Dicha por quien parece llegar desde los confines del mundo, su beatitud
el cardenal George Alencherry,
arzobispo mayor de Ernakulam-Angamaly de los Siro-Malabares (India), Presidente
del Sínodo de la Iglesia Siro-Malabar, en el rezo de Tertia como comienzo de
los trabajos de esta mañana en el sínodo de Roma.
A partir de la lectura del profeta Jeremías 22, 3 propia de esa Hora,
elaboró esta exhortación tomando al propio profeta como eje y paradgima profético, que me ha tenido encandilado durante toda mi jornada y que espero y deseo haya puesto las pilas a todos los santos padres sinodales sin excepción:
”La lectura de Jeremías (9, 2-2)
nos da un mensaje que se puede aplicar al objetivo de nuestras deliberaciones
sinodales sobre la familia. El profeta Jeremías pronunció un oráculo sobre la
familia real de Judá advirtiendo al rey de la ruina que amenaza al reino si el
monarca no aplica la justicia y la rectitud y defiende a los oprimidos de las
manos del opresor.
”En aquella época los reyes de
Judá eran Josías y Joaquín. Sabemos que ambos eran débiles y que Nabucodonosor,
rey de Babilonia, destruyó el reino de Judá y el templo. A causa de las faltas
de los reyes el pueblo fue condenado al exilio y a todos sus sufrimientos…
La justicia significa la aceptación del reino de Dios y la rectitud es la
gracia de Dios que resulta de ello. Los reyes de Judá fallaron en su tarea de
aplicar la justicia y la rectitud y por ello su pueblo tuvo que sufrir las
consecuencias.
”Las palabras del profeta son
aplicables a los gobernantes y líderes de todos los tiempos y también a las
gentes que gobiernan. En muchos países del mundo se niega a las personas la
justicia y la rectitud y se promueven, en cambio, el individualismo, el
hedonismo y la opresión y otros valores seculares. Hay que plantearse la cuestión
de si los líderes de la Iglesia se presentan con un papel profético como el de
Jeremías apoyando al pueblo con la Palabra de Dios y el testimonio personal.
”Jeremías tuvo que sufrir a
costa de su papel profético. Su vida fue un símbolo del mensaje que dio. Tomó
sobre sí el sufrimiento y la ruina. Se le pidió que aceptase tres condiciones
en su vida: no casarse, no asistir a los funerales y no asistir a las fiestas.
”«No tomes una esposa» (Jer 16, 2). Jeremías no sentirá el profundo
amor de una novia, porque la novia, Israel, ha rechazado el amor de Yahvé.
Sentirá la soledad, como Jehová la siente. En época cristiana, el celibato se
convierte en un signo.
”«No entres en una casa donde haya luto» (Jer 16, 5). Jeremías no
llorará o mostrará compasión a los muertos, porque Yahvé ha perdido cualquier
sentimiento por su pueblo. Morirán sin duelo.
”«No entres en una casa donde haya una
celebración» (Jer 16, 8). Jeremías no participará en celebración
alguna, porque no hay nada que celebrar. Jeremías está llamado a llevar una
vida terrible; no es extraño que entre en una profunda depresión y se lamente
amargamente. No es fácil ser un profeta.
”Los pastores de la Iglesia en
los tiempos actuales están llamados a asumir en sus vidas un papel profético de
sufrimiento y kénosis, similar al del profeta Jeremías:
“«Prefiero una Iglesia accidentada,
herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el
encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades. No quiero una
Iglesia preocupada por ser el centro y que termine clausurada en una maraña de
obsesiones y procedimientos» (Evangelii Gaudium).
”Si algo debe inquietarnos
santamente y preocupar nuestra conciencia, es que tantos hermanos nuestros
vivan sin la fuerza, la luz y el consuelo de la amistad con Jesucristo, sin una
comunidad de fe que los contenga, sin un horizonte de sentido y de vida.
”Más que
el temor a equivocarnos, espero que nos mueva el temor a encerrarnos en las
estructuras que nos dan una falsa contención, en las normas que nos vuelven
jueces implacables, en las costumbres donde nos sentimos tranquilos, mientras
afuera hay una multitud hambrienta y Jesús nos repite sin cansarse: «¡Dadles vosotros de comer!»”.
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