Fin de programa

     Hoy acaba septiembre, que sólo tiene treinta días. Ya enseguida se nos mete octubre, con treinta y uno, y nos encontraremos de lleno con el sol de membrillo, que ojito con él, mucho ojito.

     No me gusta nada hacer balance, eso de mirar para atrás y luego para adelante y decir que el saldo es… lo que hay. Pero hoy pasa una cosa que tengo que relatar.

     Con agosto me entró una idea que he intentado llevar a cabo: editar una entrada diaria, por lo menos, durante dos meses seguidos. Me lo propuse porque soy de natural perezoso, aunque lo oculto con toda maestría, y doy precisamente la impresión de ser exactamente lo contrario. Esto me pasa en muchos órdenes de la vida. Lo subsano con disciplina, con cabezonería, con rudeza. Desde fuera resulto extreño, ya me lo han dicho demasiadas veces algunas personas. Yo no sé si sonrío al escuchar sus apreciaciones, pero desde luego para mis adentros replico “si supierais la verdad, qué diríais”.

     Nunca he escrito un diario, ya me repito al decir esto; cartas tampoco envío, dejé hace mucho de escribirlas; por no escribir tampoco mis homilías. Sólo últimamente, y para limitarme, que es que uno coge la palabra y luego no sabes cómo rematar; y claro, el tiempo corre y la gente se incomoda.

     Este blog me sirve de algún modo de terapia ocupacional. A ver si me domo y lo que pienso, lo escribo.

     Pues eso fue lo que me propuse el uno de agosto: ejercitarme diariamente con la escritura. Y plasmar lo que me interesa, bueno-malo-regular, sin pensar en quienes, pretendida, aleatoria y anónimamente puedan llegar a leer. No es, pues, mi pretensión decir nada a nadie distinto de mí, escribo para mi persona. Tampoco quiero ser políticamente correcto. Nada oculto, soy quien y como soy, y me niego a dejarme encajar en un estereotipo, en un corsé externo a mí y supuesto de obligatorio cumplimiento.

     Hoy acaba el programa que me impuse. Mañana empieza otra cosa, y aún no tengo pensado qué, cómo y cuándo. Cuando me despierte en octubre me pondré a ello.

     Pero hay algo que no me puedo callar, ya para terminar. Hace casi un año elaboré un vídeo con una canción de Labordeta que estuvo en Youtube, pero que su dueño retiró sin avisar. Como no quería que faltara, fui y la puse. El tal vídeo pasó sin pena ni gloria con apenas quinientas visitas hasta el día de su muerte. Ahora tiene más de once mil, en diez días. Ojalá no haya sido un momento de explosiva emotividad, y "Banderas rotas" siga escuchándose y cantándose aquí y en todas partes mucho tiempo más.

Primer cumpleaños de Gumi

Gumi llegó a casa con un mes de vida, tal que el día 8 de noviembre del pasado año de gracia de 2009. Había nacido el 29 de septiembre, tenía pues apenas un mes. Llegó para quedarse, y aquí está. Hemos celebrado varias veces alguna fecha importante de su vida, pero la de hoy es algo más serio. Gumi cumple un año, y ha entrado en la adultez.

Claro que no lo ha hecho solo. Su padre, Berto, no lo ha perdido de vista. Moli ha vigilado desde la distancia materna de adopción. Y un servidor, pues ha hecho lo que buenamente ha podido o le han dejado, o sea, casi nada.

Poses diversas del personal que asiste al evento de marras.


Como un año no se cumple más que una vez en la vida, a Gumi le hemos hecho una película, y ha querido la suerte que fuera en el preciso momento en que su padre, Berto, le daba el espaldarazo definitivo. He sido testigo, bien que por pura casualidad, del rito de iniciación llevado a término, cuando el pequeño se convierte en mayor, debidamente acompañado, para que no quede resquicio alguno a una adultez mal digerida, a una adolescencia peor desarrollada o a una infancia tristemente huérfana.

Sin pretenderlo, en mi opinión ha salido en este vídeo mucho más de lo que estaba presenciando. Gumi deja una infancia y adolescencia gozosas, y entra en una madurez libre de cargas, acompañado adecuadamente, y encara un futuro esplendoroso. Vamos a ver si es verdad.

Ya que ayer metí el palabro, hoy lo repito y que sea para bien: ¡ojalá esta parábola que Gumi encarna la viva y goce el resto de criaturas y seres vivos!

Si queréis oír el sonido ambiente tal cual fue, antes tenéis que apagar la música del blog.

¡Guau! ¿Pero no eran para morder? A modo de parábola


Aquella mañana soleada llegó el cartero más pronto que otros días, y trajo un certificado. Que tienes que firmar, dijo el emisario.

Y llegó esto.
Lo abrió, se sorprendió, y, ocupado con otras cosas, descuidado dejó el bulto sobre la mesa camilla, como todo lo que va llegando, sobre el montón de cosas que siempre ahí van quedando hasta que en un hueco se van separando y seleccionado, cada cosa a su sitio. Esto es una factura, esto es de la Junta, esto es para el Consejo…y así.

Cuando volvió para hacer la comida, se encontró con que el contenido del sobre estaba todo desparramado por el suelo, desmenuzado en pequeños trocitos, de un azul celeste, en contraste con el marrón claro de las baldosas ya inencontrables en el mercado de su viejo suelo.

Resopló resignado y gritó: ¡Gumi! ¡Ven aquí, bandido!
Esto es que se era un perrito que llegó a una casa donde ya vivía su padre con una perrita muy viejecita pero aún de muy bien ver y mejor pasar. Recién destetado, aún no había corrido por los campos porque apenas tenía un mes de vida. Con su padre y con su abuela putativa descubrió inmensos horizontes y senderos retorcidos entre árboles enooooooormes que casi daban miedo, aunque no, que no se movían para nada cuando él pasaba junto a ellos a todo correr. ¡Qué gozada no tener que parar contra nada, porque todo esto es para mí solo!, pensaba el alegre perrito.

Una mañana muy oscura, se metió por un lugar del bosque que le pareció interesante y se lió entre una matas donde olía… a conejo. En el frenesí ni se dio cuenta, todo su afán era coger alguno, como fuera. Cuando volvió con su amo, notaba que la pata derecha le dolía al apoyar, y llegó hasta él cojeando. Su amo le cogió en brazos, le miró por todas partes y le dio un cariñoso cachete en el culete. Vaya por dios, Gumi, te has hecho una pequeña avería.

En alguna parte de aquellas matas, un hierro malhadado le había arrancado una uña de su pezuña, y sangraba como sólo un perrito pequeño puede sangrar.

La cosa no fue a mayores y con el tiempo todo se curó. Pero la uña ya no volvió. Así que a Gumi le falta la uña meñique de su pata derecha.

Corrió el tiempo, y a Gumi no se le pudo dejar ya suelto por el bosque, porque se iba y nadie sabía cuándo volvería. Así que su amo se armó de santa paciencia y acomodó su paso al lento trotar de Gumi, y le llevaba del ramal. Pero Gumi fue creciendo y adquiriendo cada vez más fuerza, y tiraba de su amo con todas sus ganas, y su amo a veces, iba que echaba el resuello…

Un hada buena del bosque les vio en cierta ocasión, que pasaba por allá y de casualidad se percató de lo que pasaba. Tengo que hacer algo por él, pobrecito, pensó, se va a romper un tobillo, o le van a salir callos en los pies.

