¿Había dicho que estoy de obras? Pues no se nota nada, porque estoy de
simple mirón. Bueno… en realidad me consienten hacer algún arreglillo que otro,
porque no me lo sé aguantar.
El caso es que los techos también han ido fuera junto con el tejado.
Ahora lucimos un hermoso cubrimiento metálico tipo “sándwich” sobre entramado
de madera. Y, lejos de taparlo con un cielo raso, las flamantes vigas de madera
laminada van a quedar a la vista, entreveradas de placas de yeso. Ganamos
altura en todas las salas, y había que decidir qué hacer con las partes de pared que no
estaban enfoscadas porque estuvieron ocultas. Me preguntaron y dije que darlas
todas de cemento. Como es natural no lo tuvieron en cuenta y han decidido dar
cemento donde había cemento, y yeso donde se había dado yeso. El yeso es asunto
delicado y lleva su tiempo. Lo están dando primorosamente, y se tardará lo que
se tarde.
Quienes ponen la placas adosadas al tejado hablan entre ellos como
sacamuelas, pero en portugués. Son muy jóvenes y tienen una soltura que llama
la atención. Curioseando cómo trabajan, me acerqué a verles tomar medidas y
cortar los trozos. Si fallan en algo, no lo noté. Son especialistas en yeso
proyectado. Así lo dice en la furgoneta con la que traen el material, y tienen página web. Entré a curiosear. Esto es lo que me maravilló:
Luego se lo fui a comentar a los albañiles y se rieron porque a ellos
también les gusta verlos trabajar, aunque no siempre pueden hacerlo; cada abeja
a su panal…
En construcción hay novedades como en el resto de actividades humanas
que no hace mucho se hubieran pensando imposibles. Lo son, pero se hacen.
Alguien las imaginó y buscó cómo llevarlas a cabo.
La forma tradicional de funcionar está bien y sirve. Pero no es
suficiente para lo que hoy necesitamos. Y está por ver lo que nos exigirá el mañana.
Los obispos en el sínodo, bien graciasadios. No espero que den yeso a
chorro y lo allanen sobre zancos, pero tendrán que mantener el equilibrio sobre
el alambre sin quieren ofrecernos algo más que simples palabras. Quien no se
expone, no sirve.
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