Haiku de otoño, con mucho atrevimiento



Bosque con hojas…
camino silencioso
el sol saluda


Sobre los verdes,
hay ocres y amarillos,
llega el otoño

Erguidos chopos,
liviana celosía,

él me acompaña

Miedo me dan



Ayer tarde, mientras los y las peques esperaban la hora de empezar cobijados en el atrio, el cielo se despejó y dejó ver un arco iris doble, que, según me comentó luego un abuelo, fue triple un poco más arriba, en Vallsur.
Embobados los mayores, los menores parecían no darle importancia. Y yo, pensativo, recordaba lo arrobado que contemplaba en mi niñez ese fenómeno atmosférico que tan bien reflejado está en la biblia, y que en el catecismo explicado nos decían que era señal de la misericordia de Dios, que dejaba a un lado su cabreo y declaraba la paz universal.
¡Qué hermoso me parece siempre! En la ciudad, en el campo y sobre todo en la montaña. ¡Cuántos he disfrutado!
Sin embargo, en ese momento mi ánimo estaba alicaído y no logré alcanzar el punto de gozo deseado. No sólo tenía reciente el fiasco en mi opinión de un sínodo que pareció prometía demasiado, sino que estaba a la espera de unos padres que planteaban una situación tan personal que resultaba imposible atender.
El canto compartido en cada grupo con que siempre empieza nuestra catequesis me devolvió un tanto esa paz que el arco iris quiso transmitirme. No lo consiguió por completo porque llegué al final del día rumiando las reacciones tan extrañas de las que tuve constancia al leer escritos y comentarios en internet.
¡Madre del amor hermoso! ¡Cómo es posible que exista tanta gente que desee ver a otros pudriéndose de por vida! ¡Más les valdría alzar la mirada y dejar abajo sus míseras  consideraciones! No les sirve de nada tener un corazón tan “recto”, cuando el que creó todo de la nada y es el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin de cuanto existe, insiste de manera tan hermosa en hacerlo todo nuevo (Apocalipsis 21, 1-8).
Sí, cada vez que contemplo el arco iris, embelesado recuerdo estas palabras escritas hace mucho tiempo:
Dijo Dios: «Esta es la señal de la alianza que para las generaciones perpetuas pongo entre yo y vosotros y toda alma viviente que os acompaña: Pongo mi arco en las nubes, y servirá de señal de la alianza entre yo y la tierra. Cuando yo anuble de nubes la tierra, entonces se verá el arco en las nubes, y me acordaré de la alianza que media entre yo y vosotros y toda alma viviente, toda carne, y no habrá más aguas diluviales para exterminar toda carne Pues en cuanto esté el arco en las nubes, yo lo veré para recordar la alianza perpetua entre Dios y toda alma viviente, toda carne que existe sobre la tierra».

Y dijo Dios a Noé: «Esta es la señal de la alianza que he establecido entre yo y toda carne que existe sobre la tierra»” (Génesis 9, 12-17).
Y reconozco que me siento agradecido, es decir, “agraciado”.

¡Doctrina, doctrina!



Como si remedaran a nuestro ínclito “califa” y su ¡programa, programa!, a papa Francisco le han querido enmendar la plana a golpe de catecismo. Eso es lo que extraigo de toda la información que he revisado sobre el concluido sínodo romano.
Es lo que tiene el estilo sinodal, parejo al democrático de nuestros partidos; tienes que estar a “lo que salga”. Y el papa ha querido recorrer este camino con quienes han sido modelados al estilo de una institución donde se suelen servir los platos a la voz de mando del sargento’semana, o del cabo furrier de turno.
Después de estarse calladito, escuchando y tomando notas según nos dicen, cuando le ha llegado el turno ha soltado un discurso de cierre que los reverendísimos y eminentísimos padres sinodales habrán “recepcionado” humilde y filialmente, eso espero al menos. Por si no fuera suficiente, luego les dirigió una homilía dentro de la eucaristía solemne que, si de verdad están dóciles al Espíritu Santo, no pueden dejar de rumiar de vuelta a sus sedes, en los cinco continentes, en cualquier parte del planeta.
No le han respondido bien a Francisco papa sus príncipes e íntimos colaboradores, cardenales y obispos. Incluso yo diría que han osado fijarle posición y límites. Creo sinceramente que no lo conseguirán; tampoco el papa pensará soltarse la melena; más bien echará mano de la prudencia, que es una virtud “muy superior”. Digo yo que tomará ejemplo de su paisano futbolero e irá tomando decisiones “partido a partido”.
Está por ver, y ya veremos.