Dicho y hecho. La buena hada encargó a sus doncellas que buscaran algo que dulcificara los esfuerzos del amo del que Gumi tiraba con bravura, e hiciera más llevaderos los paseos matutinos que se marcaban los cuatros seres infelices.

Así fue, pues, como el hada con el consejo de sus doncellas decidió enviar por correo certificado unas maravillosas plantillas de gel a aquel pobre hombrecillo, para que se le dulcificaran los paseos con aquel bestia de animal, que mejor estaría enganchado a un arado que del ramal de su amo.

Lo que aquel hada buena desconocía es que a Gumi también se le conoce familiarmente como "el triturador". Entrenamiento ha tenido y está para participar en un concurso. Ha hecho trizas la bata de su amo, las zapatillas de su amo, las sábanas de su amo, los calcetines de su amo, el felpudo que una prima carnal regaló a su amo, el almohadón del sofá de su amo. ¿Sigo?
Cuando al fin llegó el perrito, su amo le quiso hacer ver que no tenía ningún derecho a hacer trocitos de una cosa que no era suya. Gumi le miraba sin entender, diciendo que estaban muy ricas, que se lo pasó pipa, que por qué le había de reñir.

Inútilmente le enseñó esta nota que venía con las plantillas:
Lo ves, so cafre, te las regaló a ti, pero las debía usar yo. Gumi, erre que erre, insistía en que morderlo fue todo un placer y que no sabía a qué venía aquella reprimenda.

¡Y como castigo por lo que acabas de hacer, esta tarde no hay paseo! Fue la última frase que se atrevió a decir, sabiendo que era incapaz de apechar con la amenaza y de llevarla a cabo, a pesar de las voces que daba. Gumi pasó olímpicamente de él, y siguió correteando alegremente por el jardín.

Esto es una parábola, y como tal tiene moraleja. Veamos si conseguimos dar con ella. Nadie debiera emitir amenazas que no va a cumplir. Nadie debería igualmente regalar unas plantillas de blando gel a quien es amo de un perrito como el Gumi. Porque o Gumi hará lo que hizo, o al amo le sobran callos en los pies para tirar del ramal de este pedazo de bruto.

Va incluida, por supuesto, en la dicha moraleja una palabra de agradecimiento para el hada buena que tiene tan buenos sentimietos: ¡Gracias! (fue bueno mientras duró, y duró lo que se ha visto, lo justo de que Gumi se enterara e hiciera lo que hizo…)





¡Sorpresa!







Estas son las flamantes plantillas que he recibido esta mañana, y que de momento estarán debidamente guardadas de los dientes del pequeñín, que está a punto de cumplir un año.

José I. González Faus corrige a José Antonio Labordeta. Y es un pena.

"Porque no lo quiere una minoría de desalmados"

No habrá un día en que todos...

"Para vergüenza nuestra, ese cambio es posible, por difícil que parezca"

     Sí, querido Labordeta, ahora lo sabes aunque ya lo sabías: no habrá un día en que todos veremos una tierra que ponga libertad. Sólo podremos ver los islotes de siempre, ocupados por unos pocos desalmados que levantaron allí su bandera privada a la que llaman libertad. Y no vendrá ese día no porque no sea posible, sino porque nosotros no queremos. O mejor: no lo quiere una minoría de desalmados, pero que cuentan con nuestra complicidad gracias a un sistema perverso que nos induce a ella.
     Porque para que venga ese día es indispensable que los que pertenecemos al veinte por cien de privilegiados de la humanidad (y nos creemos ser todo el género humano), bajemos claramente nuestro nivel de vida. Bajar no en lo necesario, pero sí en lo superfluo que tanto nos inunda a nivel personal y estructural.
     Y ese descenso de nivel es imposible por dos razones: a) como dijo Voltaire, uno de los padres de nuestra modernidad, lo superfluo nos es lo más necesario. Y b) si descendemos y dejamos de consumir, se hunde nuestro sistema asentado todo él en nuestro consumo. Así nos hemos encerrado en un laberinto sin salida, más cruel que el de Creta.
     Algunos ilusos intentan decirnos que, si seguimos creciendo mucho, habrá un día en que pueda llegar a todos esa libertad del pan, el agua, la salud y la educación. Pero también es falsa esa salida por dos razones: a) nuestro sistema sólo sabe crecer a condición de no distribuir: con un crecimiento que produzca ricos cada vez más ricos y pobres cada vez más relativamente pobres. Y b) si seguimos con esos ritmos de crecimiento nos cargaremos el planeta (al que ya hemos puesto bastante enfermo) antes de que la libertad pueda llegar a todos.
     Así estamos José Antonio. Tú lo sabías. Por eso seguiste cantando que no te ibas a rendir, que eras "como esos viejos árboles batidos por el viento que azota desde el mar" y que "hemos perdido compañeros, paisajes y esperanzas en largo caminar", pero buscabas el modo de "echar nuevas raíces"... Por eso habías cantado antes que era posible que esa hermosa mañana de la libertad "ni tú ni yo ni nadie la lleguemos a ver" (aquí corrijo tu letra que decía "el otro" en lugar de nadie).
     Pero seguías empeñado en que forjar esa mañana "como un viento que arranque los matojos diciendo la verdad". Esa verdad que intento proclamar en homenaje a ti: la hermosa mañana no vendrá porque nuestro sistema la impide; y sus guardianes (desde Bill Gates a Amancio Ortega) tienen suficientes armas de destrucción masiva para acabar con todos los que intenten el cambio.
     Para vergüenza nuestra, ese cambio es posible, por difícil que parezca. Y para vergüenza de esta Cataluña desde la que te escribo, parte de esa alternativa ha sido elaborada aquí en Barcelona. Pero nos interesa menos que Messi o Espargaró y Ferrán Adriá. Y si no ¿quiénes conocen el libro Demcràcia económica. Vers una alternativa al capitalisme, elaborado aquí "a casa nostra", según tesis de D. Schweickart (Against capitalism, al que algunos calificaron como "El Capital" del siglo XX)?
     ¿Quién se preocupa de esas cosas, no ya entre los drogados por el volteriano "¡lo superfluo, tan necesario!", sino incluso entre los profesores de escuelas de negocios "católicas", o entre políticos que saben que perderán votos si abordan de esos asuntos?
     Pero tú habías decidido que, aunque fuera a mano y sin maquinaria, ibas a seguir "limpiando los caminos de siglos de despojos contra la libertad". Gracias. Por eso evoco en homenaje a ti, que pocos días después de que te dieran no sé qué medalla de mérito oficial, un jesuita buen amigo tuyo y mío, Jesús Mari (el que nos presentó cuando coincidimos por el Paseo de Pamplona), fue a verte ya en tu enfermedad, para contarte que en El Salvador, habían sido recibidos en la casa presidencial los supervivientes y víctimas de una de tantas matanzas del ejército; y allí mismo comenzaron a cantar: habrá un día en que todos, al levantar la vista...
     Me contó Jesús Mari que, cuando viste el correo electrónico de Jon Sobrino que contaba esa anécdota, le habías dicho con una lágrima en los ojos: "esto me consuela más que la medalla que me dieron el otro día".
     Recordarás (o ya no necesitas recordarlo, porque ahora estás fuera del tiempo) cómo Jesús Mari mandó un correo a Jon Sobrino contándole lo que le habías dicho y cómo Jon, (que estuvo con los campesinos salvadoreños en la casa presidencial), te narró la anécdota en un correo que comenzaba simplemente: "querido Labordeta", y terminaba comentando así el episodio: "por supuesto no eran Pavarotti ni Caballé; pero la verdad es que sonaba bastante bien".
     En fin: tú decías que estabas "regular, gracias a Dios". Nosotros seguimos "mal gracias al Capital". Pero hoy podemos unir tus versos a los del profeta Amós cuando cantaba: " venden al pobre por un par de hipotecas..., convierten los derechos en veneno y la justicia en amargura... Pero (Dios) jamás olvidará vuestras canalladas".

