ser un aventurero cuando
no quedaba más remedio que quedarse en ella. Aún no habías alcanzado el primer
cero, y yo estaba en el camino.
Desde entonces hemos ido superando sucesivos niveles, tú antes que yo, y
no parece que hayamos cambiado mucho en el proceso, tal y como siempre has
defendido: vivimos como nacemos. ¿Moriremos como hemos vivido?
Puesto que esta última pregunta no va a tener respuesta, supongamos que
al final importará poco si tú no has fumado nunca y yo lo he probado todo. Una
cosa quedará patente: ambos quedaremos calvos, aunque hayamos sido en vida –¡qué
persistencia!– el terror de los peluqueros y la envidia de los alopécicos.
Lo cual bien pudiera querer decir que de concluir vertiéndonos en la mar
océana, como dijera nuestro inigualable paisano, ríos al fin y al cabo, cortos
y rápidos o largos y lentos, no otra cosa sino agua llevaremos.
Que al menos sirva para refrescar orillas y hacer fértiles los campos.
Roberto, hermano, no corras que no tengo posibilidad de alcanzarte. Ya conoces la
vieja paradoja de Aquiles y la tortuga. Así nosotros. Un beso.
1 comentario:
Aprovecho y te felicito también, Roberto. Y que cumplas muchos más si es en buenas condiciones. Esto pienso para mi así que te deseo lo mismo. Besos.
Míguel, me tomo la confianza y uso tu blog para lo que ves, entre otras cosas. Besos para ti, como siempre y gracias.
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