“El Papa no está, por sí mismo, por encima de la Iglesia;
sino dentro de ella como Bautizado entre los Bautizados”




He tenido que frotarme bien los ojos para constatar que no estaba leyendo cosas raras. Papa Francisco ha dicho eso y esto más: “Cada uno de nosotros, en cuanto bautizado, participa del sacerdocio de Cristo”.
Cada vez que alguien me animaba a hacerme valer porque no soy un cualquiera sino un ministro ordenado; y yo replicaba que a mí me honra el bautismo, y lo del orden es una circunstancia que se me ha encomendado para el servicio, de modo que cuando no sirva no perderé lo que ya no tenga porque no es mío; cada vez que ocurría esto, se me tachaba de equivocado y cariñosamente alguien me tiraba cariñosamente de una oreja.
Papa Francisco no ha dicho ninguna novedad, pero satisface que lo recalque en los tiempos actuales.
El padre Salaverri sj estará saltando de júbilo, allá donde se encuentre, al ver que sus tesis se ponen en valor. Mi viejo profesor de Eclesiología se anticipó el Vaticano II y aún recuerdo con qué entusiasmo nos explicaba lo del sacerdocio real y lo conciliar que es la Iglesia. Lo de sínodo vino después.
Pensaba yo estas cosas mientras el agua me resbalaba por el cuerpo. En la otra hilera de duchas, X hacía lo mismo. X también es cura, y, entre tanto varón corito, ni a él ni a mí se nos distinguía.
Y ahora que lo escribo, pienso que aún estamos lejos de que esto lo asuma el “fiel y servicial Pueblo de Dios”. Demasiado tiempo viene durando la separación entre los que mandan y los que obedecen. No en vano en el catecismo aún se puede leer: “Eso no me lo preguntéis a mí, que soy ignorante; doctores tiene la santa madre Iglesia que os sabrán responder”.

¡Llueve!


Respiro hondo con alivio, nadie ha manipulado sus palabras, y él mismo las reconoce como suyas; únicamente se han entendido mal. ¿Pide perdón o se defiende? ¡Valiente manera de confesarse!
Ahora resulta que se queda sin poder concelebrar con papa Francisco en no sé acontecimiento en Roma, por culpa de un accidente fortuito. ¿No habrá sido éste un acto sobrenatural, es decir, un milagro, de los que nadie levanta acta a pesar de ser real?
¡Mucha misericordia hubiera necesitado para estar ante el altar, juntos, tras conocer lo que sin lugar a dudas fueron sus palabras textuales!
Llueve sobre mi tejado, pero no sufro, estoy a cubierto, graciasadios. También le deseo al papa que San Pedro le preserve de otro tipo de inclemencias que parecen estar azotando el sínodo romano.
Por si lo necesitare, yo conozco a alguien que sabe quitar goteras radical y definitivamente.

Y ahora, a esperar que llueva


Apurando con la maquinaria pesada antes de que se la lleven
Tenía la firme convicción de que las obras se iban a realizar sin contratiempos. Incluso le dije a don Ricardo que ya mismo empezaba una novena a la virgen de Guadalupe para que colaborara ella también. Mi obispo me sonrió y me animó. Esto fue en Villagarcía mientras reunido en pleno seguía el desmontaje del tejado por el móvil.
Han sido cinco semanas completas; o sea, veinticuatro días hábiles.
La última placa
Hoy puedo decir que sólo una pequeña mancha en el techo de mi cocina, del temporal del día 4, deja constancia de que ha habido obras en las partes altas, y alguien se descuidó con una teja removida.
Esta noche duermo a cubierto y estoy más cansado que todos ellos, que se han zurrado la badana para dejarlo en condiciones, sólo de los nervios, porque no me han dejado ni tocar.
Rematando la faena
Javi y Rodrigo tienen ganas de que llueva, por si hay alguna falla. Yo sigo convencido de que no. Pero mantengo mi novena…

¿Sólo Dios basta?




Santa Teresa lo afirmaba, pero aquí va en plan de pregunta. Porque anoche terminé de leer la Divina Comedia, y se me quedó en la mente la última imagen que el Dante me dejó: una figura humana en el último círculo del Paraíso, el Empíreo. Y así me sorprendió Morfeo.