¿Recogiendo velas o apelando al sentido común?

Tras mis últimas entradas parece que todo esto se ha entristecido. Salgo por ahí y veo en todas partes hablar del otoño como de la muerte del verano, los días que se acortan, la luz que disminuye, las hojas que se caen y el ánimo que se derrumba; y llaman a la puerta y voy y veo que es doña melancolía. Y le digo que ni hablar, que aquí no entra porque no me da la gana, y sin faltarle al respeto cierro la puerta y la dejo fuera.

Porque a mí el otoño no me entristece ni me anubla. Los ocres y los amarillos no son lutos, y el sol que sale un poco más tarde y se va algo más pronto ya ha dejado de ser esa fiera corrupia que me avasalla para pasar a ser el amigo que acaricia. Es verdad que ahora vendrán las hojas a caerse y a molestar por calles y patios, pero en el bosque formarán un mullido sobre el que caminar resultará mucho más placentero. Recogeré mis membrillos y haré dulce con ellos, y las uvas se convertirán en pasas y me las comeré en Navidad. Y esperando que lleguen las puñeteras nieblas del Pisuerga, malditas sean, aún tendremos bonanza por lo menos hasta la Purísima. Dios me oiga.

Este es el caso que todo parece ponerse de acuerdo para estropearnos este final de septiembre. Una huelga, proclamada hace mil años, ya está ahí, a las puertas. Yo no sé bien contra quien se hace; casi ignoro quien la promueve; tampoco encuentro a quien va a favorecer.  Veo quiénes animan y jalean el asunto. Presumo quienes van a sufrir sus consecuencias. Casi estoy por cantar aquello de "algunos cantan victoria porque el pueblo paga vidas…", pero no lo hago, porque su autor puede venir a correrme a gorrazos, ya que tal vez estuviera de acuerdo, y yo fuera un falsario usando letras de su propiedad. Aún así, no lo puedo entender, no me cabe en la cabeza. Si tan necesaria es, ¿por qué esperar tanto? Si tan general resulta, ¿ha habido ocultos e interesados parloteos? Si es tan evidente lo que hay, ¿cómo es que nos hemos permitido disfrutar de vacaciones, mundiales de esto y de lo otro, en fin, vivir como si nada fuera con nosotros de lo que sucede en la feria? Si va a resultar tan eficaz para el mundo obrero, ¿por qué no termino yo de verlo?

Alguien muy versado en esto me aseguró: Miguel Ángel, no le des más vueltas, una huelga general es hacer política, no reivindicación laboral. Y mi experiencia me dice que cuando se ha hecho política, el obrero no ha sacado nada.

Lo que intuyo, que no lo sé, es que el personal anda un poco por las nubes. Yo me incluyo, no soy excepción. Y que apenas miramos más allá de nuestras pequeñas circunstancias. Dicho coloquial y amablemente, cada quien va a su bola. Y sería bueno que, aunque fuera por un agujero, miráramos al mundo entero, a quienes callan y a quienes sufren, a los seres humanos que son multitud que no han vacacionado en vacaciones, ni se han bañado en el mar teniéndolo a dos pasos, ni han subido montañas estando cansados de verlas, ni han peregrinado a Santiago, a pesar de lo fetén que han dejado el camino, con conchas guay y señales de todo tipo. Tampoco celebran comienzo de curso, que el suyo no tiene principio ni fin.

«Cuentan de un sabio que un día
tan pobre y mísero estaba,
que sólo se sustentaba
de unas yerbas que comía.
¿Habrá otro –entre sí decía–
más pobre y triste que yo?
Y cuando el rostro volvió,
halló la respuesta, viendo
que iba otro sabio cogiendo
las hojas que él arrojó». (Don Pedro Calderón de la Barca, La vida es sueño)

Pues hay trabajos que no los hace cualquiera. Tampoco cobran mucho más que cualquier simple mortal. Son tan necesarios como tú y como yo. Venga ya, no te comas el coco y entra y ríe, que es de balde.

El bautizo de Inés y mi reencuentro con Bloque

Bautizamos a Inés. Y el tiempo acompañó con un final de septiembre que parecía julio a primeros. Y por supuesto, hubo fiesta.
El reportaje lo pondrán quienes manejaron las máquinas, a los demás sólo nos queda la palabra y esta instantánea para demostrar que estuve allí.
El caso es que este bautizo dio lugar a un servidor a los recuerdos. Y de los recuerdos a la nostalgia; y de la nostalgia a la reflexión sólo hay unos pasitos.
La neófita, mira por cuanto, está unida en parentesco directo, es decir es sobrina nieta de un integrante de la banda de rock Bloque.
¿Te acuerdas de Bloque?, me preguntó uno de los abuelos de la criatura. Sí, claro, respondí, sonó al mismo tiempo que Leño y Asfalto. De la época. Pues este señor, me dijo señalando a quien estaba sentado a mi izquierda, toca en él, y es hermano de mi consuegro.
El tal señor es Juanjo Respuela, guitarra y voz del conjunto. Joven rockero en los años setenta, ahora tío abuelo de Inés, la princesita en cuyo honor hemos festejado este día.

Y me puse a recordar. Y tuve que pedir ayuda. En 1973, Torrelavega, Cantabria, se creó una banda de música compuesta por Juan José Respuela, Sixto Ruiz, Juan Carlos Gutiérrez y Paco Baños, inspirándose en grupos como The Allman Brothers Band, Yes o King Crimson, que encontró el sonido que le caracterizaría, enérgico y envolvente, al unir solos a dos guitarras.  Así nació Bloque. Primero dieron conciertos por los alrededores de Santander, León incluida, y luego en Barcelona y Madrid.
Su primer disco al que dieron su propio nombre, Bloque, lo editaron en 1978. Luego vendrían otros cuatro más. El último, En Directo, en 1999.
En 2008 se volvieron a juntar en una especie de macroconcierto en Santander.
Y va y me dice, pues después de Navidad actuamos en Valladolid. Tienes que ir a escucharnos.
Aseguré: si me entero, allí estaré.

El caso es que la reflexión que me hice es que también los rockeros tienen familia. Acostumbrado a verles allá arriba sobre el escenario, aclamados por la muchedumbre, produciendo sonidos electrizantes que enardecen y entusiasman, que inducen al sentimiento o predican contenidos solidarios, uno siempre los consideró de otra galaxia, de otra pasta, como inmortales.
Yo no asistí a conciertos, pero los escuchaba en casa, y alguna canción sí me aprendí. Fue una época gloriosa y rica en cantautores, en bandas de rock sinfónico, en canciones de protesta, en lemas que hablaban, en un momento convulso, de otro mundo, de otras formas, de otras gentes, que podían ser, que deberíamos ser. Ya me callo, porque en cuanto meto el verbo deber reconozco que me pierdo y entro en la moralina.

