A solas con mis banderas rotas



Me lo descubrieron en Madrid, allá por los mediados setenta, unos cristianos movidos con quienes hicimos una juerga estatal bajo el título Encuentro de CCP. Con ellos aprendí el "habrá un día en que todos". Con ellos lo canté por primera vez.

A partir de entonces, tomé mi propio paso. No intenté acompasarlo al de Labordeta, que vete a saber cuál sería. Yo lo probé con mi gente, y resultó, vaya si resultó. Enseguida llegó lo de “entre todos hay que levantar” porque pusimos arboledas en el río, casa en el secano, hicimos volver a much@s amig@s, nos agarramos muy fuerte de las manos. Aprendimos a "caminar" al grito del aragonés, y nos reconocimos a nosotros mismos como viejos árboles que "somos".

Lo metí en todas partes. Estuvo, y está, hasta en la liturgia.  Cientos de niños y niñas se marcharon a la cama tras "cantar a la libertad" que seguro que lograrán algún día.  Pero antes rieron con las chusquedades del "arremójate la tripa que ya llega la calor". Nadie se quejó, salvo aquel cura misionero que volvía de sus luchas y dijo que la teología de la liberación ya no estaba de moda. Si le digo a José Antonio que le confunden con un teólogo, se parte de la risa y me manda directamente a la mierda.

Labordeta nos sabe a comunitario, así le cantamos, con él lo hacemos. El domingo, mientras comulgábamos con Jesús, entonamos su Canto a la Libertad, y qué vocerío, daba emoción oírlo. Nos emocionamos cantando juntos. Alguien nuevo comentó que había un ambiente especial, que no lo había visto en otras partes.

Pero a solas con el cantautor yo escuchaba y entonaba sus Banderas rotas. Eso era sólo para mí. Con él recontaba los jirones de mis pendones, y los miraba con cariño puestos sobre la mesa.

No conocí a Labordeta. Nunca le traté, ni siquiera le saludé. Si nos hubiéramos encontrado alguna vez, posiblemente no hubiéramos congeniado, éramos diferentes. Sin embargo él me enseñó a querer a mi tierra y también a la suya. De él copié, aunque ya tenía mi entrenamiento previo, a no callarme ante nadie; a hablar alto y sin miedo, a pesar de mi timidez. A cantar ante quien fuera, las cuarenta o las que fueran, no importa mi mala voz y afine desajustado. A mirar de frente, cuando estoy convencido de lo que pienso y digo, así se me suba el arrebol o sude junto a la nariz.

Él fue muchas cosas, yo una y más bien deficiente. En su mochila cabía todo un país, la mía es sólo una mochila de colores. Ya digo, muy diferentes.

Pero él estuvo cuando despedimos a Millán y a Ventura, porque al cantar habrá un día en que todos nos sentimos una sola cosa con tanta cabra mochales y tanto severino el sordo, utópicos gilipollas que sueñan que sí es posible, que lo haremos realidad, que nadie nos lo va a impedir, y que por encima de esta roma y terca realidad late un solo corazón y tod@s sentimos en el mismo tono. Y esto a pesar de las diferentes sensibilidades, de pieles de pitiminí y de corazas de rinoceronte.


Hoy deseo estar solo con mis banderas. Quiero volver a mirarlas y sentir que, aunque rotas, están, las sigo teniendo, y que puedo enarbolarlas porque son mías, y las amo, y no me avergüenzo de ninguna de ellas, porque en cada una y en todas he ido poniendo mi vida, y mi sangre se ha ido cayendo en el sudor de mis empeños, cabezonerías y derrotas.

Y José Antonio está ahora conmigo, cuando contemplo estas enseñas rasgadas, que tengo junto a mí, que no sé para qué valen, pero que son mías, mis banderas rotas.

8 comentarios:

  1. Acertada reflexión.
    Ayer estuvimos de romería y también a mí me habría gustado escuchar allí sus canciones.
    La verdad es que un hombre bueno, cabe en todas partes.
    Yo también le he dedicado un pequeño homenaje en mi blog:

    http://izaratie.blogspot.com/

    Un saludo Miguel Angel.

    ResponderEliminar
  2. ¡¡Qué bonita canción!!... me la voy a bajar pa ponérsela a los chic@s... no la conocía...( la del canto a la libertad sí...me hace llorar) y me voy a dormir... somos cinco en casa y tenemos que hacer cola pa usar el ordenador... a mí me toca cuando ya casi todo el mundo está en el "sobre" y... me entusiasmo y me dan las tantas...

    ResponderEliminar
  3. Hermosa canción y hermosa entrada la de hoy. Me ha encantado visitar tu casa y leerte.

    ResponderEliminar
  4. Hermosa canción y hermosa entrada la de hoy. Me ha encantado visitar tu casa y leerte.

    ResponderEliminar
  5. Hoy mejor dejarte a solas con tus banderas, rotas o no, querido Míguel.

    Besos

    ResponderEliminar
  6. No te equivocas, no era diferente a nadie, solo tenia una forma de ser pueblo saludaba a todo el mundo, era un poco tosco pero pueblo ante todo, camino y la pasión por su tierra y esa cara de bonachón, cercano le daban un carisma distinto.Le conocí en la estación de Atocha en Madrid cogiendo el Alaris a Valencia y le salude, solo de eso le tengo presente,entonces estaba en el Parlamento llevaba su mochila de cuero y una cartera y me lleve una muy buena impresión.

    ResponderEliminar
  7. Siento no haber tenido tiempo para contarte lo de la obra de teatro de este año, en cuanto pueda me pongo en ello.

    ResponderEliminar
  8. Yo descubrí a Labordeta en casa de una amiga, que tenía un día un radiocassette una cinta de este cantante, yo le pregunté quién era, y allí en su casa oí por primera vez ese nombre. Luego me regaló la cinta.

    Esta canción no la había escuchado pero me ha gustado mucho.

    ResponderEliminar