Fin de programa

     Hoy acaba septiembre, que sólo tiene treinta días. Ya enseguida se nos mete octubre, con treinta y uno, y nos encontraremos de lleno con el sol de membrillo, que ojito con él, mucho ojito.

     No me gusta nada hacer balance, eso de mirar para atrás y luego para adelante y decir que el saldo es… lo que hay. Pero hoy pasa una cosa que tengo que relatar.

     Con agosto me entró una idea que he intentado llevar a cabo: editar una entrada diaria, por lo menos, durante dos meses seguidos. Me lo propuse porque soy de natural perezoso, aunque lo oculto con toda maestría, y doy precisamente la impresión de ser exactamente lo contrario. Esto me pasa en muchos órdenes de la vida. Lo subsano con disciplina, con cabezonería, con rudeza. Desde fuera resulto extreño, ya me lo han dicho demasiadas veces algunas personas. Yo no sé si sonrío al escuchar sus apreciaciones, pero desde luego para mis adentros replico “si supierais la verdad, qué diríais”.

     Nunca he escrito un diario, ya me repito al decir esto; cartas tampoco envío, dejé hace mucho de escribirlas; por no escribir tampoco mis homilías. Sólo últimamente, y para limitarme, que es que uno coge la palabra y luego no sabes cómo rematar; y claro, el tiempo corre y la gente se incomoda.

     Este blog me sirve de algún modo de terapia ocupacional. A ver si me domo y lo que pienso, lo escribo.

     Pues eso fue lo que me propuse el uno de agosto: ejercitarme diariamente con la escritura. Y plasmar lo que me interesa, bueno-malo-regular, sin pensar en quienes, pretendida, aleatoria y anónimamente puedan llegar a leer. No es, pues, mi pretensión decir nada a nadie distinto de mí, escribo para mi persona. Tampoco quiero ser políticamente correcto. Nada oculto, soy quien y como soy, y me niego a dejarme encajar en un estereotipo, en un corsé externo a mí y supuesto de obligatorio cumplimiento.

     Hoy acaba el programa que me impuse. Mañana empieza otra cosa, y aún no tengo pensado qué, cómo y cuándo. Cuando me despierte en octubre me pondré a ello.

     Pero hay algo que no me puedo callar, ya para terminar. Hace casi un año elaboré un vídeo con una canción de Labordeta que estuvo en Youtube, pero que su dueño retiró sin avisar. Como no quería que faltara, fui y la puse. El tal vídeo pasó sin pena ni gloria con apenas quinientas visitas hasta el día de su muerte. Ahora tiene más de once mil, en diez días. Ojalá no haya sido un momento de explosiva emotividad, y "Banderas rotas" siga escuchándose y cantándose aquí y en todas partes mucho tiempo más.

7 comentarios:

  1. Miguel Angel...¿quieres decir con esto que no escribirás más en el blog¿....
    Date más plazo, para por lo menos los que hace poco que te conocemos,y podemos intercambiar opiniones libremente...
    No sé que planes tienes para Octubre...pero estaré a la espera...
    Un saludo

    ResponderEliminar
  2. A veces, Miguel Angel, uno cree que sabe muchas cosas sobre si mismo y se equivoca. Creo que lo más difícil es el "nosce te ipsum".
    Según Johary hay cuatro yoes, en cuatro ventanas diferentes y todas son verdaderas, aunque nos pese "el yo desconcertante" se llama así por algo. Quizá sea bueno profundizar en ello.
    (todo, ya los sabes, está en google)

    ResponderEliminar
  3. A entrada diaria es difícil seguirte, porque el tiempo es escaso. Nos llevas sin resuello.

    Me he ido a ese vídeo de Banderas Rotas y es un digno homenaje a ese personaje grande que se nos ha ido.