En total, que al ver a un abuelete, que es más joven que yo, que fue y es componente de la banda Bloque, como que me emocioné. Y encima, comiendo justo al lado, dándonos en el codo con el codo mientras degustábamos asadurillas, patés diversos, revuelto de morcilla, lechado asado… y golosinas de postre. Y todo regado, cómo no, con Ribera del bueno.

Un día glorioso, ya lo he dicho, en honor de Inés, una auténtica princesa que es al tiempo marinera y montaraz. Lo de marinera, por su sangre cántabra; montaraz, porque vino al monte de Torozos a recibir el bautismo.

Para los que no os acordáis de Bloque y para los que no lo conocisteis, aquí os dejo esto, gustadlo. Es la primera canción de su primer disco: Undécimo poder

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Un apunte fuera de hora:

Era el final de una década y el principio de otra esperanzadora, con conciertos en cada ciudad y la radio sonando en español. Como declaró Rosendo, "Estábamos siempre juntos porque era la época de los festivales y en cualquier punto de España nos encontrábamos Coz, Ñu o Leño de Madrid, Bloque de Santander, Smash o Storm de Sevilla... Había algo por lo que estar ahí y pelear juntos. Estábamos abriendo hueco. Eran conciertos de cuatro, seis, ocho o hasta catorce grupos, era una locura. Los equipos eran horribles y además no los sabíamos manejar. Bloque tenían la mejor producción y equipo, también Asfalto, quizá porque fueron los que empezaron antes e iban invirtiendo. Con Ñu nunca toqué con monitores, se tocaba con los amplis de escenario. El batería se dejaba los muñones dando hostias y los demás apretábamos con los Marshall a todo volumen...".

Hoy estoy de bautizo

La madre quería bautizar en su tierra, en el lugar de su más profunda devoción. Es cántabra y dijo el sitio: la ermita de la Virgen del Mar.

Tiro de google y busco en internet. Y me encuentro todo esto:

(Pinchar en la foto para ampliar información)

El encargado de esta impresionante Cosa nos explica con toda dulzura y delicadeza que no es posible, que esta ermita no es lugar para este sacramento, que así lo han decidido quienes tienen que hacerlo.

Yo ya lo suponía, que un bautizo es más propio de parroquias. Que un santuario o una ermita es más propio de fiestas y romerías, de patronas y tradiciones amplias, muy arraigadas pero en absoluto dispuestas para un uso tan particular.

El padre tenía otra ilusión. Que el bautizo fuera tierra adentro, tal que aquí, que también está en la red:


(Pinchar en la foto para ampliar información)

Es el monasterio cisterciense de Nuestra Señora de la Santa Espina, Castromonte, Valladolid.

Es también lugar impresionante por su historia, por su arte, por su grandiosidad, por sus gentes.

El administrador de esta otra Cosa no plantea problema, al contrario. Es parroquia y por lo tanto está en uso y disfrute.

Así pues, sin mayor controversia, que no tiene por qué haberla, hoy bautizaremos a Inés y celebraremos su llegada al mundo de los mortales, y daremos gracias por su vida regalada, que eso es y no otra cosa, un auténtico regalo. Y escucharemos una voz que sólo habla al corazón, pero que suena con mucha fuerza, que va a decirnos: "Esta es mi hija Inés, la quiero con toda el alma, cuidadla bien y queredla también vosotros, que si no os la veréis conmigo". Firmado: Abba (Rúbrica correspondiente y sello celestial, para dar fe. Habrá también otro garabato adjunto, parece ser que de san Pedro, que es como su secretario).

Pues eso, que esta mañana bautizaremos a Inés, y lo celebraremos como se merece. Ha habido cambio de mar por tierra, pero eso a Inés no le va a importar nada, porque va a ser de ambos sitios. El mar para nadar, navegar por el ancho mundo y ensoñar. La tierra para pasearla, cultivarla y recorrerla rompiendo cualquier frontera que la quiera parcelar. Tendrá el temple y la serena belleza de los almirantes de Castilla y la intrepidez y donosura de los navegantes de Cantabria. Un completo total.

Hablando de reciclar…

Año 1981                                                                             Año 2010


Yo contamino. ¿Qué puedo hacer?

http://es.catholic.net/catholic_db/imagenes_db/familia_y_vida/austeridad1.jpgLa educación que he recibido me inclinó hacia la austeridad. Tanto en mi casa como en los lugares donde residí desde pequeño, vivir con lo indispensable era la norma. Nada de lujos, sólo lo escueto y poco más. No era por escasez, sino por convicción.

Así pues, usar lo imprescindible aun teniendo de sobra, sigue siendo mi forma de ser y de hacer. No es una cuestión moral, no se trata de una vida “sacrificada” en el sentido más tradicional, y tampoco incluye desprecio o minusvaloración de otras maneras de entender las cosas y de utilizarlas.
http://www.irreverendos.com/wp-content/uploads/2006/12/consumo1.jpg
Uso las cosas hasta que se gastan. Y mientras duran, no uso otras, no las adquiero, no me las procuro. Y a mí las cosas me duran…

Pongo un ejemplo. En mi vida, 62 años, he tenido tres coches. El simca mil ya usado que recibí de mis padres y que me acompañó aún durante ocho años. El R-6 que estuvo conmigo más de veintitrés. Y el corsa que ya está a mi lado cinco años recién cumplidos. Con los tres he disfrutado de mis viajes, ninguno de ellos ha limitado mis posibilidades, en ningún momento deseé tener otro en su lugar. Los que cayeron, lo hicieron con las botas puestas, en uso, pero sin repuestos.

Poner más ejemplos me sería fácil, pero ahora no, que quiero hablar de otra cosa. A bote pronto y por lo simple: repaso los calcetines, recojo los bajos gastados de los pantalones, vuelvo los cuellos de las camisas o los dejo tipo mao, etc.

La razón fundamental para cambiar de un vehículo a otro fue el consejo de los que me decían que si no me preocupaba el medio ambiente, que esos motores aunque funcionasen, manchaban, perdían aceite, consumían más de lo razonable y emitían gases nocivos. Esa fue la auténtica razón, y no otra.

Sí, estoy preocupado por el mundo que habitamos, veo lo que hacemos con este planeta y cómo se va deteriorando a pasos agigantados. Incluso tengo miedo de que esos avisos de un futuro apocalíptico no se refieran a la vida de otros, sino a la mía propia. Sí, sí estoy preocupado porque lleguemos a tener escasez de agua, de aire respirable, de campo libre para pasear, de comida que llevarnos a la boca, de energía renovable o no para calentarnos, enfriarnos o cocinar, pongo por caso.
http://www.ingurumena.ejgv.euskadi.net/r49-8752/es/contenidos/informacion/pnegras/es_hezk/images/altos%20hornos.jpg
Ayer coloqué aquí un artículo que tomé de Alandar, -una revista muy chuli que recibo desde que se empezó a publicar-, sin retoques, tal cual: “Aunque no imprimas, contaminas”. Contiene una información que desconocía.

