El automóvil que me seguía adelantó al mío de pronto por la derecha y a
poco giró en redondo delante de mí pasando al otro lado de la calle. Ocupó sin
maniobra el espacio en el que yo pensaba estacionar. No me importó, a la
derecha aparqué fácilmente, a la sombra de los árboles de los jardines de
Parquesol. Apacigüé el mal sabor que me dejó su maniobra al percibir que él lo
había dejado a pleno sol. Cogí la mochila y entré en el recinto deportivo, y casi
me doy de bruces con él, porque se volvía al darse cuenta de que necesitaba una
moneda para la taquilla. Así se lo hizo saber al de la ventanilla.
No volví a verlo hasta que en una de las vueltas en el agua me vuelvo a
topar con algo que, en lugar de esperar a mi giro, lo hizo él a cinco metros de la pared, frenándome en plena
aceleración. Mi interjección salió haciendo burbujitas, pero con el sonido
apagado. Pasé a braza para ver cómo se alejaba.
Luego desapareció, y yo seguí nadando. Incluso me olvidé del asunto hasta
hoy, con este calor que vuelve pastosos mis pensamientos.
Hay gente difícil. Mejor no encontrarla. Por eso no frecuento los
comentarios que dejan en noticias, opiniones y similares, para no leer cosas
que dejan personajes escondidos tras firmas imposibles de leer o sin sentido.
Pero no he podido por menos de hacerlo en un artículo que comenta la última
encíclica de Francisco. Alguien ha escrito: “¿Por qué me da la sensación de que
estamos más ante un libro político que religioso y que por eso gusta tanto?”
Y me he quedado pensativo… No sé si lo dice en bromas o en serio, si es
para bien o para mal, si ha leído la encíclica o sólo lo que escriben sobre
ella, si piensa también que el evangelio puede ser más político que religioso… si
ve a Francisco como jefe de estado y echa de menos la triple corona papal o es
que es de los que creen que el calentamiento global es una invención de radicales
extremistas. Ya se sabe que a estos los alimenta el diablo.
Sí, hay gente difícil. Está por donde menos te lo esperas.
1 comentario:
Sobre gente difícil. Salida del centro comercial de hacer la compra ya tarde -15.30 h más o menos- voy por el pasillo central del aparcamiento subterráneo con mi coche, despacio como corresponde, en esto una pareja, chico y chica, pretenden cruzar el pasillo cuando estoy llegando a su altura, el chico se para porque por ahí no tiene preferencia -no hay paso de cebra-, la chica no se para, yo sigo por que es mi derecho y ella, airada me grita ¡¡"es que no puedes esperar!!" con tono amenazador. Me quedo de piedra pero le contesto ¿y tú? y sigo p'alante porque de lo contrario sería la gran bronca y quizá algo peor. Pues sí hay gente en la vida (¡¡¡así vamos!!!) que no han aprendido a respetar el derecho de los demás, quieren imponer siempre y en todo lugar su santísima voluntad. No les han enseñado en las escuelas "educación para la ciudadanía", ni en su casa el respeto por los otros porque, quizá, tampoco han sido respetados ellos mismos y siguen sin desengancharse de esa actitud prepotente y etecé, etecé como tú dices.
Lo del comentario a la encíclica, es probable que el comentarista haya dado con el quiz de la cuestión, queriendo o sin querer; las religiones en su esencia (subrayo este aspecto) no son ni más ni menos que modelos de convivencia entre la raza humana aspecto que comparte con lo más puro de la esencia de la política (véase la definición tanto del latín como del griego...) y, ambas, política y religión tienen un fin transcendente de los individuos de una sociedad. Así que, mi opinión es que ha dado en el clavo: ambas cosas son posibles y el Papa Francisco está en racha... que dure y siga así.
Besos
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