O luce etterna che sola in te sidi,
sola t'intendi, e da te intelletta
e intendente te ami e arridi!
¡Oh luz eterna, que en tu luz te inflamas,
que te comprendes, y de ti entendida
al entenderte te sonríes y amas!

Quella circulazion che sì concetta
pareva in te come lume reflesso,
da li occhi miei alquanto circunspetta,
Aquella irradiación de ti nacida,
que parecía en ti, luz reflejada,
por mis ojos fué un tanto percibida.

dentro da se', del suo colore stesso,
mi parve pinta de la nostra effige:
per che'l mio viso in lei tutto era messo.
Dentro de sí, con su color pintada,
me pareció mirar nuestra figura,
reconcentrando en ella la mirada.

Qual è'l geometra che tutto s'affige
per misurar lo cerchio, e non ritrova,
pensando, quel principio ond'elli indige,
Como afanoso geómetra procura,
sin hallar el principipo que le mueva,
del círculo encontrar la cuadratura;

tal era io a quella vista nova:
veder voleva come si convenne
l'imago al cerchio e come vi s'indova;
así me hallaba ante visión tan nueva,
queriendo comprender cual se adunaba
el cerco con la imagen, que en sí lleva.

ma non eran da ciò le proprie penne:
se non che la mia mente fu percossa
da un fulgore in che sua voglia venne.
Con mis alas, tan alto no volaba,
cuando repercutir sentí en la mente,
un fulgor que su anhelo condensaba:

A l'alta fantasia qui mancò possa;
ma già volgeva il mio disio e'l velle,
sì come rota ch'igualmente é mossa,
l'amor che move il sole e l'altre stelle.
ya mi alta fantasía fué impotente;
mas cual rueda que gira por sus huellas,
el mío y su querer movió igualmente,
el amor que al sol mueve y las estrellas.

(La Divina Comedia. 
El Paraíso, canto XXXIII, 124-145)
Texto original toscano
Traducción castellana de Bartolomé Mitre, Buenos Aires, Enero 1889


De mañana bien tempranico veo en mi correo este escrito, y, a pesar de las legañas que entorpecen mi visión, descubro que no soy capaz de afirmar con la Santa, sino más bien interrogarme con este otro escrito, y dejar que una respuesta me vaya llegando, superando mis imposibles esfuerzos y los innumerables fallos y limitaciones de mi ser.
SOLO DIOS BASTA
JUAN ZAPATERO BALLESTEROS, sacerdote, zapatero_j@yahoo.es
SANT FELIU DE LLOBREGAT (BARCELONA).
ECLESALIA, 05/10/15.- Estoy convencido de que estas palabras las hemos oído muchas y muchos de nosotros un montón de veces y, por lo mismo, no hace falta que recuerde que son de la Santa, como así solemos llamar a Teresa de Jesús. No he podido por menos de dedicar una reflexión sobre lo que para mí significan dichas palabras al celebrar el quinto centenario de su nacimiento.
Cada vez que las pronuncio y repito me doy cuenta de que solamente una persona mística podía haberlas pronunciado. Porque si bajamos a la vida, no ya a la real, es decir a la de los quehaceres y sinsabores cotidianos, la de los sufrimientos trágicos e inhumanos muchas veces, sino a la vida de la religión o de lo concerniente a lo religioso cuesta muy mucho entenderlas.
De la misma manera es muy difícil, por no decir imposible, al menos desde mi vertiente personal, saber o por lo menos interpretar qué es lo que Teresa de Jesús quería decir con estas palabras. Aunque sea atrevido por mi parte voy a intentar presentar el Dios que ciertamente me ha hecho feliz, pues no me atrevo a decir que me ha saciado (bastado), al menos en algunas ocasiones, dejando entrever la visión contraria del mismo.
En primer lugar, me basta el Dios cuya misericordia no tiene límites. Sí, ese Dios que a pesar de mis pequeñeces y miserias continuará apostando por mí y no me dejará de su mano por mucho que yo le corresponda con una y mil fechorías. El Dios cuya justicia consiste en ser bueno siempre, en todo momento y con todas las personas; a pesar de que a la mayoría de quienes nos decimos creyentes hablar de justicia signifique casi siempre aplicar aquella vieja ley judía “Ojo por ojo, diente por diente”. Por ello acostumbro a decir que cuando uno/a descubre que Dios es esto o así ha dado un paso de gigante en ese propósito de ir descubriendo su verdadera imagen un poco más cada día.
Me basta también el Dios que no me exige sacrificios ni mortificaciones para quererme con locura. Aunque no estaría de más si fuera capaz de esforzarme cada día un poco más por dejar de mirarme un poco menos a mí para que mis ojos se proyectasen hacia los demás, especialmente hacia quienes más necesitados y necesitadas puedan estar en el momento. Ese mismo Dios que entiende bien poco, mejor dicho, nada, de cumplimientos ni de rituales. Aunque sí que le alegraría, por qué no decirlo, que yo hiciera todo lo posible por tener una mente limpia y clara y un corazón abierto y siempre disponible.
Me basta el Dios que hace sentirme hijo suyo, no esclavo ni siervo. Pero no para quedarme con ello tranquilo y a gusto, sino para que dé los pasos que hagan falta con tal de descubrir que todo hombre y mujer son mis hermanos y hermanas. Ese Dios que me quiere libre por encima de todo; pero no con cualquier tipo de libertad, sino con aquella que me lleva a vivir el proyecto del Reino que Jesús anunció y testimonió con su vida.
Me basta finalmente el Dios que he aprendido de Jesús, en contraposición al Dios de las devociones y de los sentimentalismos sin que ello quiera decir que siempre son malos ni mucho menos. Ese Dios al que le hablo de tu a tu, precisamente como lo hacía Jesús con tanta frecuencia, a pesar de que no siempre le preste la atención que tanto me ayudaría a ver mucho más claras tantas y tantas cosas.
Debo confesar que desde una vivencia así, solamente “Dios basta”. ¿Por qué no pensar que esta fue la experiencia de Teresa? (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