Aprendí a escribir a máquina por el método ciego bien pronto en la pequeña portátil olivetti doméstica, y ya entrado en faena adquirí una olimpia, también portátil. Eso sin contar mis escarceos en la underwood de un tío estudioso. De ahí pasé al ordenador y la impresora. Primero un spectrum y una máquina con cinta, en los medios ochenta. Y luego a mac, con impresora de puntos, una enormidad de cosa que abultaba y rugía como una locomotora. Luego vino el chorro de tinta con otro equipo algo mejorado. Así estuve hasta hace casi tres años -y porque me obligaron a enchufarme a internet, que yo estaba la mar de a gusto- en que merqué este que ahora tengo, imac. Con él vino una serox phaser 6110-MFP, carísisma, que me ha dado guerra a más no poder, y que se ha desbarajustado hace nada y la tengo que tirar. Ahora estreno una samsung, también multifunción, que siendo muchísimo más barata, tiene un canon por contaminación exactamente la quinceava parte que la serox.

Al decirme el vendedor lo del canon me caí de burro, porque me enteré que estaba contaminando por el hecho de tener ordenador e impresora. Al contrario de la buena opinión que tiene de mí Fernando Manero, yo soy un ser desinformado, que no se entera de la misa a la media en la generalidad de casos. Y en este concreto, el asunto es que la serox supone ciento y pico de euros por razón de ese canon, en tanto la samsung sólo tiene diez de canon medioambiental.

Mientras usé la máquina de escribir no gasté más que tiras de tela impregnadas en tinta. No creo haber contaminado mucho, al menos sí creo que por debajo de la media de toda la humanidad. Desde que tengo ordenador, además de haber tenido que cambiar a la fuerza de aparatos que estaban en perfecto estado de uso y disfrute, ensucio ni se sabe, y además sin querer, vamos, o queriéndolo pero obligado.

Pues ahora estoy enterado. Estoy contaminando porque tengo impresora. Y puesto que tengo más cosas, contamino más. Ahí está la cuestión. De modo que estoy hecho un auténtico lío.
http://www.definicionabc.com/wp-content/uploads/Impacto-ambiental.jpg
Contamino por tener un blog.
Contamino por tener videos colgados en youtube.
Contamino por entrar y salir en blogs.
Contamino si leo periódicos.
Contamino si cuelgo fotos y escribo.
Contamino si no apago el ordenador.
Contamino si le apago y le enciendo.
Contamino por almacenar en la red documentos y fotografías.
Contamino aunque no salga de un blog durante el día entero y también si voy de uno a otro, no importa el recorrido que haga.
Contamino si imprimo.
Contamino si no imprimo pero no apago la impresora.
Contamino aunque la impresora esté apagada, cuando la enciendo de nuevo.
Contamino, en fin, por tener una impresora, y me han cobrado por este simple hecho diez euros. Pero menos mal, que hace tres años pagué ciento cincuenta y ocho.
http://www.definicionabc.com/wp-content/uploads/contaminacion.jpg
Siempre estoy contaminando, y no consigo sacarme de encima la mala conciencia de estar contribuyendo a la contaminación total, no veo la manera.

Así que, tenéis que perdonarme, pero la pregunta me brota de las entrañas: ¿Qué puedo hacer?

http://www.vitadelia.com/images/2008/03/trafico.jpgA propósito de todo esto; ayer fue el Día Europeo sin Coches. Me moví por la ciudad en bici, como es habitual; palabra de la buena que no noté para nada que la gente tuviera conciencia de ello. Había exactamente como siempre. Incluso en el telediario salió un pavo diciendo que él usa el coche hasta para ir a comprar pan, y otro que no pensaba dejarlo para ir al gimnasio.  Qué bien.

Y yo, como un gilipollas, cogiéndomela con papel de fumar, ahora que sólo fumamos cuatro pelagatos.

El que contamina, que pague

El green hosting: los servidores más verdes

Aunque no imprimas, contaminas

Cristina Ruiz Fernández
Miércoles 1ro de septiembre de 2010
Publicado en alandar nº270


El centro de datos de Green Geek, proveedor de hosting ecológico.Parece que el mundo digital nos hubiera librado de la deforestación. Ya no necesitamos imprimir nada. Todo viaja en CDs, lápices de memoria o, aún mejor: todo está en la red. Hay quienes afirman que, en algunos, años todo el conocimiento y la información necesarios estarán en una especie de nube virtual –lo que en inglés se conoce como cloud computing– y ya no hará falta la documentación en papel.
Sin embargo, rara vez somos conscientes de que toda esa información almacenada en la red también tiene consecuencias muy negativas para el medio ambiente. La industria del almacenaje de datos y los servidores web consumen cada uno, de media, la misma energía que 30.000 hogares del mundo occidental. Estos inmensos ordenadores en los que se almacenan los portales de Internet, las redes sociales –y hasta la página web de la tienda de la esquina– producen en torno a 12 toneladas y media de CO2 al año cada uno. Gigantescas máquinas que están encendidas 24 horas al día y 365 días al año para permitir el acceso a las webs, desde cualquier sitio y en cualquier momento.

La inevitable digitalización

Paralelamente, las estadísticas muestran cómo el uso de Internet sigue creciendo cada año y, con él, la necesidad de este tipo de servicios. El volumen de datos almacenados en la red de redes anualmente crece entre un 400 y un 1000%, con el enorme aumento del consumo de energía que esto implica. Para que esto sea posible, proliferan los servidores y data centers (lugares con decenas de máquinas de este tipo).
Pero, ante esta progresiva y casi inevitable digitalización de nuestro mundo, ha surgido una demanda de opciones respetuosas con el medio ambiente. Es el denominado green hosting: servidores verdes, que tratan de reducir el impacto de Internet sobre el medio ambiente.
Los principales desafíos que se presentan son dos. Por un lado, cómo alimentar de energía a esa enorme cantidad de máquinas. Y, por otro, la refrigeración de estos aparatos que generan una enorme cantidad de calor en su proceso de funcionamiento. Esta refrigeración puede consumir más de la mitad de la energía necesaria para que los servidores funcionen.
Ante estos retos, las empresas de green hosting brindan diversas alternativas. La más recomendable, ofrecida tan sólo por unas pocas empresas en el mundo, es que el data center esté alimentado por sus propias fuentes de energía renovable. Son centros de almacenaje de datos que tienen instaladas placas solares o están asociados a un parque de energía eólica, además de estar construidos de la forma más eficiente energéticamente –con sistemas de aislamiento y ventilación apropiados.

Estrategias de marketing

Sin embargo, muchas empresas de alojamiento de páginas web se están poniendo la etiqueta de ‘verdes’ con mucho menos esfuerzo y, únicamente, como estrategia de negocio. El recurso más frecuente es la compra de Créditos de Energía Renovable (RECs por sus siglas en inglés), que se traducen en fuentes de energía limpia pero que no implican que el servidor esté siendo alimentado con ella. Así, las empresas sólo logran cumplir los estándares medioambientales mínimos sin tener, en realidad, un compromiso con el planeta.
Otras compañías de servicios web optan por plantar un árbol por cada nuevo cliente, por reducir el consumo en sus oficinas o la contaminación que producen sus empleados al ir a los centros de trabajo. Medidas que, en sí mismas, son positivas pero insuficientes si consideramos el elevado impacto de este tipo de negocios sobre el medio ambiente. Medidas que calman conciencias y ayudan a la empresa a revestirse de verde para ganar clientes.

