Como si remedaran a nuestro ínclito “califa” y su ¡programa, programa!,
a papa Francisco le han querido enmendar la plana a golpe de catecismo. Eso es
lo que extraigo de toda la información que he revisado sobre el concluido
sínodo romano.
Es lo que tiene el estilo sinodal, parejo al democrático de nuestros
partidos; tienes que estar a “lo que salga”. Y el papa ha querido recorrer este
camino con quienes han sido modelados al estilo de una institución donde se
suelen servir los platos a la voz de mando del sargento’semana, o del cabo
furrier de turno.
Después de estarse calladito, escuchando y tomando notas según nos
dicen, cuando le ha llegado el turno ha soltado un discurso de cierre que los
reverendísimos y eminentísimos padres sinodales habrán “recepcionado” humilde y
filialmente, eso espero al menos. Por si no fuera suficiente, luego les dirigió
una homilía dentro de la eucaristía solemne que, si de verdad están dóciles al
Espíritu Santo, no pueden dejar de rumiar de vuelta a sus sedes, en los cinco
continentes, en cualquier parte del planeta.
No le han respondido bien a Francisco papa sus príncipes e íntimos
colaboradores, cardenales y obispos. Incluso yo diría que han osado fijarle
posición y límites. Creo sinceramente que no lo conseguirán; tampoco el papa pensará
soltarse la melena; más bien echará mano de la prudencia, que es una virtud “muy
superior”. Digo yo que tomará ejemplo de su paisano futbolero e irá tomando decisiones
“partido a partido”.
Está por ver, y ya veremos.
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