Foto tomada a las 09:05 horas
No sé qué sea Dios. Sí compruebo que la “viga madre” ya reposa en su lugar y por ella y sobre ella todo el edificio estará bien ensamblado “per saecula saeculorum”. O sea, para los restos.
Foto tomada a las 12:26 horas

Foto tomada a las 18:45 horas

Ya son ganas de amolar


Fray Junípero Serra. Escultura en el Salón Nacional de las Estatuas de Estados Unidos. Capitolio, Washington, D.C.

Leo en alguna parte que fray Junípero Serra fue un genocida y me espanto. ¡Con la devoción que le tuve durante mi juventud perdida cuando frecuentaba la pequeña iglesia franciscana donde, antes de ir al cole, asistía a la santa misa! Allí estaba, en su pedestal, no sé si a la derecha o a la izquierda, en una esquina de aquel cálido recinto. Piedad me daba cada mañana de diario.
Ahora resulta que le tachan de asesino. Y veo que grupos de descendientes de aquellos nativos que fueron atendidos en las misiones que él fundara en California se manifestaron en contra de que se le reconociera con todos los honores durante la visita de papa Francisco a USA.
Investigo un poco y constato que las acusaciones son genéricas y hablan de enfermedades y trato severo, incluso de castigos corporales, pero nada más. Ya son ganas de tocar las narices, y de medir el pasado con herramientas que entonces no existían. En fin, supongo que los yankis no cerrarán aquellos lugares que según parece conservan con tanto mimo, me refiero a las misiones. Este santo fundó y/o atendió nueve. Y de su trascendencia da fe esta relación:
Fundación de San Diego de Alcalá, que dio lugar a la ciudad de San Diego.
Fundación de San Antonio de Padua, que dio lugar a Jolón.
Fundación de San Gabriel, que dio lugar a Los Ángeles.
Fundación de San Luis obispo de Tolosa, que dio lugar a San Luis.
Fundación de San Juan de Capistrano, que dio lugar a San Juan de Capistrano
Fundación de San Buenaventura, que dio lugar a Ventura.
Fundación de San Francisco, que dio lugar a San Francisco.
Fundación de San Carlos Borromeo, que dio lugar a Carmelo.
Fundación de Santa Clara de Asís, que dio lugar a Santa Clara.
Franciscanos y jesuitas tuvieron la encomienda de fundar misiones y atender en ellas a los nativos de aquellas tierras, y parece que lo hicieron a conciencia. Entre ambas ordenes religiosas crearon en la Alta California, 21 y en la Baja California, 30.
Mucho más cerca, sigo leyendo y constato que la alcaldesa de Barcelona, doña Ada Colau, y el alcalde de Cádiz, don Kichi, alias José María González, opinan que la fiesta de hoy no merece celebrarse; afirman que arrasar un continente y masacrar a sus habitantes no debe ser motivo para organizar ningún jolgorio.
Si unimos a éstas la opinión de un tal Wylli Toledo, que no reproduzco por pudor, resulta que nos dan tres patas para un buen banco, en el que nunca jamás me sentaría porque estimo en mucho mi físico.
¡No te amuela!, en expresión castiza de Felipe, un pastor que conocí, estupenda persona, incapaz de hablar mal, aunque sus ovejas no retornaran dócilmente al redil.
Mi consejo, aunque no lo quieran, es que vuelvan a la escuela y cojan los libros de texto, que parece que no los abrieron demasiado en su momento. Nunca es tarde.