Un compromiso

En el campo de los servidores verdes queda, por tanto, mucho camino por andar. La mayoría de las empresas pioneras se encuentran en EE.UU. o Canadá y es difícil encontrar un proveedor español que ofrezca green hosting real. Sin embargo, hoy por hoy, la red permite que las webs estén alojadas en cualquier parte del mundo.
Así que, de todas maneras podemos contratar servicios de Internet que sean respetuosos con el medio ambiente. Con un coste ligeramente superior y con servicio de atención al cliente en inglés, pero sí es posible tener una web realmente verde. Por eso, desde alandar, hemos comenzado a estudiar las distintas alternativas y nos comprometemos a tener, antes de fin de año, nuestra página alojada en un servidor ecológico. ¡En los próximos meses os contaremos cómo logramos cumplir este compromiso!

Y yo, ¿qué puedo hacer?

- Si tienes una página web o un blog, pregunta en tu actual proveedor si cuentan con medidas medioambientales. Cuestiónales, crea demanda.
- Si no se trata de un servidor verde, cambia de proveedor siempre que tengas la posibilidad de hacerlo –por cuestión de costes o por aspectos técnicos…–. Pero antes investiga bien para saber si realmente se trata de una empresa ecológica.
- Revisa lo que tienes publicado, ¿es todo necesario?, ¿estás duplicando contenidos?, ¿estás ofreciendo archivos que fácilmente se podrían encontrar en otra web a la que puedes enlazar?, ¿hay archivos obsoletos que podrías borrar?
- Si no tienes una página web, también puedes tomar medidas desde el uso del correo electrónico. Un claro ejemplo… ¿realmente necesitas reenviar ese power point a todos tus contactos?

A solas con mis banderas rotas



Me lo descubrieron en Madrid, allá por los mediados setenta, unos cristianos movidos con quienes hicimos una juerga estatal bajo el título Encuentro de CCP. Con ellos aprendí el "habrá un día en que todos". Con ellos lo canté por primera vez.

A partir de entonces, tomé mi propio paso. No intenté acompasarlo al de Labordeta, que vete a saber cuál sería. Yo lo probé con mi gente, y resultó, vaya si resultó. Enseguida llegó lo de “entre todos hay que levantar” porque pusimos arboledas en el río, casa en el secano, hicimos volver a much@s amig@s, nos agarramos muy fuerte de las manos. Aprendimos a "caminar" al grito del aragonés, y nos reconocimos a nosotros mismos como viejos árboles que "somos".

Lo metí en todas partes. Estuvo, y está, hasta en la liturgia.  Cientos de niños y niñas se marcharon a la cama tras "cantar a la libertad" que seguro que lograrán algún día.  Pero antes rieron con las chusquedades del "arremójate la tripa que ya llega la calor". Nadie se quejó, salvo aquel cura misionero que volvía de sus luchas y dijo que la teología de la liberación ya no estaba de moda. Si le digo a José Antonio que le confunden con un teólogo, se parte de la risa y me manda directamente a la mierda.

Labordeta nos sabe a comunitario, así le cantamos, con él lo hacemos. El domingo, mientras comulgábamos con Jesús, entonamos su Canto a la Libertad, y qué vocerío, daba emoción oírlo. Nos emocionamos cantando juntos. Alguien nuevo comentó que había un ambiente especial, que no lo había visto en otras partes.

Pero a solas con el cantautor yo escuchaba y entonaba sus Banderas rotas. Eso era sólo para mí. Con él recontaba los jirones de mis pendones, y los miraba con cariño puestos sobre la mesa.

No conocí a Labordeta. Nunca le traté, ni siquiera le saludé. Si nos hubiéramos encontrado alguna vez, posiblemente no hubiéramos congeniado, éramos diferentes. Sin embargo él me enseñó a querer a mi tierra y también a la suya. De él copié, aunque ya tenía mi entrenamiento previo, a no callarme ante nadie; a hablar alto y sin miedo, a pesar de mi timidez. A cantar ante quien fuera, las cuarenta o las que fueran, no importa mi mala voz y afine desajustado. A mirar de frente, cuando estoy convencido de lo que pienso y digo, así se me suba el arrebol o sude junto a la nariz.

Él fue muchas cosas, yo una y más bien deficiente. En su mochila cabía todo un país, la mía es sólo una mochila de colores. Ya digo, muy diferentes.

Pero él estuvo cuando despedimos a Millán y a Ventura, porque al cantar habrá un día en que todos nos sentimos una sola cosa con tanta cabra mochales y tanto severino el sordo, utópicos gilipollas que sueñan que sí es posible, que lo haremos realidad, que nadie nos lo va a impedir, y que por encima de esta roma y terca realidad late un solo corazón y tod@s sentimos en el mismo tono. Y esto a pesar de las diferentes sensibilidades, de pieles de pitiminí y de corazas de rinoceronte.


Hoy deseo estar solo con mis banderas. Quiero volver a mirarlas y sentir que, aunque rotas, están, las sigo teniendo, y que puedo enarbolarlas porque son mías, y las amo, y no me avergüenzo de ninguna de ellas, porque en cada una y en todas he ido poniendo mi vida, y mi sangre se ha ido cayendo en el sudor de mis empeños, cabezonerías y derrotas.

Y José Antonio está ahora conmigo, cuando contemplo estas enseñas rasgadas, que tengo junto a mí, que no sé para qué valen, pero que son mías, mis banderas rotas.

Puestos a soñar, soñemos

Hace unos días volvióse a la carga sobre este asunto:

«El cardenal Keith O’Brien, Arzobispo de San Andrés y Edimburgo (Escocia), descarta la ordenación de mujeres‎. El cardenal lo justifica porque no hubo una sola mujer entre los apóstoles de Cristo.»

(Fuente: todos los medios de comunicación en papel y en digital, escuchados, hablados y leídos.)



     El anterior papa, Juan Pablo II, parece que lo dejó zanjado: no se hable del tema y punto. Pero se habla, vaya que se habla. Unas personas lo hacen en voz alta, otras en voz baja, y también hay quienes lo tienen en la cabeza y no quieren o no se atreven a decirlo. Pero ahí está.

     Es cosa que le zumba, porque se sale de toda razón y sentido. Y lo malo es que cuanto más se razona, más descabellada resulta esa negativa. Más que cabreo, produce risa… pero sin gracia.

     No es que la Iglesia esté sujetada por manos femeninas, ni que las parroquias se tuvieran que cerrar si ellas faltaran, menos aún que fuera a estar manca o coja o sorda o ciega o muda… que eso no va a ocurrir porque las personas de sexo no masculino nunca lo consentirán. Es que es de una estupidez tan supina, que mantenerlo y defenderlo sólo describe y pone en ridículo a quien lo hace.

     Los demás simplemente esperamos que esta pera se caiga del árbol por su peso (¡y pesa…!), y al fin resultará que habremos estado un tiempo muy largo, más que toda una vida, perdiéndonoslo.