    ResponderEliminar
  4. Pues se ha notado la disciplina,sí. Tu eres dueño de tu tiempo, así que emplealo como quieras. Yo sinceramente cada día no podría, por eso lo actualizo cuando puedo.
    Ya nos dirás.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  5. Tarea grata parece la que te impusiste y compartistes.

    Te visito porque veo tu preocupacion por el "principe " del cuento.

    Bueno te dire que mi "principe" tiene sangre roja, trabaja y no es mantenido por nadie ni él ni su familia, o sea que sus subditos no tiene que sudar la gota gorda para mantene su boato.

    Espero que continues con tus decires, claro que como dice Arobos diarios son a veces dificiles de leer, no te voy a mencionar la letrita porque con anterioridad ya te referiste a ella.

    Yo concurrire al oftalmologo y le explicare sobre el tema y que porfa me cambie los lentillos porque para leerte me tengo que comer practicamente la pantalla, ja ja

    Recibe mi afecto desde el otro lado del océano.

    ResponderEliminar
  6. Anna, no pienso dejar el blog paralizado, sino que el plan que me fijé lo he cumplido. Ahora me inventaré otro. O seguiré dejándome llevar por la corriente. Se verá. Gracias por preocuparte. Un saludo.


    mariajesus, si te refieres a mí, no tienes que preocuparte. Sé de mí lo que sé. Hay que personas que me conocen mucho mejor. Ese es su problema. Estoy casi seguro que “conocerse a uno mismo” no da la satisfacción que amablemente expresamos al saludar a quien decimos “mucho gusto… es un placer conocerte”. Ese tandem que citas puede situarme cuatro o veinticuatro yoes. Soy malo organizando una sola habitación, no te digo lo que haría si tuviera tantas… Pero si me aconsejas profundizar, algún día de estos me pondré el buzo y cogeré pico y pala, que manejo con cierta soltura. Ya te contaré.


    Arobos, respira, hombre, y no te ahogues. Todo consiste en abarcar lo que se pueda y llegar hasta donde interese. Yo lo tengo controlado. Visito poco e insistentemente. Parafraseando: aprieto mucho lo poco que abarco.
    Gracias por tu valoración del vídeo.


    Encarni, tienes razón, tengo que dosificar el tiempo. En ello estoy. Saludos.


    Abuela:
    Siempre hay un príncipe listo, honrado y autónomo, que suele estar formando equipo con muchachas pobres, no muy listas y que esperan ser elegidas. Si lo cuento yo, me tachan de machista. En cambio, lo cuentas tú, que eres republicana, y todos aplauden.

    En esta historia se trata de decir y hacer la verdad; pero la esposa de un príncipe también tiene que saber salir airosa de situaciones difíciles, y debería ser astuta, capaz de tener iniciativas, ser previsora y tener capacidad organizativa para poder ocupar el puesto del príncipe si éste llegara a faltar… Habría que leer a Maquiavelo, que de eso debía saber.
    La parábola evangélica de las vírgenes necias y prudentes podría ilustrar lo que te quiero expresar.

    Sobre el tamaño de la letras. Yo navego con Firefox, que memoriza el tamaño con que visualizo cada blog que visito, y automáticamente me lo abre tal como lo usé la última vez. Pulsando las teclas comando y los signos más o menos, aumento o disminuyo hasta que tengo la letra que me gusta. Y a partir de ese momento, siempre que entro en un blog lo encuentro como lo dejé. Alguna vez, rara, se desformatea el asunto y tengo que volver a corregirlo, pero eso me ocurre muy poco.

    En lugar de ir al oftalmólogo, deberías hacerte con un mac pantalla 21", y estarías como yo a un metro y medio de distancia. ;=)

    ResponderEliminar
  7. Misión cumplida pues (que diría un amigo común del pirineo).

    Sigue por donde quieras y cuando quieras ¿no era ese el sentido de este blog inicialmente? pues ya está. Aquí estaremos l@s que podamos seguirte y cuando podamos.

    Besos guapetón.

    ResponderEliminar