Yo quería un simple retejo



¿Había dicho que estoy de obras? Pues no se nota nada, porque estoy de simple mirón. Bueno… en realidad me consienten hacer algún arreglillo que otro, porque no me lo sé aguantar.
El caso es que los techos también han ido fuera junto con el tejado. Ahora lucimos un hermoso cubrimiento metálico tipo “sándwich” sobre entramado de madera. Y, lejos de taparlo con un cielo raso, las flamantes vigas de madera laminada van a quedar a la vista, entreveradas de placas de yeso. Ganamos altura en todas las salas, y había que decidir qué hacer con las partes de pared que no estaban enfoscadas porque estuvieron ocultas. Me preguntaron y dije que darlas todas de cemento. Como es natural no lo tuvieron en cuenta y han decidido dar cemento donde había cemento, y yeso donde se había dado yeso. El yeso es asunto delicado y lleva su tiempo. Lo están dando primorosamente, y se tardará lo que se tarde.
Quienes ponen la placas adosadas al tejado hablan entre ellos como sacamuelas, pero en portugués. Son muy jóvenes y tienen una soltura que llama la atención. Curioseando cómo trabajan, me acerqué a verles tomar medidas y cortar los trozos. Si fallan en algo, no lo noté. Son especialistas en yeso proyectado. Así lo dice en la furgoneta con la que traen el material, y tienen página web. Entré a curiosear. Esto es lo que me maravilló:

Luego se lo fui a comentar a los albañiles y se rieron porque a ellos también les gusta verlos trabajar, aunque no siempre pueden hacerlo; cada abeja a su panal…
En construcción hay novedades como en el resto de actividades humanas que no hace mucho se hubieran pensando imposibles. Lo son, pero se hacen. Alguien las imaginó y buscó cómo llevarlas a cabo.
La forma tradicional de funcionar está bien y sirve. Pero no es suficiente para lo que hoy necesitamos. Y está por ver lo que nos exigirá el mañana.
Los obispos en el sínodo, bien graciasadios. No espero que den yeso a chorro y lo allanen sobre zancos, pero tendrán que mantener el equilibrio sobre el alambre sin quieren ofrecernos algo más que simples palabras. Quien no se expone, no sirve.

¡Qué preciosidad de homilía!