     El asunto así introducido, hoy presento este artículo, un poco largo, pero apetitoso para quienes estén interesandos en él. Y quienes no, pueden dejarlo tal cual, o leerlo en cualquier caso, que mal no les va a resultar.

     Y advierto: digan lo que digan en Roma, en Escocia o en Madrid, si Jesús de Nazaret no llevó móvil en el bolsillo no es porque no tuviera bolsillos, sino porque aún no había nacido Graham Bell, que lo hizo, mira que es casualidad, en Edimburgo, Escocia, Reino Unido,  el 3 de marzo de 1847.



SOÑANDO UN FUTURO NUEVO PARA LA MUJER EN LA IGLESIA


Dada la actual situación de la mujer en la Iglesia es difícil pensar en un cambio a corto e incluso a largo plazo, pero como éste es el tema que me han pedido desarrollar en este número monográfico de Crítica he decidido que lo mejor es soñar.

Soñar es una manera de alentar el deseo y éste tiene una gran fuerza transformadora. Soñar es el primer paso para cambiar la realidad, es una manera de hacer verdad las utopías. Soñar y… empujar la historia en la dirección de lo soñado.

Los sueños no siguen un orden lógico, ni teológico. Son caóticos, espontáneos,  brotan libremente del inconsciente, no se ajustan a normas establecidas, en ellos no todo encaja en lo  “políticamente correcto“… Así me voy a permitir yo soñar.

Sueño una Iglesia que sea realmente una comunidad inclusiva y paritaria, donde mujeres y hombres concentremos nuestras fuerzas en hacer verdad la Buena Noticia, luchando por expulsar los “demonios” de la pobreza, la injusticia, la violencia, el sexismo, el patriarcalismo, la violación de los derechos humanos, la explotación y el tráfico sexual de mujeres y niñas, la explotación laboral, la violación como arma de guerra…

Sueño una Iglesia toda ella ministerial,  en la que los ministerios no estén concentrados en manos de los sacerdotes, sino que cualquiera de ellos pueda ser ejercido, desde la llamada de Dios, el reconocimiento de la comunidad que elige y designa a las personas que están capacitadas para ello, sin ninguna discriminación sexual. Entonces podrá ser de verdad una Iglesia servicial, apasionada por todas las personas que sufren exclusión por razón de su clase, raza, sexo, orientación sexual una Iglesia cuidadora del cosmos y de toda la vida del planeta.

Sueño una Iglesia en la que los lugares de decisión y gobierno no estén condicionados por el sexo sino por la preparación, el amor y la capacidad de servir a la comunidad y de un modo prioritario a los más necesitados.

Una Iglesia donde las mujeres dejamos de ocupar los bancos como escuchadoras semi-mudas y pasantes de los cestillos, para tomar la palabra y constituirnos en sujetos activos de las celebraciones litúrgicas y sacramentales, en un servicio rotativo, igualitario, cuyo requisito no sea ser varón y clérigo, sino ser personas preparadas y dispuestas a servir así a la comunidad.

Una iglesia toda ella tan sensibilizada a la lacra de la violencia machista, que sea la primera en salir a la calle y animar a hacer lo mismo a la comunidad social, cada vez que una mujer es asesinada o maltratada.

Sueño una Iglesia donde ninguna mujer tenga que aceptar la situación clandestina de “amante secreta” de ningún clérigo, porque el celibato no sea una obligación sino una opción en libertad, separado del ejercicio del carisma sacerdotal.

Una iglesia donde las congregaciones religiosas femeninas, tengan los mismos derechos que las masculinas y no necesiten estar supervisadas, controladas ni “paternizadas” por ningún varón.

Una Iglesia que haga imposible que se digan cosas como las que dijo San Juan Crisóstomo, llamado por su elocuencia “Boca de Oro”: “Que soberana peste la mujer, ella es la causa del mal, la autora del pecado, la puerta del infierno, la fatalidad de nuestras miserias”. O como las de Tertuliano: “¿No os dais cuenta de que cada una de vosotras sois una Eva? La maldición de Dios sobre vuestro sexo sigue plenamente vigente en nuestros días. Culpables tenéis que cargar con sus infortunios. Vosotras sois la puerta del mal, vosotras violasteis el árbol sagrado fatal; vosotras fuisteis las primeras en traicionar la ley de Dios; vosotras debilitasteis con vuestras palabras zalameras al único sobre el que el mal no pudo prevalecer por la fuerza. Con toda facilidad destruisteis la imagen de Dios, a Adán. Sois la únicas que merecíais la muerte; por culpa vuestra el Hijo de Dios tuvo que morir”[1].

Sueño una iglesia donde no se considere palabra de Dios, sino palabra de varón, textos denigrantes para la mujer como las siguientes:

“El ángel que hablaba conmigo me dijo: alza los ojos y mira, ¿qué aparece?. Pregunté: ¿qué? Me contestó: Un recipiente de veinte y dos litros; así de grande es la culpa en todo el país.

Entonces se levantó la tapadera de plomo y apareció una mujer sentada dentro del recipiente. Me explicó: Es la maldad. La empujó dentro del recipiente y puso la tapa de plomo” (Zac 5,5-8)”.

Ni se vuelva a leer en ninguna liturgia otros textos, más cercanos, como los de Pablo, mandando callar a las mujeres en la Iglesia, pidiéndoles sometimiento a sus maridos, proclamando al varón cabeza de la mujer. Y si por casualidad se lean que sea para decir: “esta no es palabra de Dios y por ella no te alabamos Señor.”

Una Iglesia que recupere la memoria y reconozca que quién fue tentación no fue la mítica Eva, sino el personaje histórico Pedro a quien Jesús llamó Satanás.

Sigo soñando una Iglesia en la que –ya que nos atrevemos a imaginar y proponer imágenes de Dios antropomórficas– éstas sean fieles al mostrar la verdad de que Dios creó al hombre y a la mujer a su imagen y semejanza, de modo que nunca más se excluya de la representación de Dios el cuerpo de la mujer y su sexualidad. Que de una vez por todas el cuerpo femenino deje de ser no apto para revelar a Dios.

Una Iglesia en la que las orientaciones de moral sexual y familiar sean hechas por hombres y mujeres casados que desde su experiencia, su preparación y eficiencia puedan, de verdad, no solo orientar, sino ser testigos creíbles de aquello que proponen a los demás.

Una iglesia que tenga un lenguaje litúrgico no sexista, ni patriarcal y reconozca que Dios tiene hijos e hijas, hermanas y hermanos…y donde no ocurra, lo que acontece ahora tantas veces, que en una liturgia donde prácticamente sólo hay mujeres, la persona que presida la Eucaristía, las invisibiliza en su lenguaje y se dirige al público todo el tiempo en masculino.

Una Iglesia que se tome en serio y sepa respetar no sólo la teología que elaboran los teólogos sino también la que elaboran las teólogas, y por tanto sea paritaria la presencia de mujeres y hombres en las facultades de teología y en los centros de formación sacerdotales y laicales. Aunque, pensándolo bien quizás lo ideal es que desaparecieran el dualismo clerical/laical.

