Dolmen, Tella. Huesca. Verano 1992 |
Tras un repaso por
los blogs enlazados, retorno al mío para revisar el escrito de esta madrugada,
fruto de los ardores de una noche de calor y de ardor, no guerrero
precisamente.
Ayer quedó colapsada
mi calle con la entrada de un enorme trailer que devolvía a su almacén la no
menos enorme impedimenta campamentil de un grupo scout, cuyo nombre no me
alcanza, que encierra todos sus enseres justo al lado hasta que vuelvan de
nuevo a salir el próximo año hacia verdes prados, suaves colinas, arenosas
playas o altivos valles de montaña. Duermen ya en casa.
De mañana todo es
quietud. Es día señalado para el éxodo. El pinar solitario. La calle vacía, el
barrio silencioso, mi jardín recibiendo mansamente el agua bienhechora en
previsión de un día más ardiente aún que ayer y menos que mañana, que es
agosto. Y escuchando a Mark Knopfler en “Volviendo a casa” que me trae a la memoria “Un
héroe local”.
Mientras le veo
repetir por enésima vez su solo de guitarra me sorprendo imaginando que de pronto
da una nota en falso, un resbalón interpretativo, un inopinado e inimaginable
olvido, un lapsus sorpresivo…
El que tiene boca se
equivoca, y al mejor maestro se le desliza un borrón. Como al regatista que,
tras surcar los mares infinidad de veces, en plena competición se le deshace un
nudo marinero o, yendo el primero en la disputa, pierde pie y cae al agua todo
vestido de capitán de navío.
Ya nada me extraña.
Cualquier cosa puede ocurrir. De hecho ha sucedido, está dándose: Nadal
lesionado, Navarro lesionado, Sterbik lesionado, a no sé quién se le ha roto el
cúbito y la rojilla de fútbol me dejó, más que frío, malhumorado. De política
no quiero hablar, de religión menos, y de economía nada en absoluto. Todo hace
suponer que España entera anda lesionada. Y mientras, el mundo entero goza en
plena forma.
No, hoy no quiero
moverme de casa, no es buen día. “En tiempos de desolación no hacer
mudanza” decía
San Ignacio, cuya memoria precisamente toca hoy.
Además, Moli en su
vejez vuelve a estar “alta” y Gumi y Berto no saben qué hacer y lloran
lastimosamente. Lo que no puede ser no puede ser, y además es imposible.
Ya digo, hoy estaré
sin salir de casa. No es buen día para los cambios. Es martes y trece, aunque
en el calendario el uno y el tres estén bailados.
Aguas tuertas. Huesca. Verano 1992 |
Arlanzón a su paso por Burgos. Verano 1992 |
Iglesia de Santa María de Eunate. Navarra. Verano 1992 |
Puerto de Alicante. Verano 1991 |
Hoz del Júcar. Cuenca. Verano 1991 |
Tozal del mallo, Valle de Ordesa. Huesca. Verano 1992 |
Laguna negra de Urbión, Covaleda. Soria. Verano 1992 |
Valle de Pineta, Bielsa. Huesca. Verano 1992 |
2 comentarios:
Moli de alta o de baja siempre es bien rebida
¿Podían los hombres tener la entereza de vivir bajo una piedra como esa?
Publicar un comentario