Dicha por quien parece llegar desde los confines del mundo, su beatitud el cardenal George Alencherry, arzobispo mayor de Ernakulam-Angamaly de los Siro-Malabares (India), Presidente del Sínodo de la Iglesia Siro-Malabar, en el rezo de Tertia como comienzo de los trabajos de esta mañana en el sínodo de Roma.
A partir de la lectura del profeta Jeremías 22, 3 propia de esa Hora, elaboró esta exhortación tomando al propio profeta como eje y paradgima profético, que me ha tenido encandilado durante toda mi jornada y que espero y deseo haya puesto las pilas a todos los santos padres sinodales sin excepción:
”La lectura de Jeremías (9, 2-2) nos da un mensaje que se puede aplicar al objetivo de nuestras deliberaciones sinodales sobre la familia. El profeta Jeremías pronunció un oráculo sobre la familia real de Judá advirtiendo al rey de la ruina que amenaza al reino si el monarca no aplica la justicia y la rectitud y defiende a los oprimidos de las manos del opresor.
”En aquella época los reyes de Judá eran Josías y Joaquín. Sabemos que ambos eran débiles y que Nabucodonosor, rey de Babilonia, destruyó el reino de Judá y el templo. A causa de las faltas de los reyes el pueblo fue condenado al exilio y a todos sus sufrimientos… La justicia significa la aceptación del reino de Dios y la rectitud es la gracia de Dios que resulta de ello. Los reyes de Judá fallaron en su tarea de aplicar la justicia y la rectitud y por ello su pueblo tuvo que sufrir las consecuencias.
”Las palabras del profeta son aplicables a los gobernantes y líderes de todos los tiempos y también a las gentes que gobiernan. En muchos países del mundo se niega a las personas la justicia y la rectitud y se promueven, en cambio, el individualismo, el hedonismo y la opresión y otros valores seculares. Hay que plantearse la cuestión de si los líderes de la Iglesia se presentan con un papel profético como el de Jeremías apoyando al pueblo con la Palabra de Dios y el testimonio personal.
”Jeremías tuvo que sufrir a costa de su papel profético. Su vida fue un símbolo del mensaje que dio. Tomó sobre sí el sufrimiento y la ruina. Se le pidió que aceptase tres condiciones en su vida: no casarse, no asistir a los funerales y no asistir a las fiestas.
”«No tomes una esposa» (Jer 16, 2). Jeremías no sentirá el profundo amor de una novia, porque la novia, Israel, ha rechazado el amor de Yahvé. Sentirá la soledad, como Jehová la siente. En época cristiana, el celibato se convierte en un signo.
”«No entres en una casa donde haya luto» (Jer 16, 5). Jeremías no llorará o mostrará compasión a los muertos, porque Yahvé ha perdido cualquier sentimiento por su pueblo. Morirán sin duelo.
”«No entres en una casa donde haya una celebración» (Jer 16, 8). Jeremías no participará en celebración alguna, porque no hay nada que celebrar. Jeremías está llamado a llevar una vida terrible; no es extraño que entre en una profunda depresión y se lamente amargamente. No es fácil ser un profeta.
”Los pastores de la Iglesia en los tiempos actuales están llamados a asumir en sus vidas un papel profético de sufrimiento y kénosis, similar al del profeta Jeremías:
“«Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades. No quiero una Iglesia preocupada por ser el centro y que termine clausurada en una maraña de obsesiones y procedimientos» (Evangelii Gaudium).
”Si algo debe inquietarnos santamente y preocupar nuestra conciencia, es que tantos hermanos nuestros vivan sin la fuerza, la luz y el consuelo de la amistad con Jesucristo, sin una comunidad de fe que los contenga, sin un horizonte de sentido y de vida.
”Más que el temor a equivocarnos, espero que nos mueva el temor a encerrarnos en las estructuras que nos dan una falsa contención, en las normas que nos vuelven jueces implacables, en las costumbres donde nos sentimos tranquilos, mientras afuera hay una multitud hambrienta y Jesús nos repite sin cansarse: «¡Dadles vosotros de comer!»”.

Obras de aquí y de allá


Estoy disfrutando como un enano viendo las obras que está realizando en “mis tejados” un grupo de expertos profesionales. Eso, además de estar de simple mirón. Con arquitecto, aparejador, contratista, obreros cualificados y… el apoyo económico incondicional, más que de obras, estoy de vacaciones. Sólo me llaman para preguntarme por mis gustos y pareceres. Yo respondo a mi manera, sin importarme en absoluto si lo van a tener o no en cuenta. Que lo hagan como quieran, que quedará bien.
Nada que ver con las “otras obras” en que me he visto implicado en las que me tocó actuar de “hombre de muchos oficios”.
Da gusto ver cómo “se construye” en la actualidad; en concepto, en materiales y en la forma. Nada que ver con lo de antaño. Así que este vetusto y avejentado edificio, cuando esté todo terminado, habrá rejuvenecido un par de siglos por lo menos.
Mi alegría, sin embargo, tiene un matiz no poco importante. Ayer leí por encima el discurso del relator del sínodo de los obispos que empezaba en Roma, y creí estar ante un albañil que aún construye con barro, tira los niveles a ojo de buen cubero, replantea los muros sobre la marcha y sigue pensando que en una obra todo hay que hacerlo a base de fuerza bruta. Se llama Peter Erdö, es cardenal, arzobispo de Esztergom-Budapest, primado de Hungría y presidente de la Conferencia Episcopal Húngara y del Consejo de Conferencias Episcopales de Europa. Todo un titulón.
Mal comienzo para unas jornadas de reflexión y trabajo si empezamos recordando lo que no se puede tocar, o sea nada, y que quienes están fuera del corral ellos se lo han buscado.
Para ese viaje no necesitamos estos bueyes.
Afortunadamente él sólo es el relator, o sea un simple secretario. Habrá muchos que piensen de otra manera. Y desde luego, Francisco tiene la última palabra.
También soy mirón ante Roma, como la mayoría de los simples mortales. Y estoy seguro de que, conforme vayan pasando los días, se oirán voces que nos alegren porque anuncien cosas nuevas.
Las necesitamos.