Sueño y sueño y no dejo de soñar… una comunidad eclesial fiel a Jesús de Nazaret. Él hizo verdad una comunidad de iguales, sin exclusión alguna, no estructuró su grupo de seguidores y seguidoras desde el orden patriarcal dominante, sino como una familia de iguales, sin relaciones de poder jerarquizado. Lo expresó  muy claro: llamándolos amigos  y no siervos (Jn 15,15), pidiéndonos que no llamásemos padre, ni maestro a nadie más que a Dios, porque todos los demás somos hermanos y hermanas (Mt 23, 8-10). Hizo visible la comunidad que quería lavando los pies a los suyos y diciéndole a Pedro que si no entendía ese gesto suyo no podía formar parte de la nueva familia (Jn 13,6-8).

Sueño una iglesia que, como Jesús, cambie radicalmente la mirada sobre las mujeres y visibilice de un modo nuevo nuestros cuerpos[2]:

No como objetos sino como sujetos autónomos y libres.
No como reproductoras sino como constructoras de la Historia de Salvación, del Reino de Dios.
No como cuerpos tentadores sino como amigas entrañables suyas, como quienes “aman mucho”, “tienen mucha fe”.
No como inferiores en nada sino como iguales en todo: en dignidad, derechos, deberes, tareas en su comunidad.
No para estar detrás y debajo de nadie sino junto a, al lado de… construyendo la historia.
No como ignorantes que nada tienen que decir sino como “maestras” de las que Jesús aprendió
No lejos de los espacios significativos sino dentro de la comunidad, ejerciendo los mismos roles y funciones que los varones.
No dentro del hogar sino donde la vida nos cite, donde Dios nos llame, en la vida, en la historia, en la plaza publica, en todos los ministerios eclesiales También, por supuesto, en el hogar compartiendo tareas y cuidados con los varones.
No como imposibilitadas para mostrar el rostro de Dios sino como revelación suya.

Es hora de despertar y no quiero. No quiero encontrarme con la realidad que ahora vivimos las mujeres en la Iglesia…, pero es preciso despertar, levantarnos, liberarnos de nuestros encorvamientos ancestrales, arriesgar a tocar lo prohibido por leyes y preceptos patriarcales…, es preciso unirnos, trabajar al unísono mujeres y hombres para ir empujando este Iglesia nuestra, santa y pecadora, fiel e infiel en la dirección del sueño de Dios: una comunidad de hijas/os, hermanas/os.

Es cierto que hay señales de esperanza, pequeñas semillas de mostaza, que con mucho esfuerzo y con la fuerza de la Ruah (el aliento de Dios), hemos ido sembrando muchas mujeres en la Iglesia, junto a algunos varones que nos ayuden en esta tarea. Aun son muy pequeñas pero, como toda esperanza evangélica, comienzan a crecer desde abajo y poco a poco. Así, como Jesús también soñó, se hará un gran árbol donde todas y todos podamos hacer verdad una Iglesia nueva.

En esta hermosa y ardua tarea todos y todas necesitamos convertirnos a la Buena Noticia del Reino y su llamada a creer en ella y a hacerla verdad en nuestro mundo y en nuestra Iglesia.

Emma Martínez Ocaña.







[1]  Tertuliano, De cultu feminarum. El adorno de las mujeres, Traducción de Virginia Alfro Bech y Victoria Eugenia Rodríguez  Martín, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Málaga 2001, 343.
[2]  He desarrollado este tema en MARTÍNEZ OCAÑA. E. Cuerpo Espiritual, Narcea, Madrid 2008.



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Esta muchacha, dicho en términos coloquiales, tiene página Web así de sencillita: http://www.emmamartinezocana.com/, (es el estilo que me gusta, nombre completo y apellidos todos, sin letras clave ni números simbólicos) y si vais allá veréis que tiene mucha enjundia, jucundia y facundia.

Y cuando vengan a por mí…

Tengo que reconocerlo, no he repasado internet a ver que se comenta por ahí sobre este asunto, aunque debería haberlo hecho y me habría informado mucho mejor. Pero es que me parece tan gordo y tan transcendental, que he dado por supuesto que está la red ardiendo con el tema.

Me refiero a la deportación por parte del gobierno francés de los gitanos rumanos a quienes consideran no gratos en su suelo patrio.

La noticia salió con amplios titulares en la prensa, y se aventuró que habría una tormentosa reunión de primeros jefes de fila europeos en su reunión reglamentaria. Luego ya vimos que ha quedado en nada, salvo la Comisaria Europea que levantó la voz y hasta dicen que amenazó.

El caso es que sólo he leído de Maruja Torres su "Apesta" y "Los Bling Bling" de Manuel Rivas. Es más que suficiente para hacerse una idea del asunto.

Por otra parte en blogs, Pedro Miguel Lamet anuncia "En Europa es de noche", y Rafael Fernando Navarro nos termina de desarmar con que "EL ROJO TAMBIEN DESTIÑE".

Nos autem sperabamus… que Zapatero, gallardamente elevara su afinada voz para dar un toque de cordura, de humanidad y de civileza, quiero decir de civilización. Pero nos ha salido un perro flauta.

El caso es que en el país de la liberté, fraternité y ègalité, no caben los que no huelen a chanel número 5, y andan todo zarrapastrosos dejando su suelo y su ambiente hecho unos zorros.

En España ya despachamos conveniente y adecuadamente a los subsaharianos que osaron llegar hasta aquí sin tarjeta de embarque y firma legalizante, y salvo cuatro pelagatos, nadie levantó la voz.

Ahora es La France, la que hace lo mismo, y se queda tan campante.

Por aquí dicen que favor con favor se paga. Y a estas pobres personas, que sí que son sucias, que sí que huelen mal, que también afean el paisaje, se las trata más o menos como ganado apestoso y lleno de garrapatas, que lo mejor que pueden hacer es quedarse en su casa.

También es verdad que por aquí hay gitanos sin amalgamar; y rumanos con sus campamentos birriosos que te limpian el parabris o te tocan el violín y la vihuela en la esquina de tu calle, y que también forman bandas para hacer esto y lo otro, y que nos estamos cansando y que habrá que hacer con ellos como han hecho los franceses.

El caso es que así estamos. Tan contentos, tan en crisis, tan distraídos por no haber triunfado en el mundial de baloncesto y haber empezado fatal en la champioligue, que no tenemos humor para decir otra cosa.

Que el Sarkozy ha hecho lo que le ha dado la gana, pasándose el derecho por donde le cabe, igual que ya hizo el de Italia cuando le plugo, o mismamente aquí en España, que también.

Y nosotros nos callamos, porque la cosa no va con nosotros, ¡con quién irá!

En esta noche, una vez más, solo y triste, no tengo demasiadas ganas de decir otra cosa. Ya lo han dicho otros y muy bien. Alguno incluso lo pintarrajeó. Aquí los pongo, con ellos os dejo. Que durmáis bien, soñéis con angelitos y praderas celestiales y mañana os levantéis totalmente renovados y felices.

Martin Niemoeller, pastor protestante alemán, en 1945 fue preguntado sobre por qué nadie se enfrentó abiertamente a los nazis desde sus inicios en los años 20. Niemoeller contestó:

«Primero vinieron a buscar a los comunistas,
y yo no era comunista así que no protesté.
Después vinieron por los socialistas y los gremialistas,
pero no era lo uno ni lo otro así que no protesté.
Después vinieron a por los judíos,
pero yo no era judío así que no protesté.
Y cuando vinieron a por mí
ya no quedaba nadie que pudiera protestar. »